La crisis del Antiguo Régimen
Tras la Revolución Francesa (1789), el gobierno de España comenzó a temer una posible penetración de la ideología subversiva de los revolucionarios liberales de Francia. Estas ideas eran consideradas una peligrosa amenaza para los principios absolutistas y católicos de la monarquía española, partidarios aún del Antiguo Régimen. Mientras tanto, en Francia, los problemas se radicalizaron aún más con la instauración de la Primera República (1792) y el encarcelamiento, con la posterior ejecución del rey Luis XVI, acusado de traidor a su patria (1793). Este monarca era familiar de Carlos IV, el rey que gobernaba en España en aquella época. Tras la muerte del déspota Luis XVI, España desató una serie de luchas contra Francia para estabilizar, en cierto modo, la crisis que sufría este país. En 1799, tras un golpe de Estado en Francia, sube al poder Napoleón Bonaparte, un ambicioso joven con ansias de tener bajo su poder toda Europa.
En aquella época, existían dos potencias destacadas y enfrentadas entre sí: Francia e Inglaterra. La prestigiosa Inglaterra se caracterizaba por su poderosísima flota de navíos indestructibles, así como también por poseer un imperio de carácter mercantil. Este imperio comenzó a destacar ya que fue la primera potencia que inició una Revolución Industrial (1750). Mientras tanto, Francia contaba con un numeroso y cualificado ejército de tierra (infantería). Las dos potencias se encontraban en rivalidad por el deseo de la conquista mundial. En muchas ocasiones, Napoleón intentó invadir el imperio anglosajón a través del Canal de la Mancha, pero fracasó en todas ellas. Por aquel entonces, Portugal era la máxima aliada de Inglaterra, por lo que Napoleón creyó que conquistando toda la península ibérica, el ejército británico se debilitaría en cierto modo. En 1807, Napoleón reunió a Carlos IV y a su valido Godoy (el cual se encargaba de los asuntos políticos de España, como una especie de primer ministro, debido a los desintereses por las cuestiones del Estado de su rey), para firmar el Tratado de Fontainebleau ese mismo año, donde Carlos IV permitió el paso de las tropas francesas hacia Portugal por territorio español. En menos de un mes, el ejército napoleónico había invadido la totalidad de la península ibérica. Como consecuencia, se produjo una indignación popular por el error que había cometido Carlos IV. En este momento sale la figura de Fernando VII, el hijo del rey que, al ver las imprudencias que estaba cometiendo su padre, decidió arrebatarle el trono en el Motín de Aranjuez (1808) donde finalmente Carlos IV abdica asustado.
Por su parte, Napoleón, aprovechando esta debilidad de la corona española, obligó al rey y a su hijo a firmar las conocidas Abdicaciones de Bayona, donde la corona española llegaba a manos de José I Bonaparte (hermano de Napoleón), conocido también como «Pepe Botella», quien se convertiría en el nuevo rey de España.
Como consecuencia, la desmoralización del pueblo se intensificó produciéndose en Madrid el 2 de mayo de 1808 un levantamiento popular contra las tropas francesas. Se formaron pequeñas guerrillas urbanas que intentan sofocar las tropas francesas, pero sin conseguirlo. Es el inicio de la Guerra de la Independencia (1808-1814), donde el pueblo no recibe ayuda por parte de la nobleza ni del ejército español, exceptuando el Cuartel de Monteleón, donde destacan Daoíz y Velarde, que sí se sumaron a la multitud para defender su reino.
Guerra de la Independencia (1808-1814)
Los enfrentamientos entre los franceses y el pueblo español no estaban equilibrados. El ejército francés era muy numeroso, estaba bien armado, con mejores armas; en contraposición del ejército español: reducido, mal armado, característico del Antiguo Régimen, etc. Sin embargo, estas pequeñas guerrillas urbanas no tenían el propósito de acabar con el ejército napoleónico, sino de ir desgastándolo poco a poco mediante ataques sorpresa, saqueos, etc. Podemos dividir la Guerra de la Independencia en tres fases:
- 1ª Fase (1808-1809): Las tropas francesas fueron incapaces de conquistar algunos puntos estratégicos como Gerona y Zaragoza debido a su fuerte defensa. Triunfo español en 1808 en la batalla de Bailén. Mientras tanto llegan a España (desembarcando en las costas gallegas) tropas inglesas que expulsan por completo a los franceses de Portugal.
