De la Crisis de 1898 a la Guerra Civil Española: Causas y Desarrollo de la Segunda República

De la Crisis de 1898 a la Segunda República Española

Tras la grave derrota de España ante EE. UU. en 1898, se produjo la crisis del 98. Sus repercusiones inmediatas no fueron tan graves como se esperaban, pues fue sobre todo una crisis moral e ideológica. Algunas de las consecuencias que tuvo la crisis fueron el crecimiento de los movimientos nacionalistas, sobre todo en el País Vasco y Cataluña, el antimilitarismo y el anticlericalismo. En esta situación, surgió una corriente conocida como regeneracionismo, que consideraba que la sociedad y la política españolas, muy influidas por la doctrina católica, no favorecían ni la modernización de la cultura ni el desarrollo de la ciencia, por lo que era precisa la regeneración del país. El mayor exponente del movimiento regeneracionista fue Joaquín Costa.

En este periodo se produjo el fin del sistema canovista que, unido a la aventura de España en el norte de África, provocó una alta conflictividad social en el país. En 1921 el ejército español, durante su aventura en África, sufrió una grave derrota en Annual, donde se produjeron unas 13.000 bajas. Tras esto, en 1923, el gobierno decide pedir responsabilidades sobre este último suceso, y se elabora el informe Picasso, que no llega a las Cortes debido al golpe de Estado de Primo de Rivera. Comienza entonces una dictadura militar que duraría hasta 1930. Tras el fracaso de la dictadura, Alfonso XIII nombra jefe de gobierno a Berenguer, el cual mantuvo un régimen dictatorial suavizado conocido como la dictablanda. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián entre todos los opositores a la monarquía y en enero de 1931 Aznar sustituye a Berenguer y convoca elecciones municipales para abril. Los candidatos al Pacto de San Sebastián triunfaron en las principales ciudades y Alfonso XIII se exilió.

Proclamación de la Segunda República Española (1931)

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en España mediante sufragio universal masculino en las que las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en las grandes ciudades. En Madrid, los representantes de los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián constituyeron un gobierno provisional, que el día 14 proclamó oficialmente la Segunda República Española. Dicho gobierno estaba presidido por Niceto Alcalá Zamora y su ministro más destacado fue Manuel Azaña.

El gobierno provisional convocó inmediatamente elecciones generales para el día 28 de junio. Paralelamente, el gobierno decretó una serie de medidas de extrema urgencia: se realizó una reforma en la administración pública, se aprobó una legislación destinada a mejorar la situación laboral del campesinado y se empezó a planificar la reforma educativa. También se llevaron a cabo medidas para reformar el ejército y para mantener el orden público, como la creación de la Guardia de Asalto.

Finalmente, el 28 de junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones generales. Las urnas dieron una clara mayoría a la coalición republicano-socialista. Se inició entonces un nuevo periodo conocido como Bienio Progresista.

El Bienio Progresista (1931-1933): Reformas y Oposición

Manuel Azaña sustituyó a Niceto Alcalá Zamora como jefe de gobierno y este fue elegido Presidente de la República. En 1931 se elaboró una nueva Constitución de carácter democrático y progresista que fue aprobada en diciembre de 1931. Presentaba los siguientes rasgos:

  • Se declara la soberanía popular, la división de poderes y el sufragio universal masculino y femenino.
  • Recogía una amplia declaración de derechos y libertades.
  • Se constituye un Estado laico.
  • Se establece el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía.

El nuevo gobierno emprendió un amplio programa de reformas. En el ámbito religioso destaca la Ley de Congregaciones que limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas. Además, se produjo la disolución de los jesuitas y sus bienes fueron nacionalizados. Estas reformas contaron con la oposición de la Iglesia, quien se resistía a aceptar la concepción laica del Estado. Esto realimentó el anticlericalismo de una parte del pueblo y se produjeron numerosas quemas de conventos e iglesias.

