Antes de dar inicio a esta década, el regente que estaba al mando de la política en España era Espartero, y lo fue así desde 1840 a 1843 donde el mismo decide dimitir por la grave crisis y por lo tanto se le adelanta la mayoría de edad a la Reina por este suceso. Durante la década moderada (1844 a 1854) se distinguen cinco grandes partidos políticos (carlistas, moderados, liberales, progresistas y demócratas) entre los que destacaron los moderaos que se caracterizan por la soberanía compartida, la centralización, la reconciliación con la Iglesia y el censo electoral, y los demócratas que se caracterizan por el sufragio universal masculino, la limitación de poderes, el apoyo a la milicia nacional, el apoyo a la elección de los poderes locales por la democracia y el apoyo de las clases medias y bajas.
En el sistema político de los partidos del reinado de Isabel II, partidos políticos eran agrupaciones de personas influyentes y poderosas con un gran nivel de individualismo, lo que lo llevo a divisiones internas y enfrentamientos entre los líderes, también estaban muy unidos a la prensa afín.
Este tipo de sistema se caracterizaba por la corrupción y el arreglo de la política electoral, el gran nivel de influencia de los líderes, el retraimiento y el uso de elementos simbólicos de raíz.
Los partidos ignoran la realidad social y por consecuencia de esto el pueblo era considerado analfabeto y pobre, eran simples espectadores de la vida política. Como consecuencia de ello el sistema electoral constaba de un porcentaje muy mínimo de votantes respecto al número total de españoles.
La maquinaria electoral estaba al servicio del gobierno por unas leyes electorales, estás hacían que los jefes políticos locales pudiesen negociar los resultados de las elecciones a cambio de favores.
Joaquín María
López fue nombrado presidente tras la dimisión de Espartero, este convocó unas elecciones y decidíó disolver la milicia nacional, anular las juntas revolucionarias y formar nuevos ayuntamientos.
López junto a Prim, ambos progresistas, deciden adelantar la mayoría de edad a la reina contando con la aprobación de Narváez. Con tan solo 13 años Isabel segunda inicia su reinado (1844).
Olozaga (progresista)
Fue nombrado Jefe de Gobierno, este profundiza las reformas. Después fue acusado de forzar a la reina para firmar la disolución de las Cortes tras este incidente puso fin a su carrera política y huye Portugal.
González Bravo (moderado)
, es nombrado presidente por Narváez este mostró gran dureza frente a los levantamientos progresistas. Él fue el responsable de la creación de la Guardia Civil (1843). Con la vuelta de María Cristina vuelve a tomar el poder Narváez.
Narváez dirigíó cuatro gobiernos hasta 1850 dónde fue relevado por Bravo Murillo, durante la década moderada (1844-1854) hubo grabes problemas en el partido moderado. Durante el mandato de Narvaez este modelo un Estado centralizado y uniforme en el que suspendíó la desamortización, elaboro el plan Pidal en 1845 el cual era un nuevo modelo educativo, creo una nueva Constitución el 1845 de corte moderado caracterizada por su liberalismo conservador, la unidad católica, el sufragio censitario, la supresión de la Milicia Nacional y la soberanía compartida; en la modelación de este estado también redactó leyes de administración local y provincial creo una nueva Ley de Hacienda y creó la Comisión Nacional de Codificación. Esto dio lugar a una nueva administración y aumento del número de funcionarios lo cual llevó a la práctica de las cesantías.
Mucha gente se puso en contra de Narváez y este se tuvo que enfrentar a ellos, dentro de este grupo había gente de su mismo partido, en cuál se podría dividir en tres tendencias: la primera central dirigida por Narváez, la segunda conservadora y autoritaria, y la tercera progresista (recibía el nombre de puritana), dirigida por Pacheco.
Pacheco estuvo al frente del gobierno durante un breve periodo desde 1847 hasta 1851, pero en la vuelta del general Narváez vuelve a tomar el poder y creó los gobernadores civiles y perfecciónó el sistema de corrupción electoral, tras vuelta se produzco un pronunciamiento en Madrid que se extendía Sevilla pero fracaso por su mala organización y la dura represión de Narváez. Estos acontecimientos coincidieron con el final de la segunda guerra carlista (1846-1849), lo que acentuó el autoritarismo de Narvaez que se convirtió en dictador con el voto de confianza del Consejo.
Bravo Murillo presidio el gobierno desde 1851 hasta 1852, durante ese periodo su principal objetivo consistíó en sanear la deuda pública, además creo una burocracia moderna.
En 1851 se firmó el Concordato con la Santa Sede que restablecíó las relaciones entre ambos estados el político y el de la iglesia.
Tras el fracaso de un intento de reforma constitucional y la desconfianza de la reina sobre Bravo Murillo este decide dimitir en 1852. Durante los dos próximos años habrá tres gobiernos diferentes, los que fueron incapaces de frenar el desgaste de los moderados.
Los casos de corrupción en el negocio de construcción del ferrocarril o las contratas del puerto de Barcelona, también incluyendo la corriente partidaria de unir las coronas de Portugal y España, todo eso alimento la desconfianza en el sistema. En ese clima político se fraguó la sublimación de 1854 que dio paso al bienio progresista.