De la Revolución Gloriosa a la Primera República Española: El Sexenio Democrático

El Sexenio Democrático (1868-1874): Intentos Democratizadores en España

El Sexenio Democrático, también conocido como Sexenio Revolucionario, es un periodo crucial en la historia de España del siglo XIX, marcado por profundos cambios políticos y sociales. Abarca desde la Revolución de 1868, que derrocó a Isabel II, hasta la Restauración borbónica en 1874.

Crisis del Sistema Isabelino

A mediados de la década de 1860, el sistema isabelino entró en crisis debido a una combinación de factores económicos y políticos:

  • Crisis económica (1866): La crisis europea afectó a España, provocando la quiebra de bancos, empresas ferroviarias e industrias. La escasez de algodón impactó en la industria textil. Esto generó un aumento del malestar social.
  • Crisis política: El régimen político era poco representativo y los gobiernos recurrían a la represión. Los progresistas se alejaron del régimen y los unionistas dejaron de participar en la alternancia política. Las críticas aumentaron debido al enriquecimiento de las élites y la influencia de camarillas en torno a la Reina.

La oposición, formada por progresistas, demócratas y unionistas, firmó el Pacto de Ostende (1866). Se comprometieron a derrocar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino. Solo los moderados permanecieron leales a la Reina.

La Revolución de 1868 («La Gloriosa»)

El 18 de septiembre de 1868, el almirante Topete se sublevó en Cádiz al grito de «¡Viva España con honra!». La conspiración contó con el apoyo de generales exiliados como Juan Prim. Las guarniciones andaluzas se unieron a la sublevación y se formaron Juntas Revolucionarias. Barcelona se sumó al día siguiente. En Madrid, la Junta Revolucionaria esperó al enfrentamiento del ejército gubernamental con los sublevados en la batalla del puente de Alcolea. Tras la victoria revolucionaria, se organizaron milicias populares, los Voluntarios de la Libertad.

El 7 de octubre, los militares sublevados, liderados por Prim, Serrano y Topete, entraron en Madrid y formaron el primer Gobierno provisional revolucionario. Isabel II huyó a Francia, marcando el fin de la monarquía.

La Constitución de 1869

El Gobierno provisional, presidido por Prim, con Serrano como Regente, convocó elecciones a Cortes Constituyentes. Se estableció el sufragio universal masculino (mayores de 25 años). Las elecciones de enero de 1869 dieron una mayoría monárquica, aunque las ciudades se inclinaron por el republicanismo.

Se creó una comisión para redactar un proyecto de Constitución. El proyecto fue aprobado, pero generó debates sobre temas como la libertad religiosa, las relaciones Iglesia-Estado y el tipo de régimen (monarquía).

La Constitución de 1869 fue un modelo de constitución democrática, con un sistema bicameral (Congreso y Senado). Los primeros 26 artículos se dedicaron a los derechos individuales.

Tras la aprobación de la Constitución (6 de junio), Prim inició la búsqueda de un candidato al trono. Se reprimió a los republicanos y se desarmó a los Voluntarios de la Libertad. La proclamación de la Constitución monárquica fue recibida con frialdad en las ciudades republicanas. Hubo manifestaciones violentas y alzamientos armados. La situación en el campo también era tensa, con la aplicación de la «ley de fugas» por parte de la Guardia Civil. El carlismo se reactivó y hubo agitación obrera en las ciudades. En Cuba, estalló una insurrección nacional.

El Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)

Se descartó a los Borbones. El primer candidato fue el duque de Montpensier, pero no fue aceptado por los líderes revolucionarios. El segundo candidato fue el príncipe Leopoldo de Hohenzollern, lo que desencadenó un conflicto entre Francia y Prusia, manipulado por Bismarck. Este incidente fue el casus belli de la guerra franco-prusiana (1870-1871).

