Desarrollo económico en la década de 1950
Durante la década de 1950, el aislamiento económico y diplomático en el que había estado sumida España, tras la II Guerra Mundial, comenzó progresivamente a romperse debido a las relaciones con EEUU. En 1957 la situación económica española era muy preocupante, pues se encontraba al borde de la bancarrota. Por este motivo, Franco incorporó a los tecnócratas, que estaban vinculados en su mayoría a la institución religiosa Opus Dei. Estos aprobaron el Plan de Estabilización (1959) cuyo objetivo era abandonar la autarquía e iniciar la liberalización de la economía mediante un conjunto de medidas: devaluación de la peseta, subida de impuestos, limitar el gasto público, permitir la importación de capital extranjero, mayor libertad para importaciones y exportaciones, etc. También se llevaron a cabo los Planes de Desarrollo (se aplican tres entre 1963-1975) para fomentar el desarrollo de la industrial y disminuir el desequilibrio existente entre regiones. Se crearon los polos de desarrollo para acondicionar instalaciones industriales en zonas deprimidas. Estas medidas permitieron un fuerte crecimiento económico durante los años 60, gracias al desarrollo de la industria y a la llegada de turistas extranjeros, especialmente a las zonas costeras. Sin embargo, se trató de un desarrollo desigual y desequilibrado pues, aunque se experimentó un despegue económico, se acentuaron las desigualdades sociales. Aumentó el desempleo y muchos españoles tuvieron que emigrar a países europeos más desarrollados. Esta expansión se frenó a partir de 1973 debido a la crisis mundial del petróleo y la incertidumbre política del país en el final de franquismo.
Impacto en la estructura demográfica y social
El desarrollo económico tuvo un enorme impacto en la estructura demográfica y social. A la caída de la mortalidad se sumó un espectacular incremento de la natalidad. Asimismo, se produjo un importante éxodo rural pues la población, en busca de empleo, se va a dirigir a zonas urbanas e industriales (además de la emigración ya mencionada). El resultado fue el crecimiento caótico de las ciudades con barrios obreros carentes de las infraestructuras necesarias.
Cambios en la sociedad y la mentalidad
El predominio de la sociedad urbana y el desarrollo de la clase media fue generando cambios en el modo de vida y la mentalidad de los españoles. La elevación del nivel de vida originó la aparición de una sociedad de consumo que incrementó la demanda de productos (electrodomésticos, automóviles, etc.). Además, la generalización de la enseñanza redujo el analfabetismo e incrementó el número de universitarios. El impacto de estos cambios sociales, demográficos y culturales fueron alejando a la población de los valores tradicionales que defendía el régimen franquista.
Crisis del franquismo y transición democrática
A comienzos de la década de 1970, la incapacidad del régimen para adaptarse a los cambios sociales y el evidente envejecimiento de Franco abrieron un debate en torno a la continuidad del régimen. Además, la crisis del petróleo de 1973 marcó el final de la expansión económica experimentada durante la anterior década. Debido a la disminución de las exportaciones y del turismo se produjo un aumento del paro y una notable inflación. La decadencia de la dictadura también se evidenció por las continuas tensiones entre dos sectores del régimen: los inmovilistas, partidarios de mantener el régimen sin cambios, y los aperturistas, que estaban a favor de un desarrollo político que condujera a una democracia limitada. Esta situación se agravó cuando en diciembre de 1973, Carrero Blanco, mano derecha de Franco y jefe del gobierno, fue asesinado por ETA. Se formó un nuevo gobierno presidido por Arias Navarro, que anunció su intención de llevar a cabo cierta apertura mediante el programa conocido como “Espíritu del 12 de febrero”. Sin embargo un grupo de altos militares inmovilistas, el búnker, frustraron las esperanzas de apertura.
Mientras, la oposición se fue fortaleciendo y organizando. En 1974 se crea, por iniciativa del Partido Comunista, la Junta Democrática, una institución unitaria de la oposición que propugnaba la creación de un gobierno provisional que implantase un régimen democrático. En 1975 el PSOE impulsó la Plataforma de Convergencia Democrática con un programa similar. Incluso surgió la disidencia dentro del ejército con la formación de la Unión Militar Democrática.
Las huelgas y manifestaciones obreras se multiplicaron, mezclando las reivindicaciones laborales y políticas. La tensión y la agitación política aumentaron a la vez que la actividad terrorista de ETA y del FRAP. El régimen respondió mediante una dura represión y la Ley Antiterrorista (1975), por la que se llevaron a cabo diversas ejecuciones que despertaron de nuevo las protestas internacionales.
En 1974 la caída de las dictaduras de Portugal y Grecia convirtieron a España en la última dictadura que pervivía en Europa occidental. La debilidad del régimen franquista fue aprovechada por Hassan II de Marruecos para organizar la Marcha Verde (1975), la invasión marroquí del Sahara español. España se había comprometido ante la ONU a tutelar el territorio hasta la realización de un referéndum de autodeterminación. Sin embargo, tras esta invasión y mediante el Acuerdo Tripartito de Madrid, se entregó el Sahara a Marruecos y Mauritania.
El 20 de noviembre de 1975, tras una larga enfermedad, fallecía Franco. Aunque dejaba un régimen inmerso en una profunda crisis, el dictador y sus partidarios estaban convencidos de que todo había quedado “atado, y bien atado”. Estaban seguros de que el nuevo rey, Juan Carlos I, continuaría con las líneas básicas que habían sido la esencia del régimen. Sin embargo, tras su muerte, el rey demostró su voluntad de avanzar hacia la transición democrática.