De la Belle Époque a la Guerra Fría: Transformaciones, Conflictos y Crisis (1900-1945)

La Belle Époque y los Preludios de la Primera Guerra Mundial

La Belle Époque es el nombre que los europeos dieron a las décadas pacíficas y prósperas que precedieron a la Primera Guerra Mundial. El arranque del siglo XX coincidió con una fase de expansión económica y avance científico, pero también con signos de creciente competencia económica y de aumento de las tensiones nacionales, coloniales e imperialistas. La Segunda Revolución Industrial impulsaba a las potencias más avanzadas a adquirir colonias que sirvieran como territorios productores de materias primas y de mercados reservados a sus manufacturas. Pero a principios del siglo XX, la expansión colonial se había agotado: la única manera de conseguir nuevos territorios era arrebatándoselos a otra potencia.

Uno de los signos más alarmantes de la Belle Époque era la carrera armamentística: bajo una calma aparente, los Estados concertaban alianzas y aumentaban sus arsenales; era la Paz Armada. Las potencias se vigilaban con desconfianza, pues las ambiciones coloniales enfrentaban a unas contra otras. Las apetencias imperialistas de las potencias eran incompatibles entre sí y conducían de manera segura hacia una guerra. Lo que convirtió ese conflicto esperado en una gran guerra (el primer conflicto mundial) fue la formación de dos potentes coaliciones rivales.

La guerra pudo haber estallado en cualquiera de los momentos de tensión de aquellos años: las crisis marroquíes de 1905 y 1911 entre franceses y alemanes; la crisis bosnia de 1908 entre austríacos y rusos; o las dos guerras balcánicas de 1912 y 1913, por las que el Imperio otomano perdió gran parte de sus territorios europeos.

El Estallido de la Primera Guerra Mundial y sus Consecuencias

El 28 de junio de 1914 fue asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria. Se sospechaba que los servicios secretos serbios, y quizá los rusos, podían estar detrás del atentado. Alemania vio la ocasión de debilitar a Rusia, que apoyaba a Serbia, antes de que se hiciera demasiado fuerte, e incitó a su aliado, el Imperio austrohúngaro, a ser intransigente. Serbia se aseguró el apoyo ruso, y Rusia, la alianza francesa. Para entonces, solo Reino Unido e Italia quedaban al margen del inminente conflicto. Viena envió al Gobierno serbio un duro ultimátum. Rusia ordenó la movilización general, lo que desató el nerviosismo alemán. Se sucedieron declaraciones de guerra entre las potencias centrales de Alemania y Austria-Hungría, contra los aliados de la Entente: Serbia, Rusia y Francia, a los que se unió Reino Unido tras la invasión alemana de Bélgica.

Los Tratados de Paz y el Balance de la Guerra

  • Tratado de Versalles: Alemania pierde territorios y colonias.
  • Tratado de Saint-Germain-en-Laye: Fin al imperio austrohúngaro. Nacen Checoslovaquia y Yugoslavia. Italia obtuvo pequeñas ganancias territoriales.
  • Tratado de Trianon: Rumania creció. Hungría y Austria quedaron reducidas.
  • Tratado de Neuilly: Bulgaria tuvo que entregar a Grecia su costa en el Egeo.
  • Tratado de Sèvres: El Imperio otomano desapareció y fue sustituido por la República turca.

La Gran Guerra dejó una mortalidad elevada, con unos diez millones de vidas humanas perdidas. Europa quedó muy debilitada política y moralmente. Fue “el suicidio de Europa”, cuyo declive posterior contrastó con el auge de potencias no europeas. La paz, llena de errores, llegó demasiado tarde, cuando ya había tantos odios y deseos de revancha acumulados que resultó imposible establecer un orden duradero. Una de las razones de ese fracaso fue la debilidad de la Sociedad de Naciones.