Finalmente, se eligió a Amadeo de Saboya, quien aceptó la Corona como Amadeo I. El 30 de diciembre de 1870, Amadeo desembarcó en Cartagena, el mismo día que recibió la noticia del asesinato de Prim, su principal valedor. Amadeo fue recibido como un monarca extranjero, aunque se mostró dispuesto a gobernar según la Constitución de 1869.

El joven monarca italiano desconocía la lengua y las costumbres españolas. No fue aceptado por grupos de presión como la nobleza. La coalición política que lo apoyaba se fracturó. Los carlistas intensificaron su guerra. La burguesía temía el avance de una revolución proletaria. Amadeo no logró controlar la situación política. En 1872, aumentaron las sublevaciones republicanas.

El 10 de febrero de 1873, Amadeo abdicó, alegando la incapacidad de solucionar las luchas civiles y su negativa a gobernar «fuera de la ley». Devolvió la Corona a las Cortes, quienes proclamaron la República.

La Primera República Española (1873-1874)

La Asamblea designó a Estanislao Figueras como presidente de una república unitaria. Su objetivo era convocar Cortes Constituyentes.

Figueras enfrentó graves problemas: una Hacienda exhausta, la guerra carlista, el problema de Cuba y un Ejército reacio a colaborar. A pesar de ello, implementó medidas democráticas, como una amnistía, la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y la supresión de las quintas.

La República unitaria carecía de apoyo popular. Las elecciones a Cortes dieron el triunfo a los republicanos federales. El 1 de junio, Figueras devolvió el poder a las Cortes, que proclamaron la República Democrática Federal, con Pi i Margall como presidente.

Surgieron discrepancias entre los republicanos federales sobre la organización de la España federal (dividida en 17 estados, incluyendo Cuba y Puerto Rico). Los «transigentes», liderados por Pi i Margall, priorizaban el orden social antes de construir la república federal «desde arriba». Los «intransigentes» defendían construir la federación «desde abajo».

Ambos grupos presentaron proyectos de constitución federal, pero el de los intransigentes fue rechazado. Estos se retiraron de las Cortes el 1 de julio. Pi i Margall intentó aprobar el proyecto transigente, pero no lo logró.

La Revolución Cantonal

La retirada de los intransigentes desencadenó la revolución cantonal. Este movimiento político estalló en Cartagena y se extendió por Valencia, Murcia, Andalucía, Salamanca, Toledo y, en menor medida, en Ávila. Se formaron cantones (estados independientes federados en la Federación Española). En Extremadura, se promovió la creación de un cantón ligado a Lusitania.

El cantonalismo era un movimiento de la pequeña burguesía con influencia del movimiento obrero, especialmente anarquista. Defendía un federalismo radical y la creación de ciudades o confederaciones de ciudades independientes. Buscaba dar poder de decisión a las regiones y acabar con el centralismo.

Pi i Margall dimitió el 18 de julio, desbordado por la revolución cantonal. Le sucedió Salmerón, quien se centró en restablecer el orden militarmente y reprimir los movimientos obreros internacionalistas. Era la reacción de los republicanos unitarios, defensores del «orden social».

La República giró a la derecha. Salmerón dimitió por problemas de conciencia (se negó a firmar penas de muerte). Emilio Castelar fue elegido nuevo presidente. Su programa se centró en restablecer el orden, ya que persistían la guerra carlista y la de Cuba.

El giro a la derecha de Castelar llevó a los diputados de izquierdas a intentar su dimisión. Este intento fue interrumpido por el golpe de Estado del general Pavía (enero de 1874), quien disolvió las Cortes republicanas.

Castelar dimitió. Se nombró un gobierno nacional dirigido por Serrano, con poderes dictatoriales. Se desarrolló un movimiento de restauración de la Monarquía en torno a Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II.

El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos se pronunció en Sagunto a favor de la Restauración de la Monarquía borbónica, poniendo fin al Sexenio Democrático.

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