El siglo XIX comenzó el lento despegue industrial de España. Otros países europeos como Inglaterra, donde el desarrollo agrario fue motor de la industrialización, la agricultura española no logró una apreciable modernización. Durante el periodo de implantación del liberalismo se pusieron en marcha mecanismos legales encaminados a una mejor redistribución de los bienes denominados de ‘manos muertas’ y una explotación más racional.
Desamortización en el siglo XVIII
La desamortización consistió en acabar con los bienes ‘vinculados’ y proceder a desvincular dichas tierras y bienes. El proceso de desamortización fue llevado a cabo en toda su intensidad por los gobiernos progresistas durante las Regencias de María Cristina y de Espartero, y posteriormente durante el Bienio progresista también con Espartero a la cabeza. Durante el reinado de Carlos III, los reformistas del siglo XVIII plantearon la necesidad de cambiar el sistema señorial de propiedad. Godoy inició una tímida desamortización de bienes eclesiásticos, con permiso de la Santa Sede para expropiar y vender los bienes de los jesuitas. Durante las Cortes de Cádiz se adoptaron diversas medidas legales con la supresión de conventos y órdenes religiosas. En el trienio liberal volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz, pero el retorno del régimen absolutista y Fernando VII obligó a restituir los bienes vendidos. Será a la muerte de este cuando los liberales, fundamentalmente los progresistas, pongan en marcha la maquinaria capaz de incautar y vender grandes cantidades de tierras.
Mendizábal
Durante la regencia de María Cristina se comenzaron a asentar los cimientos de la España liberal. Concretamente fue Álvarez de Mendizábal, ministro de hacienda, el principal responsable de la ley de desamortización eclesiástica más importante, indispensable para acometer la reforma agraria. Con la desamortización, Mendizábal aspiraba a alcanzar tres grandes objetivos: objetivo financiero para recaudar dinero y pagar la deuda pública del estado, objetivo político para ampliar la base social con los liberales y objetivo social que crea una clase media de campesinos propietarios para incrementar los rendimientos de la tierra y su producción.
Pascual Madoz
La segunda gran desamortización fue iniciada en el Bienio progresista con la ley Madoz, la última y más importante etapa de esta gran operación. Ahora ya no eran solo los bienes de la iglesia sino también los bienes del estado, esto fue llamado desamortización civil. Su finalidad era, como la de Mendizábal, obtener ingresos para el estado. Los bienes desamortizados pasarían a propiedades de quienes más pudieran pagar por ellos y también para subastas públicas. Se desarrolló a gran velocidad, se subastaron muchas fincas y urbanas por valores grandes, pero esto tuvo repercusiones.
Retraso agrario español
El retraso agrario español fue una constante del siglo XIX, diversos factores impidieron una verdadera revolución agrícola, entre ellos: la deficiente calidad de las tierras, la escasez de agua, la falta de infraestructuras, la escasez de demanda, el desigual reparto de propiedades y el poco interés por mejorar las técnicas y la productividad de la tierra. La desamortización supuso la decadencia de la cabaña ganadera, aunque aumentó el cultivo de patata y maíz, el trigo y otros cereales siguieron siendo los productos fundamentales y la base de la alimentación de la mayoría de la población.