7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.
Durante los primeros años de la Restauración, el Partido Conservador y el Partido Liberal son los protagonistas de la vida política, pero poco a poco, a medida que la corrupción era más evidente el descontento crecíó en la sociedad española y los partidos de oposición (republicanos, nacionalistas y movimiento obrero) fueron ganando fuerza provocando la crisis del sistema canovista, especialmente a partir de 1898.
Después del fracaso de la I República los partidos republicanos retrocedieron y perdieron gran parte de su base social que empezó a seguir a los partidos obreros y a los partidos nacionalistas, el más representativo fue el Partido Republicano Progresista.
El mantenimiento de formas anacrónicas de propiedad (latifundismo y minifundismo) y de sistemas de producción arcaicos hizo que la vida del campesinado español fuera muy dura y el mundo rural siguiera anclado en el pasado. Los conflictos agrarios se manifestarán en ocasiones de forma violenta pero las agitaciones eran duramente reprimidas, lo que explica el rápido desarrollo de las doctrinas comunistas y anarquistas en zonas agrícolas.
Aunque la mayoría de la población española seguía siendo campesina el principal cambio social del Siglo XIX fue la aparición de la clase obrera industrial. El resultado fue el crecimiento de los barrios obreros, carentes de las condiciones higiénicas adecuadas y formados por barracas y chabolas construidas precipitadamente. El trabajo en las fábricas implicaba jornadas de 12 a 14 horas, con salarios bajos, paro y explotación infantil.
Los primeros intentos de asociación obrera fueron las “sociedades de ayuda mutua”, al principio sólo querían defender sus salarios, pero fueron prohibidas en 1844. Los obreros comprendieron que los liberales, incluidos los progresistas, no iban a defender su causa por lo que se alinearon con los partidos demócratas y republicanos. A partir de 1863 los obreros comenzaron a movilizase de nuevo, pero ahora abiertamente politizados. La revolución de 1868 despertó las esperanzas obreras y campesinas que creyeron que con ella comenzaría el proceso de reformas sociales que esperaban. Pero la llegada de la Restauración provocó la separación definitiva del movimiento obrero respecto a los partidos demócratas y republicanos
Los partidos obreros se organizan legalmente a partir de la promulgación de Ley de Asociación de 1887. Desde la ruptura de la AIT, en 1872, el movimiento obrero estaba escindido en dos grandes corrientes ideológicas, los socialistas marxistas y los anarquistas de Bakunin. En España, el partido socialista más importante era el PSOE, fundado en 1879 por Pablo Iglesias, que seguía la corriente marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista y de la propiedad privada de los medios de producción mediante la revolución obrera para establecer una dictadura del proletariado. Sin embargo, poco a poco el PSOE evoluciónó hacia posiciones reformistas (socialdemocracia) presentando candidatos en las elecciones. Iglesias fundó el sindicato
UGT, que centró su lucha en la mejora de las condiciones de trabajo (salario mínimo, jornada de 8 h., descanso dominical, prohibición del trabajo infantil). Los Anarquistas, por su propia naturaleza, carecían de una única doctrina, pero tenían en común el rechazo de toda forma de organización estatal. En España vamos a encontrar dos corrientes: En Andalucía el anarquismo de Bakunin, que propugnaba la formación de comunidades autónomas, autogestionadas, sin una autoridad ni propiedad privada y en Cataluña el anarcosindicalismo que quería mantener los sindicatos como única forma de organización social.
Regionalismo y Nacionalismo: A partir de mediados del Siglo XIX en toda Europa se desarrolla un sentimiento nacionalista, entendiendo la nacíón como una entidad con vida propia, con una forma de ser y de pensar, con unas manifestaciones culturales, una historia común y unos límites territoriales que no coincidirían con las fronteras políticas, creadas artificialmente. En este sentido el nacionalismo podía ser, políticamente, tanto de signo conservador como revolucionario, según el modelo de estado que defendieran. El movimiento político pronto va a escindirse en dos grandes corrientes, una conservadora, cuyo partido más representativo fue La Lliga, y otra republicana y revolucionaria, cuyo partido más representativo será Esquerra Republicana (fundada en 1931). En 1894, Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), muy conservador en sus planteamientos, y que partía de la reivindicación foral y del catolicismo más radical (“Dios y Leyes Viejas”). Podemos destacar otras manifestaciones regionalistas, pero de poca trascendencia durante este periodo: los regionalismos gallego y valenciano
Este regionalismo se inició como un movimiento cultural, Resurdimento, que buscó respuestas al atraso económico y cultural de Galicia y cuyas figuras más destacadas fueron Rosalía de Castro y Manuel Murguía, exponentes de un liberalismo progresista.