- 2ª Fase (1809-1811): Llega a Madrid Napoleón con lo mejor de su ejército (Grande Armée). Descubre que España es un adversario complejo, ya que el ejército francés se va reduciendo poco a poco debido a que las guerrillas urbanas utilizan métodos inteligentes para someterlos (ataques rápidos, conocimiento del terreno, sabotajes de armamento, etc.).
- 3ª Fase (1811-1813): Se caracteriza por la llegada de tropas inglesas encabezadas por el duque de Wellington que van acabando con el ejército napoleónico, obligándolos a retroceder. Triunfo en la batalla de Arapiles (1812) y en Vitoria (1813). Finalmente son expulsados los franceses, donde José I se ve obligado a huir de España.
En 1814 se firma el Tratado de Valençay que contiene:
- Fin formal de la guerra.
- Devolución de todos los prisioneros retenidos en Francia (familia borbónica).
- Reconocimiento de Fernando VII como rey de España.
Principales consecuencias históricas
- Deterioro y destrucción material del país. Se pierden numerosas infraestructuras (puentes, carreteras, plazas); una serie de acontecimientos que provocan el retraso de España a experimentar una industrialización.
- Alto índice de mortalidad. Descenso del 10% de la población (cerca de un millón de personas), de donde destaca el sector juvenil.
- España pierde gran parte del patrimonio artístico y cultural.
- Desmoralización de la sociedad, donde hay presente una carga psicológica.
- La economía española acaba endeudada (gran deuda nacional).
Revolución política
Tras el gobierno de José I Bonaparte, se intentan nuevas reformas de gobierno. El rey francés intenta establecer un sistema político liberal donde se ve obligado a quitar los privilegios de la nobleza y la Iglesia, así como también la supresión de la Santa Inquisición. Sin embargo, debido a la oposición del pueblo, no llegará a aplicarse. No obstante, existe un grupo de pensadores españoles ilustrados que están de acuerdo con la política del francés, creyendo que un cambio del gobierno sería lo más adecuado para avanzar el país, abandonando los clásicos principios absolutistas. Estos pensadores son conocidos como los afrancesados, considerados traidores de la corona. De entre ellos cabe mencionar a Quintana, Leandro Moratín y, se cree, que hasta el mismísimo Goya.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
En ausencia del rey Carlos IV, que estaba retenido en Francia, el gobierno proclamó unas Juntas Locales, instituciones que dirigieron el país. Acto seguido, se congregaron las Juntas Provinciales, las cuales estaban dirigidas por altos cargos (nobles, altos funcionarios, jueces, miembros del clero, etc.). En septiembre de 1808 se creó la Junta Central Suprema, presidida por el conde de Floridablanca. Se llegó a convertir en la legítima institución política, donde se firmó un tratado con el gobierno británico con intención antinapoleónica.
Cortes de Cádiz
Los diputados que promulgaron estas cortes decidieron celebrarlas en esta ciudad, en el edificio de San Pedro y San Pablo, una iglesia gaditana. Se congregaron alrededor de unos 300 diputados procedentes de muchas provincias: clérigos, abogados, burgueses, funcionarios públicos, etc. Cada uno de ellos tenía una tendencia ideológica diferente, por lo que se dividieron en: liberales, jovellanistas y absolutistas:
- Los liberales, principalmente, eran jóvenes funcionarios partidarios de una reforma de gobierno donde hubiese más libertad.
- Los jovellanistas, aquellos que juraron fidelidad al ideal ilustrado de Gaspar Melchor de Jovellanos, los cuales pretendían reformar y mejorar el sistema político limitando los poderes del rey.
- Los absolutistas, aquellos que se negaban a que hubiese una reforma política, defendiendo sus principios absolutistas y monárquicos, donde destacan sectores de la Iglesia y la nobleza.
