Francisco Franco Bahamonde (1892-1975)
Fue un militar de carrera destacada: como oficial tuvo sus primeros éxitos militares y adquirió prestigio en el ejército de África, obteniendo el grado de general con solo 33 años. Durante la II República, se unió al grupo de miembros de la cúpula militar que dio el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno del Frente Popular, dando lugar a la guerra civil española. Fue investido como jefe supremo del bando sublevado el 1 de octubre de 1936, acumulando desde ese momento cada vez más poder hasta instaurar una dictadura personal que, una vez terminada la guerra, se prolongaría durante treinta y seis años. Durante esta etapa, Franco acumuló una serie de títulos: generalísimo del ejército, jefe de Estado y del Gobierno, caudillo y jefe de un partido único, el Movimiento Nacional surgido de la unión de la FET y las JONS que acrecentaron su poder y a su aura como dictador.
Rasgos del franquismo
Su carácter de dictadura personal, por encima de partidos, grupos o familias políticas
El unipartidismo, en torno a FET-JONS (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Este pasó posteriormente a formar parte del Movimiento Nacional, una difusa estructura de inspiración fascista a través de la cual debía canalizarse la participación política de las llamadas entidades naturales: familia, municipio y sindicato.
Ideológicamente, el régimen tuvo afinidades fascistas en sus primeros años; sin embargo el ideario fascista apenas tuvo desarrollo y fue diluyéndose rápidamente para dar paso a combinación de exaltación patriótica nacionalista, unida a los valores y la identidad católica que ha sido llamada nacionalcatolicismo. Se promovió una idea patriótica asociada a los valores castrenses y un fuerte nacionalismo basado en la glorificación de la historia de España, así como en una idea de España monolítica, unitaria y centralista. El catolicismo fue otra de las señas de identidad del régimen. Franco era profundamente católico y llegó a estar convencido de su misión providencial. Se impuso una férrea moral católica y conservadora, con una activa censura. La homosexualidad estaba penada y no se reconocía el divorcio.
Había asimismo un marcado rechazo a las instituciones políticas liberales y a la democracia parlamentaria basada en la separación de poderes y una represión durísima del marxismo y del comunismo (el “peligro rojo”) y, en general, de todo el movimiento obrero.
Apoyos a la dictadura franquista
-El ejército ya que muchos ministros, gobernadores civiles y altos cargos del régimen franquista fueron militares. También contó con el apoyo de la Guardia Civil y de la policía armada en su política de represión.
-La Iglesia en tanto que la jerarquía eclesiástica y buena parte del clero legitimaron a la dictadura ante la opinión católica nacional e internacional: Franco era “Caudillo por la Gracia de Dios” como indicaban las monedas y asistía a los actos religiosos bajo palio. A cambio de este apoyo, la Iglesia obtuvo muchas concesiones, un amplio control sobre la moral, la sociedad y la educación españolas. Franco también tenía el derecho de presentación de obispos y el Estado se declaró confesionalmente católico.
-La Falange y los tradicionalistas (o carlistas) también formaron parte de los pilares ideológicos del régimen. Si bien los falangistas tuvieron bastante peso en los inicios del régimen, el partido y su ideología fascista quedaron diluidos dentro del Movimiento Nacional.
-Socialmente el franquismo contó con el apoyo de terratenientes, financieros, empresarios, pequeños y medianos propietarios agrícolas y la clase media rural. Entre las clases medias urbanas el franquismo se aceptó sin apenas resistencias debido a la profunda desmovilización política posterior a la guerra; ganando popularidad y aceptación a finales de los 50 y en la década de los 60.
Evolución del Estado franquista
a) En la fase de la autarquía y aislamiento internacional (1939-50) caracterizada por el aislamiento internacional, la autarquía económica y la represión política. La represión política durante los primeros años del franquismo fue ejercida a través de leyes específicas (Ley de Responsabilidades Políticas y Ley de Represión de Masonería y Comunismo), aplicadas por tribunales militares a través de juicios sumarios. Unas 50.000 personas fueron ejecutadas. Además se creó la Brigada Político-Social, una policía política dedicada a la persecución de los opositores al régimen. Al estallar la II GM, España se declaró, primero neutral y posteriormente estado no-beligerante (1939-45), colaborando con las potencias del Eje, aunque sin entrar directamente en guerra. Como parte de su apoyo, tras el fugaz encuentro en Hendaya de Franco y Hitler 1940, el gobierno franquista colaboró en la invasión de la URSS enviando la División Azul (grupo de combatientes voluntarios) y multiplicando los signos externos que identificaban el franquismo con el fascismo. A partir de 1942, cuando las potencias del Eje daban síntomas de perder la guerra, España volvió a proclamarse neutral y comenzó a distanciarse del fascismo. Pese a ello, al acabar la II GM la dictadura franquista quedó aislada internacionalmente en tanto que las potencias vencedoras (Francia, Gran Bretaña, EE.UU. y la URSS) consideraban a España como un reducto del fascismo. España fue vetada en la recién creada ONU, que recomendó la retirada de embajadores, y excluida del Plan Marshall.