En cuanto al ejército, se aprobó la Ley de Retiro de la Oficialidad que establecía que todos los oficiales en activo debían prometer su adhesión a la República, pero se les daba la posibilidad de retirarse con el sueldo íntegro si así lo deseaban.

Asimismo, las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña.

El gobierno progresista contaba con la oposición de los sectores conservadores y tradicionalistas, lo que hizo que se organizaran en diversos partidos o agrupaciones políticas. De nuevo, las fuerzas conservadoras recurrieron al tradicional método de la insurrección militar y el general Sanjurjo intentó un golpe de Estado en Sevilla en 1932, que fracasó.

En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto sitió y mató a un grupo de campesinos anarquistas. El escándalo consiguiente llevó al gobierno a la decisión de convocar nuevas elecciones en noviembre de 1933.

El Bienio Conservador o Bienio Negro (1933-1936) y la Revolución de 1934

El 18 de noviembre se celebraron elecciones generales. Alcalá Zamora siguió siendo presidente de la República y Lerroux se convirtió en jefe de gobierno. La CEDA de Gil Robles apoyó al gobierno desde el Parlamento. Lerroux inició una política de rectificación de las reformas del bienio anterior: se paralizaron la reforma agraria, la reforma militar y las reformas educativas; se produjo la conciliación con la Iglesia católica y se produjeron enfrentamientos con los nacionalismos periféricos.

Durante este periodo, la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera se fusionó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista de Ledesma. A su vez, el enfrentamiento político provocó que España se polarizara entre las derechas y las izquierdas. La creciente tensión culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934. Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda llamó a la huelga general contra el gobierno.

El movimiento fracasó en las grandes ciudades, pero triunfó en Asturias, donde se convirtió en una verdadera revolución organizada por la UGT y la CNT. En la Revolución de Octubre se produjeron más de 1.300 muertos y el doble de heridos.

La aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones a Cortes en febrero de 1936.

El Frente Popular y el Camino hacia la Guerra Civil (1936)

Tras las elecciones, la victoria fue para el Frente Popular. Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República y se formó un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda. El nuevo gabinete puso de nuevo en marcha las reformas llevadas a cabo durante el Bienio Progresista.

La conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba. Por un lado, había una trama política conformada por los principales líderes de los partidos: Gil Robles, Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera… Por otro lado, crecía el número de generales implicados: Franco, Sanjurjo, VarelaEmilio Mola se convirtió en el jefe de la conspiración.

El asesinato de un oficial de la Guardia de Asalto, el teniente Castillo, el 12 de julio, y su consiguiente respuesta, el asesinato de Calvo Sotelo, hicieron que el enfrentamiento fuera inevitable.

El Fracaso de la República y el Estallido de la Guerra Civil

El resultado de las elecciones del 12 de abril de 1931 dio la victoria a las fuerzas republicanas en la mayoría de las grandes ciudades. Ante esta situación, el rey Alfonso XIII renunció a la Corona, abandonó España y el 14 de abril se proclamó la República. El nuevo régimen fue recibido con un gran entusiasmo popular y con la esperanza de iniciar un cambio radical en la vida política española, pero la República nació en circunstancias difíciles. En el ámbito internacional, el mundo debía hacer frente a la crisis más grave del capitalismo, tras el crac bursátil de 1929, y en Europa el fascismo ponía en peligro los sistemas democráticos.

La falta de tradición democrática en España, la conflictividad social, la lentitud de las reformas y la oposición de los grupos conservadores condujeron a la República hacia tensiones sociales y la inestabilidad política. Entonces la derecha, la Falange Española, asumió un fuerte protagonismo, fomentó un clima de enfrentamiento civil y recurrió a la violencia callejera, utilizando la “dialéctica de los puños y las pistolas” en palabras del propio José Antonio Primo de Rivera.

Este clima de violencia fue el detonante para que entre los sectores más conservadores pensaran que el golpe de Estado militar era la única solución, por lo que se produjo una acción golpista que se inició el 17 de julio de 1936 y provocó una larga Guerra Civil de enorme repercusión internacional.

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