Del Trabajo Primitivo al Capitalismo: Transformaciones Laborales a Través de la Historia

La Historia y los Fenómenos Sociales

Trabajo Primitivo Libre

Los pueblos primitivos, en sus primeros tiempos, tuvieron como único medio de subsistencia el apoderamiento de los frutos naturales, no cultivados.

Es el período de la caza y de la pesca, en el cual logran sobrevivir los más fuertes.

Posteriormente, el hombre evoluciona, perfecciona sus facultades intelectuales y es capaz de comprender la relación que existe entre el árbol que produce los frutos y la semilla desechada al aprovechar éstos. Esa relación de causa y efecto le enseña el cultivo de árboles, al principio, y plantas después, hasta adquirir los primeros rudimentos de agricultura.

Aprende también a domesticar animales, a valerse de sus productos y a buscar el alimento necesario para su subsistencia y acrecentamiento.

En busca del mejor pasto, el hombre primitivo se hizo nómade. Es la época del pastoreo. Ejemplos de pueblos nómades encontramos en los hebreos en la Antigüedad y en los árabes y gitanos de hoy.

El progreso de la civilización, su mayor cultura, riqueza y la posesión de bienes materiales difíciles de transportar, fueron transformando a estos pueblos nómades en sedentarios. Adquirieron la práctica adecuada para obtener un rendimiento del suelo que habitaban que les permitiera permanecer allí sin necesidad de ir a buscar alimentos a otras regiones. Aumentaron el número de sus ganados. Construyeron las primeras habitaciones estables y, posteriormente, las agruparon en forma de ciudades.

En esta época del hombre primitivo, totalmente independiente primero, formando grupos y tribus después, nómades al principio y sedentarios más tarde, el trabajo era libre y, generalmente, el hombre lo ejecutaba en el grado necesario para alimentarse él y su familia.

Esclavitud

La ambición de los pueblos que tenían menos bienes o tierras menos ricas que las de sus vecinos, o simplemente mayor valor guerrero que éstos, desató las primeras guerras que se conocen en el mundo. Como resultado de ellas, el vencedor no sólo se apropiaba de las tierras y bienes materiales del vencido, sino de las personas que componían su pueblo, y nace así la esclavitud, que es definida como “la apropiación del hombre por el hombre”.

En este segundo período, el de la esclavitud, la mayor parte del trabajo manual es ejecutado por esclavos, ya que se llega al concepto de que el trabajo es denigrante para el individuo libre, que se dedica en especial al arte de la guerra.

La esclavitud nacía principalmente de la guerra y de la captura del deudor por su acreedor. Toma gran auge en la Antigüedad y llega a su período de mayor florecimiento en los tiempos en que Grecia y Roma dominan el mundo.

Como recuerdo de tal institución quedaron grandes obras arquitectónicas, como las pirámides de Egipto, que fueron levantadas a costa de la pérdida de la vida de miles de esclavos.

La Historia nos señala varios hechos que actuaron conjuntamente sobre la institución de la esclavitud y que provocaron su caída. Ellos son:

  • El advenimiento del cristianismo, que proclamó el principio de la igualdad y reclutó sus primeros fieles precisamente entre los humildes y los esclavos;
  • El nacimiento sucesivo de pueblos guerreros que fueron destruyendo a otros más débiles, apoderándose de sus bienes y personas;
  • El vicio y la molicie en que poco a poco fueron cayendo los vencedores y que permitió ulteriormente su derrota militar y la invasión de otro pueblo guerrero más fuerte que los anteriores, que no practicaba la esclavitud y que venció en definitiva: los bárbaros.

Régimen de las Corporaciones

Desaparecida la esclavitud en la Antigüedad, es reemplazada lentamente por una nueva organización llamada Corporación.

El origen de este movimiento se asigna a los siglos X y XI, alcanzando su mayor desarrollo entre los siglos XIII y XV.

No obstante, la asociación de trabajadores libres coexistió con el sistema de la esclavitud. En Roma estaban agrupados en colegios (collegia), que nacieron en tiempos de Numa, segundo rey legendario de Roma, y comprendían los oficios de orfebres, caldereros, constructores, excavadores, zapateros, médicos, sastres, pintores, acarreadores, trabajadores del cuero, curtidores, etc.

Marco Aurelio les concedió el derecho a recibir legados y los estableció como personas jurídicas.

Posteriormente otros emperadores, en especial Alejandro Severo, transformaron todos los oficios en gremios, valiéndose de ellos como instrumentos de control gubernamental e incluso utilizándolos como colectores de impuestos.

En ciertos oficios nadie podía escapar a ser miembro de un gremio. No lo podía abandonar e incluso podía ser obligado a volver a él. Sus miembros eran llamados hermanas o hermanos. Cuando fueron utilizados en la percepción de impuestos, se les asignó un prefecto oficial como director. Tales gremios romanos tenían sitios especiales de reunión o centros sociales.

