Crisis del siglo XVII: Felipe III, Felipe IV y Carlos II


9.1 La principal novedad fue la introducción del valido, este era un aristócrata en el cual el rey depositaba .Su absoluta confianza, entregándole las principales decisiones de gobierno. La mayor parte de los validos intentaron gobernar mediante juntas y evitando el control de los consejos. La corrupción aumentó, controlaron la concesión de cargos y se enriquecieron. Todos los reyes del siglo XVII tuvieron sus válidos. Con Felipe 11I, el duque de Lerma se concentró en la concesión de mercedes, y se dispararon los gastos de la corte, pese a la penuria en la Hacienda. La expulsión de los moriscos intentó promover la popularidad del rey. Pero en Aragón y Valencia, donde eran campesinos trabajadores provocó rebeliones. Su escandaloso enriquecimiento obligó a sustituirlo por el duque de Uceda. Felipe IV entregó el poder al Conde-Duque de Olivares, que buscó mantener la herencia dinástica y la reputación de la Monarquía en Europa. Para conseguirlo, propuso la Unión de Armas, contribución de todos los reinos a la defensa de la monarquía. Esta provocó la oposición de los reinos, y en 1640, las rebeliones de Cataluña y Portugal. Estas y las derrotas en Europa propiciaron la caída de Olivares. El rey participo más en el gobierno, con su nuevo valido, Luis de Haro. En 1652 se recuperó Cataluña, pero no se pudo evitar la independencia de Portugal en 1668. Con los gastos de las guerras, la economía tocó fondo a finales del reinado de Felipe IV. Como Carlos 11 era un niño, Mariana de Austria fue regente hasta 1675. Su mandato se caracterizó porque la situación económica interna era desoladora, y por las luchas por el poder entre los validos de la regente, Nithard y Valenzuela y don Juan José de Austria, hijo ilegítimo de Felipe IV. Durante el reinado efectivo de Carlos 11, sus válidos, el duque de Medinaceli y conde de Oropesa, tomaron medidas para la reactivación como, devaluación del vellón, un presupuesto fijo y la promoción de manufacturas.
9.2. En 1640, finalmente, se produce la quiebra de la monarquía, con las rebeliones de Cataluña y Portugal. El enorme esfuerzo de la Guerra Treinta Años había multiplicado la presión fiscal y las medidas encaminadas a obtener dinero. El descontento fue creciendo y el clima de enfrentamiento fue especialmente grave en Cataluña. Se había intentado otra vez implantar la Unión de Armas en 1632, que pretendía obligar a todos los reinos a contribuir a la defensa de la monarquía, y de esa forma fortalecer el poder absoluto del rey. Tras la entrada en guerra de Francia, la presencia de las tropas castellanas, acentuó la tensión. En 1640 estallaron motines entre los campesinos de Gerona y el día del Corpus Christi en Barcelona el motín terminó con el asesinato del virrey. Olivares decidió resolver el conflicto por la fuerza, por lo que los rebeldes optaron por aceptar la soberanía de Luis XIII. El ejército francés entró en Cataluña, derrotó a los castellanos en Montjuic. En diciembre estallaba el levantamiento en Portugal. Debida a la invasión holandesa en sus colonias, sin que hubiera ayuda por parte castellana. Además rechazaban la presencia de los castellanos en el gobierno Por eso la rebelión se extendió rápidamente, en torno a la casa de Braganza. La resolución de estos conflictos se prolongará durante años y estará acompañado de otros intentos secesionistas, como los de Nápoles y Sicilia, de menor envergadura. Tras la paz con los holandeses permitió enviar las tropas a Cataluña y en 1652 las tropas castellanas entraron en Barcelona. Al fin de la rebelión contribuyó el descontento que la soberanía francesa había suscitado en Cataluña. La actitud de Felipe IV de evitar represalias generalizadas y de respetar las constituciones catalanas facilitó la pacificación. Después de la paz de los Pirineos, Felipe IV concentró todo el esfuerzo de guerra en intentar recuperar Portugal. Pero su alianza militar con Inglaterra y nuevas derrotas frente a los portugueses forzaron a reconocimiento de la independencia de Portugal en la Paz de Lisboa en 1668.  

