Crisis de la Monarquía Borbónica (1793-1823)
Guerras y Alianzas (1793-1808)
Carlos VI declara la guerra entre 1793 y 1795. En 1799, tras el fracaso de las guerras, Manuel Godoy se alía con Napoleón, enfrentándose a Gran Bretaña y autorizando al ejército francés a atacar Portugal. El Motín de Aranjuez en 1808 forzó la dimisión del ministro y la abdicación del rey.
Napoleón y la Guerra de la Independencia (1808-1814)
Napoleón convocó a Carlos IV y Fernando VII, obligándoles a nombrar a José Bonaparte rey de España. El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se enfrentó a las tropas francesas, iniciando la Guerra de la Independencia. El conflicto se popularizó, creándose juntas y guerrillas para hostigar a los franceses. En 1812, la invasión de Rusia obligó a Napoleón a desplazar su ejército. En 1813, con la ayuda de la campaña, se firmó el Tratado de Valençay, donde Fernando VII recuperó la corona y Napoleón retiró sus tropas.
Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
En el territorio no ocupado por los franceses, se reunieron los propietarios en las Cortes de Cádiz para crear nuevas leyes que abolieran el Antiguo Régimen.
Restauración del Absolutismo (1814-1820)
Fernando VII regresó a España en 1814. Los liberales buscaban que el monarca jurase la Constitución de 1812, mientras que los absolutistas pedían la restauración del absolutismo y la derogación de la legislación liberal. El rey impulsó un golpe de estado, clausuró las Cortes, anuló la Constitución y restauró el régimen señorial.
Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820 se inauguró el Trienio Liberal. Se restableció la Constitución de 1812 y se crearon milicias nacionales. Fernando VII buscó apoyo para restaurar el absolutismo. La Santa Alianza y los Cien Mil Hijos de San Luis derrotaron a los liberales y repusieron a Fernando VII.
Quiebra del Absolutismo (1823-1833)
El absolutismo de 1823 a 1833 estuvo marcado por una gran represión y una mala situación económica debido a la guerra. Se hizo imprescindible una reforma fiscal que obligara a los privilegiados a contribuir con impuestos, pero estos eran defensores del absolutismo.
Revolución Liberal (1833-1843)
Primera Guerra Carlista (1833-1840)
Tras la muerte de Fernando VII, su hija Isabel II heredó el trono. Don Carlos, hermano de Fernando VII, defendía sus derechos, mientras que la madre de Isabel, María Cristina, buscaba apoyo. Los partidarios del Antiguo Régimen (carlistas) se enfrentaron a los isabelinos en una guerra civil. Los focos carlistas más importantes fueron País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia. El carlismo no logró sus objetivos y la guerra finalizó con el Convenio de Vergara en 1839, aunque el movimiento continuó durante el siglo XIX.
Reformas Progresistas y Moderadas
Existían dos corrientes: los progresistas, que querían desmantelar las estructuras del Antiguo Régimen, y los moderados, partidarios de reformas limitadas. María Cristina impulsó la formación de un gobierno liberal. Entre 1835 y 1837, los progresistas implantaron medidas como la disolución del régimen señorial, la supresión de aduanas interiores y la extinción de los gremios. La Constitución de 1837 reconoció la soberanía nacional y los derechos individuales.
Regencia de Espartero (1840-1843)
Espartero asumió la regencia en 1840 y dimitió en 1843, cuando las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II.
Década Moderada (1843-1854)
El partido moderado, con el apoyo de la monarquía, gobernó con un carácter conservador y centralista. Se estableció el sufragio censitario y el ejército mantuvo su influencia. Se consolidó un nuevo régimen con la aristocracia, la Iglesia y la burguesía conservadora. La Constitución de 1845 estableció el sufragio restringido, la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, y se firmó un concordato con la Iglesia.
Bienio Progresista y Crisis del Sistema Isabelino (1854-1868)
En 1854, el pronunciamiento militar de Vicálvaro, apoyado por el coronel O’Donnell, dio inicio al Bienio Progresista (1854-1856). Se intentó restaurar la Constitución de 1837 y realizar reformas económicas. De 1856 a 1868, en la última etapa del reinado de Isabel II, se alternó el poder entre moderados y la Unión Liberal. Surgieron nuevas fuerzas políticas como los demócratas y los republicanos.
Sexenio Democrático (1868-1874)
Tras la Revolución de 1868, se intentó establecer un régimen democrático basado en el sufragio universal, los derechos políticos y las reformas sociales, como la reforma fiscal y la enseñanza pública.
Monarquía Democrática (1870-1873)
En 1869, se eligió a Amadeo de Saboya como rey. Enfrentó la oposición de moderados, carlistas e iglesia, además de la insurrección cubana y las guerras carlistas. Amadeo I abdicó en 1873.
Restauración Borbónica (1874-1898)
Sistema Canovista
En 1874, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II, restaurando la monarquía borbónica. El sistema canovista se basaba en la alternancia pacífica en el poder entre dos partidos: el Conservador, defensor de la Iglesia y el orden social, y el Liberal, con un carácter más reformista. Contribuyeron a la pacificación tras las guerras carlistas.
Nacionalismo
Surgieron movimientos nacionalistas en Cataluña, País Vasco y Galicia, reivindicando lenguas, culturas y autonomía frente al estado centralizado.
Crisis del 98
En 1895, estalló una insurrección en Cuba. En 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España, derrotándola y provocando la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La crisis del 98 puso de manifiesto el caciquismo y la corrupción del sistema político español.