Desde el desastre de 1898 el aparente equilibrio político, ideado por Cánovas, se vio ensombrecido por la emergencia polític
Durante los primeros años de la Restauración, el Partido Conservador y el Partido Liberal son los protagonistas de la vida política, pero poco a poco, a medida que la corrupción era más evidente el descontento crecíó en la sociedad española y los partidos de oposición (republicanos, nacionalistas y movimiento obrero) fueron ganando fuerza provocando la crisis del sistema canovista, especialmente a partir de 1898.
Después del fracaso de la I República los partidos republicanos retrocedieron y perdieron gran parte de su base social que empezó a seguir a los partidos obreros y a los partidos nacionalistas, el más representativo fue el Partido Republicano Progresista.
El mantenimiento de formas anacrónicas de propiedad (latifundismo y minifundismo) y de sistemas de producción arcaicos hizo que la vida del campesinado español fuera muy dura y el mundo rural siguiera anclado en el pasado. Los conflictos agrarios se manifestarán en ocasiones de forma violenta pero las agitaciones eran duramente reprimidas, lo que explica el rápido desarrollo de las doctrinas comunistas y anarquistas en zonas agrícolas.
Aunque la mayoría de la población española seguía siendo campesina el principal cambio social del Siglo XIX fue la aparición de la clase obrera industrial. El resultado fue el crecimiento de los barrios obreros, carentes de las condiciones higiénicas adecuadas y formados por barracas y chabolas construidas precipitadamente. El trabajo en las fábricas implicaba jornadas de 12 a 14 horas, con salarios bajos, paro y explotación infantil.
Los primeros intentos de asociación obrera fueron las “sociedades de ayuda mutua”, al principio sólo querían defender sus salarios, pero fueron prohibidas en 1844. Los obreros comprendieron que los liberales, incluidos los progresistas, no iban a defender su causa por lo que se alinearon con los partidos demócratas y republicanos. A partir de 1863 los obreros comenzaron a movilizase de nuevo, pero ahora abiertamente politizados. La revolución de 1868 despertó las esperanzas obreras y campesinas que creyeron que con ella comenzaría el proceso de reformas sociales que esperaban. Pero la llegada de la Restauración provocó la separación definitiva del movimiento obrero respecto a los partidos demócratas y republicanos
Los partidos obreros se organizan legalmente a partir de la promulgación de Ley de Asociación de 1887. Desde la ruptura de la AIT, en 1872, el movimiento obrero estaba escindido en dos grandes corrientes ideológicas, los socialistas marxistas y los anarquistas de Bakunin. En España, el partido socialista más importante era el PSOE, fundado en 1879 por Pablo Iglesias, que seguía la corriente marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista y de la propiedad privada de los medios de producción mediante la revolución obrera para establecer una dictadura del proletariado. Sin embargo, poco a poco el PSOE evoluciónó hacia posiciones reformistas (socialdemocracia) presentando candidatos en las elecciones. Iglesias fundó el sindicato
UGT, que centró su lucha en la mejora de las condiciones de trabajo (salario mínimo, jornada de 8 h., descanso dominical, prohibición del trabajo infantil). Los Anarquistas, por su propia naturaleza, carecían de una única doctrina, pero tenían en común el rechazo de toda forma de organización estatal. En España vamos a encontrar dos corrientes: En Andalucía el anarquismo de Bakunin, que propugnaba la formación de comunidades autónomas, autogestionadas, sin una autoridad ni propiedad privada y en Cataluña el anarcosindicalismo que quería mantener los sindicatos como única forma de organización social.
Regionalismo y Nacionalismo: A partir de mediados del Siglo XIX en toda Europa se desarrolla un sentimiento nacionalista, entendiendo la nacíón como una entidad con vida propia, con una forma de ser y de pensar, con unas manifestaciones culturales, una historia común y unos límites territoriales que no coincidirían con las fronteras políticas, creadas artificialmente. En este sentido el nacionalismo podía ser, políticamente, tanto de signo conservador como revolucionario, según el modelo de estado que defendieran. El movimiento político pronto va a escindirse en dos grandes corrientes, una conservadora, cuyo partido más representativo fue La Lliga, y otra republicana y revolucionaria, cuyo partido más representativo será Esquerra Republicana (fundada en 1931). En 1894, Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), muy conservador en sus planteamientos, y que partía de la reivindicación foral y del catolicismo más radical (“Dios y Leyes Viejas”). Podemos destacar otras manifestaciones regionalistas, pero de poca trascendencia durante este periodo: los regionalismos gallego y valenciano
Este regionalismo se inició como un movimiento cultural, Resurdimento, que buscó respuestas al atraso económico y cultural de Galicia y cuyas figuras más destacadas fueron Rosalía de Castro y Manuel Murguía, exponentes de un liberalismo progresista.
Desde el desastre de 1898 el aparente equilibrio político, ideado por Cánovas, se vio ensombrecido por la emergencia polític