Las Desamortizaciones en la España del Siglo XIX
Inicios y Desarrollo
Las desamortizaciones se iniciaron con Godoy en 1798 en busca de financiación y se aplicaron a las propiedades de los jesuitas y obras pías. Con José I se continuaba la desamortización de los bienes de la aristocracia y el clero de aquellos que apoyaban a Fernando. Las Cortes de Cádiz aprobaron y continuaron las desamortizaciones, que se aplicaron (1813) a las propiedades de los afrancesados, de las órdenes militares disueltas, de los monasterios destruidos por la guerra y a la mitad de las tierras municipales. Estos bienes se venderían en pública subasta y se admitirían los títulos de deuda pública como medio de pago.
En el Trienio Liberal se continúa con la desamortización, aplicándola a los mayorazgos. Se realiza una reforma eclesiástica para reducir el número de monasterios y órdenes religiosas. Los bienes de las órdenes eliminadas se nacionalizaron.
La Desamortización de Mendizábal y Espartero
Durante la minoría de Isabel II se produce la ruptura en la que Mendizábal promovió la desamortización de los bienes del clero regular (1836-1837), que conllevaba la supresión de numerosas órdenes religiosas. Se tenía como objetivo conseguir financiación para sufragar la deuda pública y los gastos de la Primera Guerra Carlista. Se convierte la propiedad vinculada en propiedad libre que pudiera circular en el mercado. También pretende aumentar el número de propietarios rurales. Como consecuencia, las tierras se convierten en propiedades privadas y aumenta la extensión de la tierra cultivada.
En la regencia de Espartero se retoman las leyes de Mendizábal que no habían podido aplicarse, como la desamortización de los bienes del clero secular (1841).
La Transformación de la Sociedad Española
De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases
Hasta el siglo XIX, en el que se estableció una sociedad de clases, la sociedad era estamental. En esta nueva sociedad de clases no había, en teoría, diferencias legales, aunque hubiera una notable desigualdad entre propietarios y no propietarios. La alta aristocracia perdió su posición relevante, aunque supo adaptarse a las circunstancias y conservar una gran influencia. Esta pactó con los nuevos notables y, a consecuencia de ello, la baja nobleza desaparece.
La Burguesía
La burguesía podía distinguirse en dos grandes grupos:
- La burguesía de negocios era la élite del dinero (favorecida por el crecimiento económico), constituida por banqueros, grandes comerciantes e industriales, propietarios de tierras rústicas y de inmuebles urbanos junto con profesionales prestigiosos y altos cargos del Estado y el Ejército, alojándose los más ricos en Madrid.
- La burguesía regional y local de la periferia se dedicaba a actividades industriales y comerciales: en Cádiz, el comercio ultramarino; en Valencia, a la exportación de productos agrarios; en Asturias, el País Vasco y Cataluña, a la industria.
Los indianos habían constituido su patrimonio gracias a los negocios en las colonias de ultramar (Cuba con el cultivo, el comercio del azúcar y el tráfico de esclavos). Por debajo se encontraban los propietarios de negocios, tierras, casas y rentas modestas; a menudo ejercían una actividad profesional o tenían un empleo público. Eran clases medias acomodadas: su forma de vida y sus costumbres diferían de las de los trabajadores manuales.
El modo de vida estaba basado en la familia nuclear (patriarcal) con especial relevancia al ámbito de lo privado y lo doméstico. Las élites creaban espacios sociales propios para diferenciarse (cafés y clubes). Las mujeres se quedaban en casa. La burguesía contaba con espectáculos propios (los toros, los bailes, el circo, el teatro, la ópera y la zarzuela). La vestimenta era otro modo de diferenciarse. En España la burguesía fue muy débil, su mayor aspiración era ascender en la pirámide social mediante la obtención de propiedades inmuebles.
Las Clases Trabajadoras
El grupo social más numeroso fue el de las clases trabajadoras que apenas poseían bienes. Este se dividía en tres categorías:
- Los pequeños propietarios eran numerosos y poseían minifundios, se situaban en el norte de España.
- Los arrendatarios y aparceros arrendaban tierras mediante contratos de corta duración, recibiendo el total o una parte del producto obtenido. Solo los foros en Galicia o la rabassa morta en Cataluña tenían contratos de rentas fijas.
- Los jornaleros o asalariados vendían su trabajo a cambio de un salario y dependían de la periodicidad estacional. Eran el grupo más numeroso en el campo español, especialmente en Andalucía occidental.
La mayor parte de los campesinos no se organizaron políticamente a lo largo de todo el siglo. Se incorporaron sectores en expansión como la minería, la construcción, el comercio y la Administración. Aparecieron nuevos trabajadores en las ciudades como consecuencia de los cambios económicos: obreros fabriles, ferroviarios e inmigrantes (procedentes del campo). Estos convivieron con los más antiguos: trabajadores de arraigada cultura gremial como albañiles, zapateros, carpinteros, panaderos, sastres, herreros y tipógrafos (politizados, ya que sabían leer y escribir). Junto a ellos se encontraba el servicio doméstico formado por mayoritariamente mujeres.
Los trabajadores del campo y de la ciudad compartían una misma situación de malestar debido a la inseguridad (sin previsión social ni asistencia sanitaria pública), los jornales reducidos, las deficientes condiciones laborales, los cambios en la producción, el hábitat inadecuado y un ocio centrado en la taberna (la mayoría de trabajadores no tenían más remedio que hacer su vida fuera de las casas).