9.2. LA CRISIS DE 1640
Desde el comienzo del reinado de Felipe IV existía en Cataluña un descontento porque el rey quiso exigir a la Diputación General un impuesto extraordinario y ésta se negó alegando que tenía que ser aprobado previamente por las Cortes. La situación se endurecíó con motivo de la estrategia del Conde-duque de Olivares al que, comenzada la guerra con Francia en 1635, se le ocurríó crear un segundo frente en la frontera catalana que obligara a Richelieu a disminuir la presión sobre Flandes. Obligó a Cataluña a poner en pie un ejército con sus propios medios y como se la veía incapaz de sostener por sí sola la lucha contra Francia, envió a los tercios, en su mayor parte italianos poco disciplinados, que cometieron numerosos abusos. El día 12 de Junio de 1640, día del Corpus, entraron en Barcelona 3.000 segadores y atacaron a los tercios. El Virrey, conde de Santa Coloma, fue asesinado y la situación se repitió en otras ciudades catalanas. La respuesta de Madrid fue el castigo y la de Cataluña la secesión, constituyéndose en República bajo la protección de Luis XIII de Francia. Olivares puso en marcha de forma apresurada un ejército que fracasó ante Lérida. Al año siguiente cayó el valido, siendo sustituido por su sobrino Luis de Haro. Finalmente, tras 12 años de guerra, las tropas de Felipe IV entraron en Barcelona (1652) poniendo fin al intento secesionista catalán.Los perjuicios ocasionados al comercio y colonias portuguesas, las tendencias centralizadoras de Olivares, el aumento de la presión fiscal para sostener el Imperio español en Europa y la ambición del duque de Braganza están entre las causas de la sublevación de Portugal.
La gota que colmó el vaso fue la recluta ordenada por Olivares para la guerra de Cataluña. El 1 de Diciembre de 1640 los portugueses deponen a la Virreina y el duque de Braganza es proclamado rey con el nombre de Juan IV. De inmediato, Inglaterra, Francia y los Países Bajos reconocieron al nuevo rey. Debido al esfuerzo que los Austrias estaban realizando en Europa no pudo enviar tropas a Portugal hasta 1660, cuando ya era demasiado tarde. En 1668 la corona española reconocía la independencia del reino portugués. Derrotada en todos los frentes y con una monarquía debilitada tanto en el exterior como en el interior surgen otras intentonas secesionistas. En Andalucía, el marqués de Ayamonte y sobre todo el duque de Medina Sidonia pretendieron formar un reino independiente inspirándose en el modelo portugués (1641) El de Ayamonte fue decapitado y Medina Sidonia fue desterrado. En Aragón se habló de asesinar al rey y proclamar como soberano al duque de Híjar (1648). Los cabecillas del movimiento fueron ejecutados y el duque de Híjar encarcelado. También hubo tumultos en Valencia y en Navarra, Iturbide intentó también la secesión (1648). En Nápoles y Sicilia la sublevación fue sofocada en 1648 por don Juan José de Austria tras abolir los impopulares impuestos con que habían gravado al país para hacer frente a los ingentes gastos de guerra en tiempos de Olivares.
9.3. EL OCASO DEL Imperio ESPAÑOL EN Europa
Los objetivos de la política exterior de los Austrias españoles durante el Siglo XVII fueron: La defensa de su patrimonio La protección del catolicismo allí donde estuviera en dificultades frente a luteranos y calvinistas La defensa del monopolio comercial en América. No obstante, la situación había cambiado con respecto al siglo anterior, surgiendo nuevos factores a tener en cuenta: La escasez de recursos financieros obligó a restringir el alcance de la política exterior. Las necesidades de financiación incrementaron la presión fiscal en todos los reinos y, debido a la guerra y al asalto a las posesiones americanas y a las flotas de Indias, disminuyeron las remesas de plata americana. La pérdida de efectivos militares fruto de la crisis demográfica que afectó a todos los reinos. Cada vez era más difícil encontrar voluntarios y hubo que recurrir a las impopulares levas forzosas, provocando desinterés y falta de preparación. La situación se agravó en la segunda mitad del siglo, producíéndose continuas derrotas militares.
Holandeses, franceses e ingleses atacaron las posesiones ultramarinas de Castilla y Portugal, establecíéndose en la Guayana y en algunas islas del Caribe. España reacciónó aumentando la protección de la flota de Indias, defendiendo el istmo de Panamá y fortificando las ciudades estratégicas, empleando unos recursos económicos que hubo de distraer de la Península y de Europa.
