Despegue Industrial del País Vasco: Hierro, Capital y Transformación

Ascenso Industrial en Bizkaia

Hablar de la industrialización en el País Vasco es hablar, fundamentalmente, de la revolución industrial en Bizkaia. La extracción del hierro monopolizó el desarrollo económico de la provincia. La siderurgia fue el eje sobre el cual se desarrolló la potencialidad económica vizcaína. Sin embargo, la tercera guerra carlista (1872-1876) y el marco jurídico foral impidieron que el proceso industrializador se generase, como en otros puntos europeos, a principios del siglo XIX. En Bizkaia, aunque algunas empresas iniciaron el proceso en 1840, como la Santa Ana de Bolueta, la primera Sociedad Anónima moderna, el fenómeno industrializador se afianzó a partir de finales del siglo XIX. La burguesía que protagonizó el fenómeno industrializador fue de nuevo cuño, no la forjada en el comercio. Este nuevo grupo de propietarios mineros asentaba su poder en la propiedad de las minas, junto a las compañías extranjeras, que extraían del 70 al 80% de la producción de hierro, como la compañía Orconera o Martínez Rivas e Ibarra Hnos. Los beneficios de la exportación minera a la siderurgia británica se convirtieron en una industria autóctona siderúrgica y en otras complementarias, siendo este el principio del desarrollo capitalista de la provincia. Hasta entonces, la relación había sido colonial, reduciéndose el País Vasco al papel de exportador de materia prima mineral.

Proteccionismo y Mercado Nacional

A partir de 1887, comenzó una concepción nacional de la economía, bien vista desde los gobiernos de la Restauración. La siderurgia vasca se reestructuró en función del mercado español. Para ello era necesario acabar con la competencia extranjera. De ahí que la burguesía industrial, encabezada por Víctor Chavarri, se lanzase a conseguir una legislación proteccionista que salvaguardase el mercado nacional. En efecto, si se pretendía vender en España productos elaborados o semielaborados, era imprescindible diversificar la producción. Esta necesidad, y el ascenso del proteccionismo en 1891, llevó a la aparición de una industria metalúrgica de tamaño medio, compuesta por varias sociedades que trabajaban los productos de las grandes siderurgias y permitían su difusión en el mercado.

Consolidación y Expansión

La metalurgia mediana, creada al calor de las expectativas de la ley arancelaria de 1891, no experimentó un gran desarrollo hasta la definitiva consolidación del mercado español como su mercado consumidor, asegurado en 1896 con más medidas proteccionistas, y en su expansión en 1898. Al final de la guerra de ultramar (1898), en la que se perdieron Cuba y Filipinas, se abrió una etapa de consolidación política y desarrollo económico vinculado a la repatriación de capitales coloniales. Si algunos mineros invirtieron en la metalurgia, otros lo hicieron en el negocio naviero, consiguiendo quedarse con el precio de los fletes del transporte del mineral. En este sector, los De la Sota y Aznar lideraron las operaciones, seguidos a distancia por la compañía de los Martínez de Rodas. El potencial económico desarrollado requería la creación de servicios, por lo que, en 1891, se fundaron el Banco de Comercio y la Bolsa de Bilbao, para canalizar los capitales hacia las inversiones.

Consolidación de la Industria Vasca

El período de 1898 a 1901 es el del crecimiento. En 1902 se constituyen dos de las empresas más conocidas, Altos Hornos de Vizcaya y Astilleros del Nervión. El sector naviero se consolida y trae consigo la creación de compañías de seguros. El capitalismo vasco inicia una fase expansiva de inversiones en diferentes sectores económicos por toda la Península, consolidando su papel hegemónico en el mercado nacional y en el liderazgo del empresariado español. En 1906, su papel se refuerza con la ampliación definitiva del arancel por el ministro Amos Salvador, que asegura el mercado nacional sin competencia extranjera. Esta fase sufrirá una pequeña crisis, con recuperación en el período 1914-1918, gracias al relanzamiento comercial fomentado por la Primera Guerra Mundial.