A pesar de los diferentes oficios y formas que revestían, los gremios se caracterizaban por satisfacer necesidades de carácter esencial, como la alimentación y el vestuario, y llegaron a ser instituciones no sólo aceptadas sino indispensables en la vida de los pueblos y ciudades.

El trabajo se ejecutaba en forma familiar, dirigido por el maestro que hacía las veces de jefe de esta familia de trabajadores.

Los gremios en la ciudad tenían una base esencialmente cristiana y religiosa. Se agrupaban los trabajadores alrededor de un santo, que elegían como patrono, cuya fiesta se celebraba como día de la asociación.

Existían tres grados o peldaños en esta organización: los aprendices, que eran los que se iniciaban en el oficio; los compañeros, que eran los obreros que realmente ejecutaban el trabajo, y los maestros, que lo dirigían.

Una vez aprendido el oficio, el aprendiz se elevaba a la categoría de compañero, y al ejecutar una obra calificada como maestra, podía adquirir la categoría de maestro, siempre que demostrara especiales aptitudes para el oficio y condiciones sobresalientes de moralidad.

Los gremios se regían por estatutos propios, gozaban de privilegios y monopolios, reales o municipales, y podían asociarse entre sí, formando las federaciones poderosas de carácter internacional llamadas Universitate Mercatorum.

El gremio alcanzó un gran éxito debido a que aseguraba el trabajo permanente a sus asociados, ya que gracias a los monopolios y privilegios de que gozaba podía regular el mercado en el cual colocaba sus productos, mercado que, por lo demás, en la época de auge de los gremios era reducidísimo.

La decadencia de los gremios sigue a su esplendor. Desaparecen los principios que los habían inspirado: se olvidan los sentimientos religiosos y de fraternidad; los maestros pretenden conservar para su familia la dirección de la asociación; comienzan las luchas entre gremios competidores, y los gremios demuestran una desmedida ambición política.

Además de estas causas internas que indudablemente contribuyeron a la destrucción de los gremios, existen otras, de mayor gravedad, factores externos locales o internacionales, que causaron al final la desaparición de los gremios y, aún más, la prohibición de volver a asociarse impuesta a los trabajadores. Tales factores son:

  • El cercado de los campos libres y comunales;
  • La confiscación de las haciendas monásticas;
  • La revolución comercial;
  • La política mercantilista de las potencias europeas;
  • La revolución agrícola;
  • La época de la Ilustración;
  • Los descubrimientos de nuevas tierras;
  • El desarrollo del comercio y de las comunicaciones con Oriente y América;
  • La Reforma;
  • La acuñación de monedas con oro de América;
  • La creación de las primeras manufacturas reales;
  • Y, por último, la Revolución Francesa.

Trabajo Libre dentro del Régimen Capitalista

Muere así un periodo, propio de la Edad Media, y nace otro con los Tiempos Modernos.

La Revolución Francesa, al proclamar los principios de igualdad, libertad y fraternidad, da el golpe de gracia a las corporaciones. En nombre de tales principios pone fin a los privilegios y monopolios de que gozaban. En el año 1791 se dicta la Ley Le Chapelier, que prohíbe la asociación y la huelga, principio que es repetido posteriormente en el Código de Napoleón y en la mayoría de los Códigos europeos inspirados en él.

Desaparecido el gremio y ante la prohibición de asociarse para defenderse, el obrero tiene que entrar a competir dentro de la ley de la oferta y la demanda.

Una sociedad regida hasta entonces por la tradición, a tal punto que se decía que “la costumbre es el escudo del pobre” y que casi no conocía el dinero, llegó a estar compuesta por individuos iguales e independientes. A ello contribuyó, además de los factores recién señalados, el pago de un salario en dinero a cada trabajador por separado, lo cual niveló a todos los trabajadores, dando mayor oportunidad aun a los jóvenes, permitiendo que los menores y las mujeres pudieran llevar vidas independientes, destruyendo el buen vivir que antes había sido proporcionado por la familia, la comunidad, la Iglesia y el gremio.

El régimen capitalista que sucede a las corporaciones ha venido desarrollándose desde principios del siglo pasado hasta hoy día, basado en el principio de la libertad proclamado por la Revolución Francesa.

Varias son las características del industrialismo capitalista. Entre otras se citan las siguientes:

  • a) Separación entre el capital y el trabajo y concentración capitalista;
  • b) Aglomeración de los trabajadores en las ciudades y centros industriales;
  • c) Superproducción y crisis;
  • d) Nacimiento del Derecho del Trabajo;
  • e) Fortalecimiento del espíritu de asociación entre patronos y obreros;
  • f) Organización de huelgas y lockout;
  • g) Intervención del Estado en los problemas del trabajo;
  • h) Desarrollo de la Previsión Social.