Económicamente, el país había quedado devastado por la guerra. La respuesta al aislamiento internacional fue una política económica de autarquía, es decir, de autosuficiencia y aislamiento respecto al mercado exterior. El Estado tomó el control de la producción y distribución de bienes, fijaba precios y salarios y valor de la peseta. Como consecuencia, se produjo un estancamiento económico generalizado con escasez de alimentos, hambre, miseria, paro y racionamiento de productos básicos. La producción agrícola e industrial se estancó, se impusieron las cartillas de racionamiento y floreció el mercado negro del estraperlo, los salarios se hundieron y se disparó la inflación. Se crean monopolios estatales como ENDESA, ENSIDESA, RENFE, SEAT o se nacionalizan Telefónica e Iberia. Pero se trataba de organismos mal gestionados que eran una continua fuente de déficit público.
b) Final del aislamiento (1950-59). La tensión creciente entre EE.UU. y la URSS durante la Guerra Fría dio valor político al permanente anticomunismo del régimen español, lo que supuso un cambio de actitud de EE.UU. hacia la dictadura franquista que ahora se ve como un buen aliado para frenar la expansión del comunismo en Europa. 1950 USA establece relaciones diplomáticas y la ONU aprueba una nueva resolución anulando el aislamiento. Se dan los primeros créditos y comienza la recuperación económica. En 1953 se firman dos tratados: un nuevo concordato con el Vaticano y los Pactos de Madrid: acuerdos militares con USA por los que España obtiene dinero y Estados Unidos cuatro bases militares y derecho de paso nuclear. España entra en ONU en 1955. Siguiendo la política de descolonización de la ONU, España entrega el protectorado de Marruecos al nuevo Marruecos independiente. Institucionalmente los falangistas fueron desplazados y se potencia la imagen católica del régimen y la idea de la “democracia orgánica”. Sin embargo, en lo fundamental se mantiene el carácter autoritario y represivo del régimen, así como sus fundamentos ideológicos, recogidos ahora en la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958).
Económicamente comienza una etapa de crecimiento económico. En 1952 se recupera un PIB per cápita similar al anterior a la guerra, poniendo fin a casi 20 años perdidos para la economía española. El fin del bloqueo diplomático amplió las posibilidades comerciales y económicas del país al tiempo que EE.UU. concedió ayudas económicas en forma de divisas. Desde el gobierno también se tomaron medidas más liberalizadoras sobre el comercio y los precios tras la desaparición del racionamiento (1952). Pero el crecimiento de los años 50 no fue equilibrado pues persistía la inflación, el déficit y la dependencia del petróleo.
Fase tecnocrática (1959-69)
La necesidad de reformas estructurales en la economía, supuso la entrada en el gobierno de un grupo de tecnócratas, expertos en cuestiones económicas con formación universitaria y muchos de ellos miembros del Opus Dei encabezados por López Rodó. Estos diseñaron, siguiendo las directrices del FMI, la OCDE y el Banco Mundial, el Plan de Estabilización de 1959, clave para el rápido desarrollo económico de los años 60. Este plan tenía dos grandes objetivos: frenar la inflación y permitir la importación de capitales dando más libertad a las empresas privadas para las importaciones y
exportaciones. Entre las medidas para conseguir estos objetivos destacan: la devaluación de la peseta respecto al dólar, la reducción de créditos y subvenciones y el inicio de una tímida reforma fiscal. Como resultado, en la década de los 60 se produjo un espectacular crecimiento económico, aumento de la producción industrial y la renta per cápita que convirtió a España en un país industrializado. Este despegue económico se debió a la aparición de nuevos recursos económicos: la afluencia masiva de turistas a las costas españolas a partir de la década de los 60. También los ingresos procedentes del extranjero ya que la situación expansiva de la economía europea atrajo a muchos españoles a trabajar en el extranjero (RFA, Francia, Suiza) aportando divisas y reduciendo el paro. Y, por último, los Planes de Desarrollo impulsados por el gobierno entre 1963 y 1975. Con ellos el Estado, sin llegar a intervenir completamente en economía, estimulaba al capital privado a invertir en determinadas áreas y sectores mediante ayudas, subvenciones, créditos baratos y exenciones fiscales. Además el Estado también creaba una serie de espacios, los llamados polos de desarrollo, en nuevas ciudades industriales.
