Las Desamortizaciones en España (1835-1860)
En el período de 1835 a 1860, los gobiernos liberales emprendieron en España un proceso de reforma agraria destinado a modificar las formas de poseer y explotar la tierra. La agricultura era la base fundamental de la economía y una serie de factores impedían su crecimiento. En el Antiguo Régimen, la mayor parte de las propiedades agrarias pertenecían a determinadas familias de la nobleza (mayorazgos), a la Iglesia y a los Ayuntamientos. Estas propiedades se llamaban bienes amortizados porque no se podían vender ni repartir; además, no pagaban impuestos y, sometidos a técnicas tradicionales de cultivo, producían muy poco.
Después de desmontar el régimen absolutista, los liberales (los progresistas en particular) impulsaron diversas medidas con el propósito de reformar la agricultura:
- La disolución del régimen señorial: los señores pierden sus poderes jurisdiccionales, aunque mantuvieron la propiedad de las tierras.
- La desvinculación: supone la eliminación de los patrimonios unidos obligatoriamente y a perpetuidad a una familia o institución, pudiendo sus propietarios venderlos libremente en el mercado.
- La desamortización: los propietarios pierden los bienes.
- Libertad total de producción y comercio (1836).
- Supresión de la Mesta.
- Supresión del diezmo.
Con estas medidas se pretendían objetivos económicos: la liberalización de la agricultura para que la tierra circulara libremente en el mercado y la eliminación de obstáculos al desarrollo del capitalismo.
La Desamortización Eclesiástica de Mendizábal (1836)
El liberal progresista Mendizábal emprendió una gran desamortización eclesiástica. Primero, el Estado español suprimió las Órdenes Religiosas del clero regular y se apoderó de sus propiedades, que fueron declarados Bienes Nacionales. Después, el Estado declaró también Bienes Nacionales a las propiedades del clero secular. Mendizábal pretendía alcanzar tres objetivos con la desamortización:
- El principal era el financiero: buscar ingresos para sanear la Hacienda, reduciendo la Deuda pública.
- Objetivo político: hacer frente a los gastos de la guerra contra los carlistas y, en relación con ello, ampliar el número de simpatizantes al liberalismo.
- Objetivo social: conseguir el acceso a la propiedad de sectores burgueses, que mejorarían la producción y la revalorizarían.
Las fincas eran tasadas por peritos de Hacienda y subastadas después. Comprar era un excelente negocio: sólo se abonaba el 20% al contado, el resto se pagaba aplazado, y se admitían para el pago los títulos de Deuda por su valor nominal.
Los resultados de esta desamortización fueron decepcionantes. El propósito financiero no se consiguió, ya que no resolvió el problema de la Deuda, aunque sí la atenuó. El objetivo político sólo se alcanzó parcialmente, pues el liberalismo se ganó nuevos enemigos entre las personas más católicas, que consideraban que la desamortización representaba un feroz ataque contra la Iglesia. El objetivo social tampoco se logró; muchas de las tierras fueron a parar a manos de nobles y de burgueses urbanos adinerados que se enriquecieron aún más. El proceso desamortizador se paralizó en las fases de gobierno moderado y se reanudó en las fases progresistas.
La Desamortización Civil de Madoz (1855)
Se produjo durante el Bienio Progresista. Fue más importante que la de Mendizábal. El ministro de Hacienda, Pascual Madoz, promulgó en 1855 la Ley de Desamortización General: establecía la venta de todos los bienes de los municipios, los que quedaban del clero secular y, en general, todos los bienes que permanecieran amortizados. La ley obligaba a los Ayuntamientos a poner en venta los llamados Bienes de propios: aquellas tierras que arrendaba el Ayuntamiento a particulares, proporcionándole unos ingresos y los Bienes comunales: utilizados por los vecinos para su aprovechamiento directo y gratuito. El procedimiento utilizado para las ventas fue similar al de Mendizábal, pero hubo algunas diferencias: el dinero obtenido fue dedicado, en parte, a financiar la industrialización del país y a la expansión del ferrocarril. Las zonas más afectadas por la desamortización de Madoz fueron el centro y el sur del país, zonas donde tenían mayor peso los bienes de la Iglesia y la propiedad latifundista.
Consecuencias de las Desamortizaciones
Cambios sociales y en los modos de explotación de la tierra
Tras las desamortizaciones, el poder económico de la Iglesia quedó desmantelado. El clero católico, sin el diezmo, perdió casi todos sus bienes, tierras, edificios y fincas urbanas. Como compensación, el Estado se comprometió a asegurar la sustentación del clero secular con el pago de un sueldo convenido con el Papa en el Concordato de 1851. La Gran Nobleza no perdió su base económica, convertida de propiedades feudales en burguesas. La burguesía compradora se convirtió en terrateniente. Se estima que el volumen total de tierra que cambió de manos fue el 50% de la tierra cultivable. Este proceso desamortizador no sirvió para que las tierras se repartieran entre los campesinos, es decir, no fue una verdadera reforma agraria, sino un medio de conseguir dinero para las necesidades del Estado.
Consecuencias culturales
La desamortización produjo una gran pérdida y expolio de bienes culturales de los monasterios. Muchas obras arquitectónicas se arruinaron y bienes muebles fueron vendidos a precios muy bajos y, en gran parte, salieron hacia otros países. Todo ello, a pesar de que en 1840 se habían establecido unas comisiones provinciales encargadas de catalogar y custodiar esos bienes.