Características políticas
- Soberanía nacional (el poder reside en el pueblo).
- Nueva forma de gobierno: monarquía parlamentaria.
- Reconocimiento de Fernando VII como nuevo rey de España, que estará obligado a firmar la Constitución.
- División de poderes: ejecutivo (Parlamento), judicial (Tribunales de Justicia) y legislativo (Cortes Generales).
- Una soberanía nacional con sufragio universal masculino.
- Ayuntamientos democráticos, donde los ciudadanos tenían derecho a elegir a sus alcaldes.
Características económico-sociales
- Supresión de la sociedad estamental: «Todos somos iguales ante la ley».
- Supresión de los derechos y privilegios de los estamentos privilegiados.
- Supresión del señorío jurisdiccional (tierras).
- Reconocimiento de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (libertad de expresión, cátedra).
- Reconocimiento al derecho de la propiedad privada.
- Supresión de la Santa Inquisición y la tortura.
- Supresión de los gremios feudales.
Características culturales
- Necesidad de crear una red de escuelas públicas con el objetivo de reducir los índices de analfabetismo.
- Fomento de universidades, donde se le dan los poderes al profesorado.
- Se introducen las ciencias experimentales en el estudio.
Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)
Al finalizar la Guerra de la Independencia, Fernando VII es liberado de Francia para regresar a España. Este personaje, de carácter completamente antiliberal, es un rey temeroso, indeciso, al igual que lo fue su padre. Mientras tanto, en Madrid le están esperando los 300 diputados que participaron en la Constitución de 1812 para que la firme y recupere su trono. Sin embargo, Fernando VII no está dispuesto a compartir el nuevo sistema liberal olvidándose de sus principios. Decide viajar a Madrid mediante un lento itinerario. Cuando llega a la zona levantina, se instala en Valencia. Allí recibirá apoyos por parte del sector eclesiástico y la nobleza. El campesinado también se sumará a ese apoyo debido a que, una población todavía analfabeta, no simpatiza con las ideas liberales, ya que no ven los beneficios o ventajas que pueden tener. Allí, en Valencia, los altos sectores partidarios de restaurar el Antiguo Régimen comienzan a presionar al rey para que acabe con todo ese sistema revolucionario e implante de nuevo el absolutismo. Llega a manos del rey el conocido Manifiesto de los Persas, un documento firmado por 69 diputados que exigían la abolición de la Constitución y del liberalismo. Finalmente, tras los Decretos de Valencia, Fernando VII, en pocos meses, suprime la Constitución y vuelve a implantar el absolutismo. Envía una pequeña parte de su ejército, encabezados por los generales Elío y Eguía, a Madrid para perseguir a los liberales y cerrar periódicos y libros. Entre una confusión ideal, Fernando VII llega a Madrid y ocupa su trono, «como si en los últimos seis años no hubiese pasado nada«.
1ª Fase del reinado de Fernando VII: Sexenio Absolutista (1814-1820)
Continúan las persecuciones contra los antiabsolutistas con el posterior encarcelamiento. Algunos de ellos se ven obligados a huir del país. Se persiguen también a los afrancesados, considerados traidores al sistema. Los pequeños grupos liberales no contaban con apoyos de ningún tipo y eran un grupo mínimo. Sin embargo, estos todavía defendían su política de reforma hacia un gobierno más justo y próspero, donde hubiese más libertad. El sector liberal afirmaba que el absolutismo, aparte de ser un sistema injusto e ineficaz, había sido el causante de todos los errores cometidos tras la Guerra de la Independencia, que habían llevado al país a una ruina económica. No obstante, las únicas fuerzas que se opusieron al ejército del rey fueron levantamientos de tipo militar: pronunciamiento de Mina (1814), pronunciamiento de Porlier (1815), pronunciamiento de Vidal (1817) y el pronunciamiento del teniente coronel Rafael Riego (1820), el más importante de todos. Muy astuto, Riego decidió partir a las colonias hispanoamericanas para sofocar los levantamientos independentistas y, de esta manera, desequilibrar el poder monárquico; pero la falta de recursos se lo impidió. De todas formas, Riego recibió apoyo por parte de numerosas personas. Al poco tiempo, cerca de 14000 hombres asaltaron el Palacio Real, donde las tropas fernandinas fueron incapaces de detenerles. Finalmente, Fernando VII, asustado, acepta su derrota y promete instaurar el sistema liberal.