Consecuencias de la expansión económica
El eje de la actividad económica se desplazó de la agricultura a la industria y, en menor medida, a los servicios. El campo se mecanizó y aumentaron los excedentes de mano de obra para la fabricación industrial. Se incrementó la concentración industrial y la mitad de la producción se localizó en torno a tres regiones, Cataluña, Madrid y País Vasco. Dentro de la industria experimentó un gran desarrollo la producción de bienes de consumo como automóviles y electrodomésticos así como la química, la siderurgia y la industria alimentaria. El transporte privado, en particular, el automóvil, empezó a prevalecer sobre el público y los desplazamientos por carretera sobre el ferrocarril. Las actividades que más crecieron en la época del desarrollismo fueron las relacionadas con la construcción, lo que también provocó una especulación inmobiliaria y un crecimiento urbanístico caótico y, sobre todo, el turismo. En general, el poder adquisitivo aumentó y los niveles de renta se incrementaron con lo que la demanda social de cambios políticos también se aceleró. Se produjo un aumento de la natalidad (baby-boom) y se intensificaron los movimientos interiores de población hacia las grandes ciudades y las regiones costeras mediterráneas e insulares.
Institucionalmente no hubo cambios significativos en el sistema político franquista a pesar de promulgarse leyes como la Ley de Prensa (1966) que suprimía la censura previa, la Ley de Libertad Religiosa (1967) o la Ley Orgánica del Estado (1966). Conforme a esta ley en 1969 Franco nombró como su sucesor al príncipe Juan Carlos, que hubo de jurar los principios del Movimiento Nacional.
Fase de descomposición del régimen (1969-75)
En los años 60-70 el impacto de la expansión económica, la apertura al exterior con el referente del turismo y sus costumbres más liberales, el aumento del nivel de vida y el desarrollo de una incipiente sociedad del consumo dinamitaron los valores tradicionales representados por el franquismo. Comodidades hasta entonces desconocidas como la luz eléctrica, el agua corriente, el SEAT 600, los electrodomésticos, el televisor, el negocio o el piso en propiedad pasaron a formar parte de la vida cotidiana de la población. También se crearon la Seguridad Social (1963) que garantizaba la asistencia sanitaria y el sistema de pensiones. Pero, a pesar de haber una clase media conformista y agradecida al régimen por estos cambios, en los últimos años de la dictadura el deterioro físico de Franco, del sistema y de sus valores hicieron crecer la demanda de mayores libertades.
En esta última etapa, junto al evidente deterioro físico de Franco, otros síntomas de descomposición del régimen eran el distanciamiento progresivo de parte de la Iglesia, el aumento de la oposición y de las protestas sociales (obreros, estudiantes, sindicatos), las tensiones internas entre inmovilistas y aperturistas y las acciones terroristas del FRAP y de ETA que en diciembre de 1973 acabó con la vida del almirante Carrero Blanco, jefe de gobierno y hombre de confianza del dictador. En los dos últimos años de la dictadura (1974-75) la acción política del gobierno de Arias Navarro (sucesor de Carrero) se caracterizó por el inmovilismo y la represión a la creciente oposición interna en medio de un fuerte desorden público con atentados terroristas, manifestaciones universitarias duramente reprimidas, encarcelamiento de sindicalistas… pero también protestas a nivel internacional como la protagonizada por el rey de Marruecos con la Marcha Verde reclamando la soberanía sobre el Sahara español durante los últimos meses de vida del dictador. Finalmente Franco murió el 20 de noviembre de 1975 dejando tras de sí un Estado que se derrumbaría rápidamente, dando paso a un azaroso y complejo, pero exitoso proceso de transición a la democracia.