España: Transformaciones Sociales y la Semana Trágica

Hacia 1900, España sufría profundas transformaciones sociales. Las ciudades crecían debido al éxodo rural. Las masas que huían de la miseria del campo buscaban trabajo en la industria y se hacinaban en barrios periféricos. Este proletariado urbano reclamaba condiciones laborales dignas, pero chocaba con la resistencia de las clases acomodadas, que controlaban los resortes del poder. Gran parte de la población era campesina, y sus problemas (jornales miserables, pésimas condiciones de vida, analfabetismo) continuaban sin ser abordados. Algunos políticos emprendieron tímidas reformas, pero sin conseguir regenerar el sistema.

En 1909 estalló un brote revolucionario: la Semana Trágica. Los reservistas catalanes fueron movilizados para reforzar las tropas en Marruecos. Barcelona se llenó de barricadas en protesta por las quintas: los hijos de familias acomodadas evitaban el servicio militar a cambio de una cantidad de dinero, mientras que los trabajadores tenían que luchar. La revuelta sería sofocada de forma sangrienta.

Las Transformaciones Políticas de la Posguerra y los Años Veinte

La Gran Guerra fue la primera guerra total. La guerra supuso la bancarrota. Los vencedores habían contraído una enorme deuda que esperaban pagar con las reparaciones exigidas a los vencidos. La hiperinflación, durante 1922-1923, destruyó el tejido socioeconómico de Alemania y de sus antiguos aliados. En la posguerra fue preciso aumentar las exportaciones y disminuir el consumo.

Durante 1918 y 1919, una pandemia de gripe causó entre cincuenta y cien millones de víctimas, uno de los mayores desastres demográficos de la historia de la humanidad, y esta epidemia generó una altísima tasa de mortalidad. El armisticio coincidió con el apogeo de la epidemia.

En los años veinte, se produjo un avance de la democracia. El número de votantes se duplicó gracias al voto femenino. Sin embargo, también surgieron ideologías totalitarias como el comunismo y el fascismo. La fragmentación de las fuerzas políticas dificultaba el gobierno de estas frágiles democracias. Al final de la década, en muchos países del este y del sur de Europa se impusieron regímenes autoritarios.

Los Acuerdos de Locarno y la Dictadura de Primo de Rivera

La intransigencia de los vencedores en la cuestión del pago de compensaciones llevaría a la ocupación franco-belga del Ruhr en 1923. Para impedir una nueva guerra, se firmaron los Acuerdos de Locarno de 1925. El espíritu de Locarno significó el apogeo de la Sociedad de Naciones. Puede también considerarse el precedente del espíritu europeísta.

De 1923 a 1930, el general Miguel Primo de Rivera estableció en España una dictadura militar. En sus primeros años, la dictadura contó con cierta popularidad. Obtuvo su mayor logro: la pacificación del protectorado de Marruecos, gracias a la colaboración de Francia y al desembarco de Alhucemas, en 1925. El dictador aprovechó la coyuntura económica favorable para mantener su poder. Sin embargo, la crisis de 1929 afectó a España. A comienzos del año 1930, el dictador presentó su dimisión al rey y se exilió.

Alfonso XIII intentó volver a la normalidad constitucional. Pero la dictadura arrastró consigo a la monarquía. En el pacto de San Sebastián, republicanos y socialistas se pusieron de acuerdo para derribarla. La dictadura de Primo de Rivera no era fascista. Su hijo, José Antonio, fundaría en 1933 el partido fascista español, la Falange, que tendría un papel importante en el estallido de la Guerra Civil y en la dictadura franquista.

La Revolución Rusa: Trotski vs. Stalin

Trotski propugnaba la revolución permanente, en la que la URSS debía ser la plataforma desde la que en un futuro próximo se extendería la revolución al resto del mundo. Stalin impuso la estrategia del socialismo en un solo país, es decir, los proletarios del mundo debían contribuir, en primer lugar, a la consolidación del comunismo en Rusia. Finalmente, en 1929, Stalin salió vencedor de la pugna, y Trotski tuvo que exiliarse.

La Sociedad de Consumo y la Electricidad

Una de las razones de este fenómeno fue la racionalización de la producción, que abarató los costes. El trabajo se hizo más eficiente gracias a los métodos del taylorismo. La subida del nivel de vida se traducía en nuevos hábitos de consumo entre las clases populares, gracias al crédito y a la venta a plazos. Las empresas utilizaron la publicidad. La moda era otro método de fomentar el consumo.

