La Desamortización y la Estructura Social en la España del Siglo XIX
La Cuestión Agraria y las Desamortizaciones
La agricultura seguía siendo la actividad económica más importante en la España del siglo XIX; aproximadamente dos tercios de la población activa trabajaba en ella. Sin embargo, la desigual distribución de la tierra, la ausencia de innovaciones tecnológicas y los bajos rendimientos agrícolas hacían necesario adoptar medidas urgentes en el sector. Una de estas medidas fue la desamortización.
La propiedad de la tierra en España estaba concentrada en gran medida en manos de la nobleza y la Iglesia. La nobleza, gracias a la institución del mayorazgo, no podía vender o transmitir sus propiedades, ni dividirlas, sino que debía transmitirlas íntegras al primogénito. Debido a esto, la tierra quedaba inmovilizada y convertida en tierra de “manos muertas”. Los municipios también eran propietarios de tierras, generalmente bosques o terrenos áridos, que se dividían en “tierras de aprovechamiento común” y en “tierras de propios”, arrendadas a particulares. Como resultado, la cantidad de tierra disponible en el mercado era escasa y cara.
Para solucionar este problema, surgieron las desamortizaciones: la expropiación, por parte del Estado, de las tierras eclesiásticas y municipales para su venta a particulares en subasta pública. En compensación por el patrimonio confiscado a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y el clero. Además, en 1836 se suprimieron los mayorazgos. Aunque hubo algunos intentos de desamortización a fines del siglo XVIII, el verdadero proceso se desarrolló a partir de 1837, en dos fases principales, conocidas por el nombre del ministro que las impulsó.
Fases de la Desamortización
- Desamortización de Mendizábal (1837): Durante la regencia de María Cristina de Borbón, se inició debido a la crítica situación del país. Se buscaba sanear la Hacienda, financiar la guerra carlista y ganar adeptos para la causa liberal. Consistió en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia, por lo que se la conoce también como “desamortización eclesiástica”. La llevó a cabo el ministro Juan Álvarez Mendizábal.
- Desamortización de Madoz (1855-1867): Se inició durante el bienio progresista e incluía las tierras de la Iglesia aún no vendidas y las propiedades municipales. La situación fiscal y política no era tan grave, por lo que se pretendía no sólo reducir la deuda pública, sino también crear infraestructuras para modernizar la economía con los ingresos obtenidos.
Consecuencias de las Desamortizaciones
Las desamortizaciones permitieron poner en cultivo grandes extensiones de tierra, aunque esta expansión estuvo acompañada de un aumento de la deforestación. Las familias más poderosas conservaron intactos sus patrimonios. Aunque hubo pequeños y medianos compradores locales, los principales beneficiarios fueron las clases medias urbanas, que se enriquecieron y diversificaron sus patrimonios.
Estructura Social en el Siglo XIX
Clases Medias
Las clases medias, aunque aún escasas, estaban en auge. Las componían personas de ingresos dispares y posición social muy diferente, como propietarios rurales acomodados, trabajadores de “cuello blanco” (oficinistas, funcionarios y profesionales liberales), comerciantes, técnicos de empresas y jefes militares. En general, las clases medias eran más progresistas que las altas, pero también ideológicamente más heterogéneas. Muchos de sus miembros aspiraban a intervenir en la vida política y formaban un segundo nivel del entramado caciquil y de los partidos.
Clases Populares
Las clases populares representaban más del 80% de la población al iniciarse el siglo XX. Fue significativo el aumento del proletariado urbano, especialmente en Barcelona (140.000 en 1900), Madrid (90.000), Vizcaya (80.000) y Asturias. Sus condiciones de vida y trabajo seguían siendo lamentables, agravadas por el elevado número de parados, ya que el empleo industrial no podía absorber la creciente llegada de emigrantes. La mano de obra infantil y femenina era muy abundante porque su trabajo no estaba adecuadamente regulado.
La Constitución de 1812
La reforma política más relevante fue la Constitución de 1812 (19 de marzo), la primera ley fundamental aprobada por un Parlamento nacional en España. Sus principios básicos, inspirados en la Constitución francesa de 1789, eran:
- Soberanía nacional: La soberanía residía en la nación, incluidos los habitantes de las colonias.
- División de poderes: El poder legislativo residía en las Cortes unicamerales, el ejecutivo en el Rey y sus ministros, y el judicial en los tribunales. El monarca no podía disolver las Cortes y solo poseía un derecho de veto suspensivo y transitorio durante dos años sobre las leyes aprobadas.
- Monarquía constitucional: Se establece como sistema de gobierno.
- Derechos individuales y colectivos: Se reconocen la libertad de imprenta, propiedad, educación, sufragio, etc.
- Igualdad ante la ley: Se establece un fuero único para todos, excepto para el Ejército y la Iglesia. Se suprimen los fueros y leyes que iban en contra de la Constitución, se establecen códigos y tribunales para todos, igualdad fiscal, burocracia centralizada y un ejército nacional. Se establece una Milicia Nacional para garantizar el orden constitucional.
- Religión: Se proclama el catolicismo como religión única y oficial del Estado (concesión al sector absolutista).
- Sufragio universal masculino e indirecto: Varones mayores de edad, excluidos los miembros del clero regular.
Los ciudadanos, de acuerdo con la Constitución, reconocen a Fernando VII como rey constitucional.