9. 4

El siglo XVII fue un periodo de crisis generalizada que afectó a toda Europa en, pero en la Península fue especialmente aguda, sólo en las últimas décadas se iniciará la recuperación. La demografía se caracterizó por el estancamiento y regresión de la población, fue mayor el descenso en el interior que en la periferia. Las causas son las graves epidemias como la peste, la guerra  y la expulsión de los moriscos.La crisis agraria está íntimamente relacionada con la falta de mano de obra, la presión fiscal y la sucesión de malas cosechas. Se emprendió una cierta especialización de cultivos el maíz en la costa cantábrica, o el viñedo en Andalucía. Hubo una fuerte caída de la producción lanar para la exportación por la guerra.. La producción artesanal acusó los efectos de la crisis en los sectores textil, la metalurgia y la construcción naval, con pérdida de empleos, atraso tecnológico y dependencia de productos extranjeros. La producción minera,  la fabricación de hierro y  la construcción naval mantuvieron su demanda por las guerras.La evolución del comercio también se resintió a lo largo del siglo. Era escaso el debido a las dificultades en las comunicaciones, al bajo poder adquisitivo de la población, a las aduanas que encarecían los productos, a las guerras y a la devaluación monetaria.  Uno de los motivos de la crisis comercial fue la constante manipulación de la moneda. Los gobiernos fabricaron moneda de vellón, con muy poca plata, y esta devaluación continua de la moneda sembró la desconfianza (se exigía moneda extranjera) y provocó subidas bruscas de precios. El comercio colonial dio un giro debido a que América se autoabastecía, a la caída de la producción de plata y la presencia de comerciantes extranjeros en América. Además, Castilla se convirtió en un mercado de tránsito de productos entre Europa y América. Los arbitristas analizaron los problemas y propusieron fin de las guerras y medidas mercantilistas. Sólo se adoptaron algunas a finales de siglo. La sociedad española siguió siendo una sociedad estamental. La aristocracia aumentó de su dominio señorial, por la debilidad de la monarquía. El clero aumentó, al convertirse en salida para secundones de la nobleza y clases bajas. En cuanto a los campesinos, sumidos en la pobreza a causa de la elevada presión fiscal y señorial, se abandonaron campos y aumentó el bandolerismo. Las clases populares urbanas aumentaron sobre todo los criados y la población marginal.
9.5.El siglo XVII fue un periodo de crisis, con la pérdida de la hegemonía española, el empobrecimiento generalizado del reino y la mala situación de su población. Aunque seguirán centrándose en los valores aristocráticos y religiosos, dominará el pesimismo y decadencia generalizados. En medio de una población mayoritariamente analfabeta, la cultura seguía siendo minoritaria, y su enseñanza se basaba en los escritores admitidos por la Iglesia de la Contrarreforma, por lo que, en el ámbito de la ciencia y del pensamiento podemos hablar de un siglo de decadencia en términos generales, no ocurre lo mismo en la literatura y el arte. En tales campos surgirán ahora personajes ilustres en tal cantidad que dieron origen al término Siglo de Oro. Influyeron factores como la gran afición al teatro y a las fiestas de gran boato, propia de todas las culturas del Barroco, así como el hecho de que muchos de los autores estuvieran al servicio de la ideología dominante. En el terreno de la literatura, se mostrará una característica común, el contraste y la oposición de personajes. A los que se les representa de forma realista pero no se les da un carácter individual, sino que ejemplifican determinados valores, entre los que destaca el cumplimiento del deber. El siglo se inicia con la publicación, en 1605, de la gran novela El Quijote, de Miguel de Cervantes. En esos mismos años está en pleno apogeo la poesía de Luis de Góngora, y poco después surgen autores como Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Tirso de Molina. Pedro Calderón de la Barca continúa en la escena los éxitos de sus predecesores. Lo mismo cabe decir del arte,  es el siglo de arquitectos como Alonso Cano o los Churriguera y de escultores como Gregorio Fernández o Martínez Montañés. La pintura se nos muestra como un arte grandioso, con obras en las que el movimiento, la luz y el colorido son los elementos esenciales Los pintores más destacados son Ribera, Zurbarán y Velázquez. Este último, brilla por encima de todos, convertido en pintor de corte de Felipe IV, fue sin duda uno de los mejores pintores de todos los tiempos.

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