La electricidad había tenido sobre todo un uso industrial. Ahora se ampliaba la red de distribución. En las grandes ciudades, la iluminación eléctrica sustituyó a las farolas de gas. En los hogares, la electricidad hizo posible la popularización de los electrodomésticos.

El Crac del 29 y la Gran Depresión

El Crac del 29 comenzó cuando algunos inversores se dieron cuenta de la fragilidad de la burbuja especulativa. El 28 de octubre de 1929, conocido como el Jueves Negro, se desató el pánico en la bolsa de Nueva York. En unas horas se perdieron millones de dólares. Las empresas quebraban y cientos de miles de trabajadores se encontraron en la calle de la noche a la mañana.

El crac de la bolsa de Nueva York del 24 de octubre de 1929 supuso el arranque de una de las mayores crisis económicas de la historia. El Gobierno no intervino y su pasividad agravó la crisis; esperaba que el propio mercado restableciera el equilibrio. La bancarrota arrastró al sistema financiero internacional. La deflación (bajada de precios y salarios) constituye un síntoma de escasísima actividad económica. La producción industrial cayó en picado en todo el mundo. En 1932, Estados Unidos y Alemania producían poco más de la mitad. El paro afectó a cuarenta millones de personas en todo el mundo.

El Cubismo

El cubismo, representado por artistas como Pablo Picasso y Juan Gris, se caracteriza por la descomposición de los volúmenes en formas angulosas.

Los Gobiernos Totalitarios y el Estalinismo

En la década de 1930, las ideologías comunista y fascista se radicalizaron aún más. Aunque entonces se las veía como extremos opuestos, se utiliza el término totalitarismo para englobar las formas más extremas de estas ideologías, como el estalinismo y el nacionalsocialismo. El totalitarismo supone la negación del Estado de derecho. El fin último del totalitarismo es un poder ilimitado y total sobre la población.

Características del Estalinismo

  • Culto a la personalidad del líder: A Stalin se le rendía una adoración casi religiosa.
  • Policía política: Existía una red de terror, espionaje y delación.
  • Represión: Destaca La Gran Purga, entre 1936 y 1938.
  • Manipulación de la historia.

En 1928, Stalin decretó el fin de la Nueva Política Económica (NEP) y su sustitución por planes quinquenales, que tenían como objetivo la industrialización acelerada.

La Segunda República Española y la Guerra Civil

El 12 de abril de 1931 se celebraron las primeras elecciones libres desde el golpe de Primo de Rivera. Alfonso XIII abandonó el país. El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República. Por primera vez, las mujeres podían presentarse como candidatas. Las elecciones se celebraron en junio y dieron el triunfo a los partidos de centroizquierda.

Consecuencias de la Guerra Civil Española

  • Demográficas: A la cifra de muertes violentas, que se estima en unas quinientas mil, hay que añadir el aumento de la mortalidad general, causado por la escasez y las penurias, los no nacidos y los exiliados. En conjunto, las pérdidas demográficas llegarían a un millón de personas.
  • Económicas: Fueron muy graves, en especial la pérdida de cosechas, la paralización de la actividad industrial, el colapso del comercio, la pérdida de reservas y el endeudamiento por la compra de armamento en ambos bandos.
  • Represión: Se ejerció en ambas zonas, republicana y nacional, sobre los respectivos adversarios. Los asesinatos que se produjeron tenían rasgos comunes, pero también considerables diferencias.

En la zona republicana, la falta de autoridad del Gobierno permitió que grupos incontrolados llevasen a cabo procedimientos represivos que acabaron con la vida de miles de civiles, sobre todo religiosos, políticos de derechas y grandes propietarios. La mayoría de estos crímenes fueron al principio, y entre ellos destacan el asalto a la cárcel Modelo de Madrid y el fusilamiento de prisioneros políticos en Paracuellos.

En la zona nacional, la represión fue sistemática y alentada desde el poder como estrategia de dominación.

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