Contexto Histórico
El documento es una carta del ministro de Hacienda, Juan Álvarez de Mendizábal, a la Regente María Cristina de Borbón. Se trata de una fuente primaria de naturaleza político-económica, con el objetivo de persuadir a la Regente para aprobar la desamortización de 1837.
El contexto histórico es la Regencia de María Cristina, durante la minoría de edad de Isabel II. La desamortización, impulsada por la necesidad de sanear la Hacienda, financiar la guerra carlista y reducir la deuda pública, consistió en la expropiación y venta de tierras de la Iglesia. Esta medida generó conflictos con la Iglesia, que excomulgó a los involucrados.
Análisis del Documento
La carta, de carácter público, busca informar y promover la aprobación de la ley de desamortización. El tono es subjetivo, apelando a la voluntad de la Reina y destacando los beneficios de la venta de tierras en desuso. El léxico utilizado refuerza este propósito (e.g., «abundantísima», «riqueza muerta»).
El texto repite argumentos, con el primer y último párrafo presentando la misma idea central: el beneficio de la desamortización. Una idea secundaria es la importancia de la aprobación real.
Puntos Clave de la Desamortización
El documento revela que la venta de tierras es el segundo paso de la desamortización, tras la nacionalización de los bienes de la Iglesia. Mendizábal argumenta a favor de la venta con cuatro razones:
- Pago de la deuda nacional: Prioridad del gobierno para recuperar la confianza de los acreedores y obtener nuevos créditos para la guerra.
- Puesta en circulación de capital: Convertir la «riqueza muerta» en dinero para invertir en otros sectores y reactivar la economía.
- Fomento de la inversión: Atraer inversores al campo y dinamizar la industria y el comercio.
- Creación de propietarios fieles al régimen: Consolidar el apoyo al liberalismo.
Reinado de Fernando VII y la Regencia
El reinado de Fernando VII (1814-1833) estuvo marcado por la crisis fiscal, la guerra en América, el malestar social y el conflicto entre absolutistas y liberales. Tras jurar la Constitución de 1812, Fernando VII alentó la oposición absolutista, lo que culminó en la Década Ominosa (1823-1833), caracterizada por la restauración del absolutismo y la persecución de liberales.
A su muerte, la Pragmática Sanción permitió la sucesión de su hija Isabel II, desencadenando la Primera Guerra Carlista (1833-1840) liderada por su hermano Carlos. Durante la Regencia de María Cristina, se implementaron reformas como el Estatuto Real y la división provincial de Javier de Burgos.
Reformas de Mendizábal y Consecuencias
En 1835, Mendizábal impulsó reformas como la abolición de señoríos y la generalización de impuestos. La desamortización buscaba debilitar el poder de la Iglesia, obtener fondos, liberar tierras y crear una base social fiel al régimen. Sin embargo, benefició principalmente a la burguesía terrateniente y generó controversia por el sistema de pago con títulos de deuda.
Evolución Política Posterior
La Constitución de 1837 intentó conciliar las ideas liberales moderadas y progresistas. La caída de Mendizábal y el triunfo moderado en las elecciones de 1837 llevaron a una contrarreforma. La insurrección de 1840 forzó la dimisión de María Cristina y el nombramiento de Espartero como Regente.
La Regencia de Espartero (1840-1843), de carácter autoritario y progresista, fracasó. La mayoría de edad de Isabel II y el gobierno de Narváez marcaron el inicio de un régimen liberal dominado por la burguesía propietaria.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El descontento con el gobierno moderado, la crisis económica y el clima revolucionario europeo propiciaron el pronunciamiento de Vicálvaro (1854) y el Manifiesto de Manzanares. El Bienio Progresista, con Espartero como primer ministro, impulsó reformas como la Constitución non nata, la desamortización de Madoz, la Ley General de Ferrocarriles, la Ley de Banca y la Ley del Trabajo. Estas reformas, aunque modernizadoras, generaron tensiones sociales y contribuyeron a la caída del Bienio.