Portugal, tras su independencia, se convirtió en un enemigo más. Ante tal acumulación de rivales el esfuerzo súperó las posibilidades de triunfo del Imperio español. En este contexto internacional, durante el reinado de Felipe III se firmó la paz con Inglaterra (1604) y con los Países Bajos rebeldes (1609: Tregua de los Doce Años)
Felipe IV aconsejado por Olivares reanudó la guerra contra los Países Bajos (Provincias Unidas) en 1621 con el propósito de recuperar el prestigio perdido. También estrecho lazos con los Habsburgo de Viena, a los que se consideraba aliados imprescindibles para defender las posesiones de Italia y Flandes. Ello le llevó a involucrarse desde el principio en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que enfrentó a los católicos Habsburgo con los príncipes protestantes alemanes y sus aliados (primero Dinamarca y después Suecia). En 1635 cuando la situación parecía estabilizada a favor de los Habsburgo, Francia decide entrar en guerra. Agobiada por las sublevaciones de Cataluña y Portugal y multiplicados los rivales en Europa (Países Bajos, Francia, los príncipes protestantes alemanes, Inglaterra) los tercios españoles serían derrotados, siendo Rocroi (1643) la primera de ellas. En 1648 se firma la Paz de Westfalia en la que los Habsburgo reconocen la derrota. España aceptaba la independencia de las Provincias Unidas y Francia se convierte en la potencia hegemónica europea. No obstante España seguía en guerra con Francia y Portugal y Cataluña continuaban con sus afanes independentistas. En 1659 Felipe IV firma con Francia la Paz de los Pirineos, cediendo varias plazas de Flandes, el Rosellón y la Cerdaña. Con Portugal se firma la paz en 1668 (Tratado de Lisboa): se reconoce la independencia lusa y, en este contexto, Ceuta que pertenecía a Portugal quedó como plaza española. El acoso de Francia continuó con el nuevo rey francés Luis XIV, producíéndose cuatro guerras en las que España perdíó buena parte del Flandes español y la totalidad del Franco Condado. Aunque la ausencia de guerras favorecíó la recuperación interna, la situación exterior era precaria. Para 1700 el Imperio español se convirtió en el objetivo del resto de potencias europeas. Con motivo de la Guerra de Sucesión a la Corona de España (1700-1713) el reparto del mismo sería una realidad
10.1 LA GUERRA DE SUCESIÓN Y EL SISTEMA DE Utrecht
Causa principal: la sucesión de Carlos II.
Su muerte, el día 1 de Noviembre de 1700, desencadenó una guerra que las intrigas realizadas por Luis XIV de Francia y Leopoldo de Austria habían preparado. La dinastía de los Habsburgo todavía gobernaba el mayor estado territorial, con sus dominios europeos y americanos. Los dos contendientes se preparaban para repartírselo y de paso garantizarse la hegemonía en Europa, con lo que se podía romper el equilibrio defendido por Inglaterra y Holanda. Los candidatos a ocupar el trono eran Felipe de Borbón, duque de Anjou y nieto de Luis XIV y segundo hijo del Delfín (el heredero francés) de Francia, y el archiduque Carlos, segundo hijo del emperador Leopoldo I de Austria. Para evitar la rivalidad Carlos II hizo testamento a favor de José Fernando de Baviera, pero su repentina muerte en 1699 volvíó a plantear el dilema. El 2 de Octubre de 1700 Carlos II se decidíó por Felipe de Borbón con la promesa de no repartir la Corona y renunciar al trono francés, para evitar una posible futura uníón de España y Francia. Luis XIV aceptó el testamento de inmediato y el 16 de Noviembre Felipe fue reconocido como rey de España en Versalles con el nombre de Felipe V. Leopoldo I rechazó la nuevo rey y rompíó relaciones diplomática con Francia. La llegada del joven rey fue recibida con entusiasmo pues tras él se encontraba el estado europeo más poderoso del momento y se tenía la esperanza de solucionar los graves problemas del país y frenar su decadencia. Pero Luis XIV tomó una serie de decisiones que precipitarían la guerra: Mantuvo los derechos sucesorios de Felipe V al trono francés Asumíó el gobierno de los Países Bajos españoles y ocupó militarmente una franja de seguridad en Flandes, entre Francia y Holanda Consiguió importantes privilegios comerciales para los comerciantes franceses en las colonias españolas que perjudicaban los intereses de Inglaterra y Holanda Marcó las directrices de la política interna española que se organizó según el modelo francés, a través de consejeros como el ministro Orry o la princesa de los Ursinos.
La guerra
En respuesta a Luis XIV se organizó una alianza entre el Imperio, Holanda e Inglaterra en Septiembre de 1701, que apoyaba al archiduque Carlos como rey de España.
