La Crisis de la Monarquía Borbónica
La reacción de la monarquía de Carlos IV frente a la Revolución Francesa fue declarar la guerra a Francia, temerosa de la expansión por España de las ideas liberales. La guerra fue un fracaso y, a partir de 1799, Manuel Godoy dio un giro radical a la política exterior, se alió con Napoleón para enfrentarse a Gran Bretaña y autorizó al ejército francés a atravesar España para atacar a Portugal. Casi toda la población estaba descontenta con las decisiones de Godoy, lo que provocó el estallido del Motín de Aranjuez, que forzó la dimisión de Godoy y la abdicación del rey en su hijo Fernando VII. Napoleón convocó a Carlos IV y a Fernando VII a Francia, donde hizo que aceptaran a José Bonaparte, su hermano, como rey de España.
La Guerra de la Independencia
Estos acontecimientos provocaron el enfado del pueblo y, el 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas. Muchos lo tomaron como ejemplo y se formó una resistencia popular. Se crearon juntas para dirigir la resistencia, coordinadas por una Junta Suprema Central, mientras los patriotas organizaban guerrillas para atacar a los franceses. El pueblo no se rendía y eso desgastó a las tropas francesas. En 1812, Rusia obligó a Napoleón a desplazar parte de sus tropas, la ayuda de las tropas británicas fue decisiva para que en 1813 los franceses abandonaran España. Fernando VII recuperó la corona.
La Restauración del Absolutismo
Fernando VII regresó a España en 1814. El rey impulsó un golpe de estado mediante el cual clausuró las Cortes y anuló la Constitución. Era la vuelta del Antiguo Régimen. Muchos liberales fueron detenidos y otros tuvieron que pasar a la clandestinidad o exiliarse.
El Trienio Liberal
Un pronunciamiento protagonizado por el coronel Riego en Sevilla triunfó, inaugurando el Trienio Liberal. El rey se vio obligado a acatar la Constitución de 1812. Se creó la Milicia Nacional, que defendía el orden liberal. Pero no contaban con Fernando VII. La Santa Alianza encargó a Francia la intervención militar en España y, en 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo el mando del duque de Angulema, entraron en España, derrotaron a los liberales y Fernando VII volvió a ser monarca absoluto.
La Quiebra del Absolutismo (El Reinado de Fernando VII)
La quiebra del absolutismo fue seguida por una represión contra los liberales. El gobierno de Fernando VII no quería reconocer los problemas del país ni darles solución. Había una crisis económica: la guerra contra los franceses dejó el país en bancarrota, y la independencia de América lo privó de ingresos económicos. El país necesitaba que los privilegiados pagasen impuestos, pero ellos eran los que apoyaban a la monarquía y era muy peligroso ponerlos en contra. Fernando VII solo tuvo hijas y la ley impedía que las mujeres reinaran en España. Para dejarle el trono a Isabel, el rey cambió la ley. Muchos absolutistas no estaban de acuerdo y defendieron que el trono fuese para Carlos, hermano del rey. Al final del reinado de Fernando VII se hizo evidente la crisis del absolutismo.
La Guerra Carlista
Cuando murió Fernando VII, su hija Isabel tenía 3 años. Los absolutistas apoyaron para el trono al hermano de Fernando VII. Para defender los derechos de su hija, María Cristina, la madre, buscó el apoyo de los liberales, y así se inició una guerra civil entre carlistas (absolutistas, defensores del carlismo) e isabelinos. La guerra duró siete años (1833-1840).
Las Reformas Progresistas
Los liberales estaban divididos en dos facciones: los moderados, que apoyaban reformas más limitadas, y los progresistas, que querían desmantelar toda la estructura del Antiguo Régimen. María Cristina impulsó la formación de un gobierno liberal. Entre 1835 y 1837 los progresistas, guiados por Mendizábal, implantaron un régimen liberal. La regente se vio obligada a dimitir en 1840 y Espartero fue nombrado regente. Espartero dimitió y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II.
La Etapa Isabelina: Liberalismo Moderado
Durante el reinado de Isabel II, el partido liberal moderado estuvo al frente del gobierno con el apoyo de la monarquía. El liberalismo en España tuvo un carácter conservador y centralista. El nuevo régimen se apoyaba en la aristocracia, la Iglesia y la burguesía conservadora; todos aceptaron el nuevo liberalismo para frenar el carlismo y alejar del poder a los sectores progresistas y populares. La acción del gobierno: se promulgó la Constitución de 1845, que establecía un sufragio restringido y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. También se disolvió la Milicia Nacional y se creó la Guardia Civil para mantener la ley en el medio rural.
Del Bienio Progresista a la Crisis del Sistema Isabelino
En 1854 triunfó un pronunciamiento militar apoyado por progresistas y moderados descontentos que habían fundado la Unión Liberal, dirigida por el general O’Donnell, que impulsó la construcción del ferrocarril. A finales del reinado de Isabel II, la oposición al régimen fue aumentando y surgieron nuevos grupos políticos, como los demócratas, que defendían el sufragio universal masculino, y los republicanos, que abogaban por la abolición de la monarquía.