2ª Fase del reinado de Fernando VII: El Trienio Liberal (1820-1823)
Durante estos tres años, se iniciaron nuevas reformas políticas en el gobierno, basadas en el fomento de la agricultura, el comercio, etc. Lo primero que hicieron fue suprimir la Santa Inquisición y reducir los impuestos a la mitad. Se produce una desamortización o expropiación de tierras y bienes de la nobleza y el clero para distribuirlas. Del liberalismo surgen dos tendencias diferentes: los doceañistas (liberales más moderados) y los veinteañistas o exaltados (cuya política es más radical; en la que se incluye Riego). En ocasiones se producen rebeliones por parte de los dos grupos. Fernando VII, aprovechando la situación, conspira contra ellos y pide ayuda en el Congreso de Verona, donde tres países (Prusia, Rusia, Imperio austrohúngaro), de carácter antiliberal y defensores del cristianismo, forman la Santa Alianza y prometen ayudar al rey. En 1823, la Francia posnapoleónica quiere ganar prestigio e interesarse por la cuestiones de Europa, por lo que cede un gran ejército a la Santa Alianza conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, que serán enviados a España para acabar de una vez por todas con los revolucionarios. Al llegar a España, apenas sufren represiones y, muy fácilmente, vuelve de nuevo el absolutismo.
3ª Fase del reinado de Fernando VII: Década Ominosa (1823-1833)
Se produjeron numerosos fusilamientos y encarcelamiento de más liberales (Riego fue fusilado a pesar de su gran prestigio). Comenzaron numerosas rebeliones populares, donde Fernando VII temía que pudiese producirse en España una revolución popular similar a la de Francia. De este modo, Fernando VII comenzó a simpatizar con algunas posturas semiliberales para modernizar su imperio. Destaca la figura de López Ballesteros, perteneciente a la Hacienda de gobierno, el cual introducirá nuevos métodos para la industrialización de España, como también el fomento de la ganadería, comercio, etc. Los altos sectores (nobles y clero), preocupados porque veían cómo su rey se estaba ablandando a favor de los enemigos, produjeron levantamientos de carácter absolutista (pronunciamiento de Torrijos) sumados a las revelaciones de los liberales.
Algunos sectores absolutistas comenzaron a disgustarse y empezaron a aproximarse junto a la figura de Carlos María de Isidro (el hermano pequeño del rey Fernando VII), un joven prestigioso que defendía los principios del Antiguo Régimen que poseía unos ideales ultraabsolutistas. Las personas que se van uniendo en torno a él forman el carlismo. En 1829 se creía que el siguiente en suceder el trono sería el joven Carlos, debido a que el rey no dejaba descendencia. Sin embargo, para sorpresa de todos, Fernando VII se casa con María Cristina de Nápoles y, años después, nace la pequeña Isabel.
A principios del siglo XVIII (1713), el rey Felipe V de España había promulgado una ley sálica que impedía gobernar a las mujeres, conocida como el Auto Acordado. Sin embargo, Fernando VII abolió esa ley mediante la Pragmática Sanción para que todos los derechos de la corona recayesen sobre su futura hija. No obstante, el sector ultraabsolutista, enfurecido, no estará de acuerdo con la nueva ley, por lo que dará lugar al comienzo de las guerras carlistas.
La emancipación de América
Durante el reinado de Fernando VII, las colonias españolas en América iniciaron un proceso de emancipación que culminaría con su independencia. Este proceso estuvo influenciado por diversos factores, como la difusión de las ideas liberales, el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos, el descontento de los criollos (descendientes de españoles nacidos en América) con el control político y económico de la metrópoli, y la debilidad de España tras la Guerra de la Independencia. Líderes como Simón Bolívar y José de San Martín jugaron un papel fundamental en las guerras de independencia, que se extendieron por todo el continente.