La guerra se dirimíó en dos frentes: Europa y España. En Europa, Luis XIV hubo de hacer frente a la coalición con sus fuerzas, se dirimía la hegemonía europea. En España la guerra adquiríó tintes de Guerra Civil entre los partidarios de continuar con el Estado pactista de la monarquía de los Habsburgo y los defensores de implantar el estado centralista de los Borbones, según el modelo francés. Los primeros enfrentamientos se produjeros en Italia (1701) entre franceses y austriacos. El desembarco del contingente inglés del duque de Marlsborough en Holanda dio a la guerra una dimensión continental. Saboyá y Portugal se unieron a la alianza antifrancesa en 1703. En 1704, una flota aliada, tras intentar tomar Cádiz, ocupó Gibraltar en nombre del archiduque Carlos, quedando hasta ahora bajo dominio inglés. Mientras en Europa los ejércitos franceses eran derrotados, España se dividía: Castilla, en líneas generales, apoyó a Felipe V con la excepción de algunas familias nobles, temerosas de perder sus privilegios Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca se sublevaron contra Felipe V a favor del archiduque. Los ejércitos aliados realizaron ofensivas desde Portugal para tratar de ocupar Madrid y desde el Mediterráneo apoyaron la sublevación de la Corona de Aragón. Desembarcado el Lisboa, el archiduque Carlos se puso al frente del ejército aliado. Ante la amenaza procedente desde Portugal y Aragón, Felipe V abandona Madrid (1706) que fue ocupada por el archiduque, siendo proclamado rey como Carlos III. Felipe la recuperó gracias al apoyo castellano y Carlos se refugió en Valencia. La victoria de Almansa, conseguida gracias al apoyo del ejército francés destacado en España, permitíó al Borbón controlar Aragón y Valencia, decretando la abolición de sus fueros (Junio de 1707). La situación en Europa no podía ser peor para Luis XIV y empezó a pedir la paz, pero las condiciones que le presentaron resultaron inaceptables (expulsión de su nieto del trono español) y continuó la guerra. En 1710, la retirada de las tropas francesas permitíó una nueva ofensiva aliada desde Cataluña hasta Madrid, donde nuevamente se instaló el archiduque. Una ofensiva de Felipe V sobre Madrid, venciendo en Brihuega y Villaviciosa, le permitíó recuperar la capital, volvíéndose luego contra Cataluña. Pero en 1711 un acontecimiento inesperado resultó decisivo: la muerte del emperador José I de Austria y el ascenso al trono de su hermano el archiduque Carlos. Holanda e Inglaterra, temerosos de una reedición del Imperio de Carlos V, cambiaron de bando y aceptaron a Felipe V como rey de España. Comenzaron las negociaciones de paz, aunque en España proseguía la guerra. Cataluña, abandonada por los aliados, resistíó hasta la caída de Barcelona el 11 de Septiembre de 1714. Mallorca e Ibiza capitularon en Junio de 1715.
La paz de Utrecht
El 11 de Abril de 1713, en Utrecht y Rastatt, se firmaron una serie de tratados entre Felipe V, Francia y las potencias aliadas.
Decisiones: Felipe V es reconocido como rey de España, tras renunciar a sus derechos al trono francés Las posesiones españoles en Europa fueron repartidas: Flandes, Milán y Nápoles pasaron a Austria, también Cerdeña, que luego cambió por Sicilia. Inglaterra mantuvo sus conquistas: Gibraltar y Menoría, y además obtuvo el asiento de esclavos africanos en América y un navío de permiso anual con América, rompiendo el monopolio español Portugal recibíó la colonia de Sacramento Se sancionaba el equilibrio europeo entre Francia y el Imperio bajo la supervisión de Inglaterra.
10.2. CAMBIO DINÁSTICO. LOS PRIMEROS BORBONES
Instalado como rey de España, Felipe V, dirige sus actuaciones a:
Convertir la monarquía confederal hispánica en un estado centralizado, tomando como modelo la administración francesa y como territorio unificador, Castilla. Introducir en la Corte española las costumbres francesas. Recuperar parte de los territorios perdidos en Utrehct: política mediterránea. Preservar el Imperio español en América, reforzando la flota y las instituciones coloniales. Adoptar el modelo cultural francés Desechados los consejeros franceses e italianos de sus primeros años de reinado, comienza a confiar en los ministros españoles como Patíño, especialmente cuando ve que sus aspiraciones al trono francés se ven truncadas. En 1724 abdica en su hijo Luis I, pero la muerte repentina de éste, le hace recuperar el trono, que no dejará hasta 1746, año en que le sucede Fernando VI, el primogénito de su segunda mujer Isabel de Farnesio. El nuevo rey mantiene la política interior de su padre, pero se mantendrá neutral en el exterior, pues su mayor preocupación fue la recuperación económica de España, bien aconsejado por los ministros Carvajal o Ensenada