En cuanto a la separación entre capital y trabajo y concentración capitalista, ya tuvimos oportunidad de señalar que al destruirse los gremios había desaparecido con ellos el sistema de trabajo familiar que existía hasta entonces, en que el maestro que dirigía el taller era, más que un amo, un padre para quienes laboraban con él; ambos eran de la misma extracción y formación, no existían diferencias ni odios de clases entre ellos. En cambio, el capitalismo es el triunfo de una nueva clase que se alza poderosa con la Revolución Francesa: es la burguesía, que de inmediato trata de obtener ventajas de la desorganización de los trabajadores y les impone la prohibición de asociarse y de declararse en huelga. Rápidamente se levanta una barrera entre dos clases antagónicas, capitalistas por un lado y obreros por otro. Las ventajas indudablemente están del lado del capital, ya que el aumento de producción es fácil colocarlo en las nuevas colonias o nacientes repúblicas, lo que a su vez les incita a producir cada vez más y a obtener un mayor interés del dinero invertido en la empresa.

Con la naciente industria se produce el segundo fenómeno, ya esbozado, de la emigración en masa de los trabajadores del campo hacia la ciudad (éxodo rural). Ello se debe a dos circunstancias principales. Una es el cercado de los campos libres y comunales de que disfrutaban en el régimen feudal, que les permitía obtener ventajas considerables en cuanto a los trabajadores de ciudad, pues, además de la ganancia que percibían por su actividad particular, disfrutaban de los bienes provenientes de dichos campos. La otra razón determinante del éxodo debe buscarse en el atractivo que significó para ellos el nuevo sistema de trabajo industrial, que les daba cabida en igualdad de condiciones que a quienes, por practicar un oficio de ciudad en los gremios, podían haber reclamado ventajas para su colocación y que hasta entonces los desplazaban en forma absoluta, dado que las corporaciones eran instituciones cerradas. Las nuevas industrias son creadas en la ciudad o en sus cercanías, lo que significó aumentar enormemente la densidad de la población. Si se imaginan las condiciones de vida y sanitarias de entonces, sin luz eléctrica, gas, agua potable, alcantarillado, pavimento, las aguas corriendo a tajo abierto, es fácil explicarse las epidemias y la enorme mortalidad que ellas significaban. Era costumbre, por lo demás, sobre todo entre los obreros provenientes de los campos, tener sus ganados menores y sus gallinas con ellos. La construcción usual de entonces contemplaba un subterráneo o primer piso, en el cual era corriente criar y guardar cerdos; era la porqueriza o pocilga, de donde ha derivado la acepción hoy más corriente que se aplica a una habitación antihigiénica y maloliente. Los historiadores recuerdan que los cerdos eran considerados en aquel tiempo como los basureros de la ciudad, ya que se les dejaba deambular por las calles en el día comiendo la basura, para recogerlos en la noche a sus corrales subterráneos en la misma habitación de sus dueños.

La ambición desmedida de los capitalistas y el concepto de que el dinero produce dinero, los lleva a producir bienes sin considerar muchas veces la demanda del mercado, sea nacional o internacional.

Otras veces la competencia en el mercado de un producto nuevo, desconocido hasta entonces, produce una violenta caída en los precios. Ocurre también que se descubren nuevas substancias o se fabrican productos sintéticos que desplazan a los naturales, lo que ciertamente causa trastornos de importancia tanto en las industrias como en los trabajadores que ellas ocupan. Es el fenómeno conocido como superproducción y crisis, que periódicamente se ha originado en el mundo con fatales consecuencias. Chile ha sufrido últimamente tres crisis, una de ellas con la caída de la demanda y del precio del salitre al término de la Primera Guerra Mundial, en la que se empleó como material bélico; la segunda, la crisis mundial de 1930, trayendo ambas resultados gravísimos para la industria, el Fisco y los obreros, y una tercera, a raíz del “boom” económico alcanzado entre 1980 y 1981, que trajo como consecuencia un período depresivo en 1982, agravado por su enorme deuda externa, tanto fiscal como particular.

El nacimiento del Derecho del Trabajo se ha debido, qué duda cabe, al desarrollo del industrialismo moderno. Los capitalistas ven complacidos cuando el Estado interviene en el trabajo, ya que siempre será preferible contener los movimientos obreros dentro del derecho que fuera de él. Es preferible conceder los beneficios por anticipado, en forma orgánica y debidamente estudiada y financiada, que concederlos como una consecuencia de un movimiento obrero. El capitalista, que en un comienzo desarrolló su actividad dentro del principio de libertad absoluta, lentamente reacciona ante la presión de la fuerza obrera y, por último, consiente que el Estado dicte una legislación adecuada, que encauce las aspiraciones de los trabajadores.

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