Impacto Social y Económico

  • La neutralidad española proporcionó una fuerte demanda de productos exportables.
  • El capital obtenido por la guerra facilitó la ampliación de capital de empresas existentes y la fundación de nuevas, como Babcock Wilcox y Siderurgia del Mediterráneo.

Este proceso industrial tuvo una gran repercusión social al demandar una gran afluencia de mano de obra de las provincias limítrofes. La industrialización trajo consigo el nacimiento de una oligarquía de gran poder financiero, que se estableció en la margen derecha del Nervión, construyendo barriadas residenciales de tipo inglés. En contraste, el proletariado industrial vivía en la margen izquierda, en barrios cercanos a las fábricas. Los cincuenta años a caballo entre el siglo XIX y el XX ven la transformación de Bizkaia, de una sociedad agraria y tradicional a otra moderna e industrial.

Expansión del Hierro Vizcaíno

La producción de mineral de hierro vizcaíno aumentó con rapidez en la década de los años sesenta del siglo XIX, aunque quedó paralizada con la guerra carlista. La ley librecambista de Figuerola favoreció la explotación de la cuenca de forma regular y creciente. En 1876, con el fin de la guerra y la supresión de las leyes forales, se inició una etapa de rápida expansión de la producción de mineral destinado a la exportación. Se fundaron compañías extranjeras y vascas para explotar el subsuelo. El mineral vizcaíno, de elevada ley metálica y bajo precio, comenzó a ser el más demandado por las siderurgias de Europa occidental. Entre 1880 y 1900, se exportó cerca del 90% de su producción.

Repercusión en la Siderurgia Europea

A partir de 1883 empezó a disminuir la extracción de mineral de hierro en Inglaterra, por resultar caro y de baja calidad. Sin embargo, siguió aumentando la producción de lingotes de hierro y acero, que se proveía básicamente de mineral de hierro vizcaíno.

Despegue de la Siderurgia Vizcaína

La reinversión del capital obtenido por la venta del mineral en la construcción de altos hornos supuso un salto cuantitativo y cualitativo para el despegue de la siderurgia vizcaína. Este despegue, tras el inicio en 1879 de la Fábrica del Desierto de Francisco de las Rivas Ubieta en Sestao, lo protagonizaron dos sociedades en 1882: Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao, con aportación de Ybarra y Compañía, y Metalurgia y Construcciones de Vizcaya, conocida como «La Vizcaya».

La Edad del Acero

La obtención del primer acero Bessemer en Altos Hornos de Bilbao en 1886, y por el procedimiento Siemens-Martin en 1888, señala la entrada de Bizkaia en la edad del acero. En 1902, ambas sociedades, junto a la Sociedad Anónima Iberia (1888), se fusionaron para dar origen a Altos Hornos de Vizcaya, empresa emblemática de la siderurgia vasca.

Capital y Desarrollo Industrial

De la actividad minera salió el capital para el desarrollo siderúrgico y todo el desarrollo industrial vizcaíno: compañías navieras (Astilleros del Nervión o Sociedad Euskalduna), empresas auxiliares metalúrgicas, cementeras y de instalaciones de infraestructura para las explotaciones mineras. Del total de los beneficios por la exportación del hierro hasta 1900, el 46% fue a parar a compañías extranjeras y el 56% restante se reinvirtió en la industria vizcaína, dando lugar a una burguesía pujante.

La Industria Vizcaína

, y dio lugar a una burguesía pujante.çLA  INDUSTRIA VIZCAÍNAçLa hegemonía de Bizkaia -y, por proximidad de localización y de sus efectos económicos, de todo el País Vasco, de Santander y Asturias, que constituían una zona de preponderancia industrial siderúrgica- se expli­ca por la concentración de la riqueza de los yacimientos mineros orientados a la exportación, lo que permitió una importante capitalización Es decir, la inyección monetaria que constituyó la venta del mineral de hierro al extranjero fue la base del capitalismo vasco y, por extensión, de todo el capitalismo industrial de España.çCon la recesión de la demanda extranjera en los años ochenta a causa de la crisis económica europea, los capitales autóctonos tuvieron ocasión de acceder a la explotación de las minas, especialmente en Bizkaia, donde se inició el despegue definitivo del sector siderúrgico

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