Dictadura de Primo de Rivera
Primo de Rivera recibe apoyos por parte de una sociedad cansada: la llamada masa neutra o apolítica, el ejército, la Iglesia y el propio Rey. Al manifestar el carácter transitorio de la dictadura, también le dieron crédito la burguesía catalana, los socialistas y los republicanos. Además, el contexto europeo en el que llega la dictadura es de crisis de las democracias occidentales, propias del periodo de entreguerras.
En la evolución de la dictadura se distinguen dos fases bien diferenciadas:
El Directorio Militar (1923-1925)
Integrado por nueve generales y un almirante y presidido por el dictador. La dictadura, entendida como un régimen transitorio, se enfrenta con éxito a los principales problemas:
- Se restablece la paz social.
- Se asegura el orden público.
Se suspende la Constitución de 1876 y todos los derechos y libertades, se disuelven las Cortes; se prohíbe la actividad a partidos y sindicatos (la CNT fue prohibida) y se militariza el orden público, reprimiendo al obrerismo más radical: anarquistas y comunistas. Por ello una de sus primeras medidas fue la implantación en toda España del Somatén. Éste era una milicia cívica de origen catalán formada por burgueses que ayudaría al ejército en el mantenimiento del orden público. En cumplimiento de su programa “regeneracionista” contra el caciquismo, el dictador cesó a todos los ayuntamientos y nombró de forma interina “delegados gubernativos” (en su mayoría militares) que se hicieron cargo transitoriamente de los gobiernos locales. Más adelante disolvería también a todas las Diputaciones Provinciales (excepto las vascas). Para asentar esta obra, se elaboraría el Estatuto Municipal y el Estatuto Provincial. Sin embargo, todo esto no fue más que sustituir los viejos caciques de la Restauración por otros nuevos.
La nueva organización administrativa vació de poderes a la Mancomunidad catalana, que fue suprimida en 1925 junto a la prohibición del uso público del catalán. La concepción centralista de España del dictador conllevó a que perdiera el inicial apoyo de la burguesía catalana.
Para organizar el apoyo al Dictador, algunos de estos “nuevos” caciques promovieron en 1924 la creación de la Unión Patriótica. Aunque no se consideraba en sí mismo un partido político sino una “agrupación de hombres de buena fe”. La UP tenía un ideario conservador, católico (su lema era “Patria, Religión y Monarquía”).
Uno de los objetivos fundamentales que se propuso el Directorio Militar era acabar con el problema de Marruecos. Primo de Rivera en 1924, asumió personalmente el cargo de Alto Comisario de Marruecos y eliminar a los rebeldes de Abd el Krim. De esta forma, con la colaboración militar de Francia (mariscal Pétain) que ocupaba el sur de Marruecos, llevó a cabo el Desembarco de Alhucemas (septiembre de 1925) que fue un rotundo éxito militar y que logró la rendición del caudillo rebelde. En 1927 la pacificación del Protectorado era ya un hecho, y esto le dio al dictador una gran popularidad.
El Directorio Civil (1925-1930)
Aprovechando la popularidad obtenida por su victoria militar en Marruecos, en diciembre de 1925, el dictador sustituyó su gobierno de militares por civiles, en un intento de institucionalizar su régimen, con lo que traicionaba el inicial espíritu “transitorio” de la Dictadura. Para ello conformó un gobierno con mayoría de civiles provenientes de la burguesía conservadora y católica, con perfiles de profesionales y técnicos que anticipaban lo que luego serían llamados como “tecnócratas”. Destacaron principalmente las figuras de José Calvo Sotelo (Ministro de Hacienda), Eduardo Aunós y el Conde de Guadalhorce. La obra del Directorio Civil la podemos organizar en dos aspectos: el político y el socio-económico.
Primo de Rivera, apoyándose en la labor de su principal ministro José Calvo y Sotelo, planteaba sustituir el régimen político de la Restauración por otro basándose en el partido gubernamental de la “Unión Patriótica”. La nueva organización política debía superar el parlamentarismo y para ello lo primero que se realizó fue convocar una Asamblea Nacional Consultiva en 1927. Conformada por 400 miembros, tenía la misión de ser el embrión del futuro parlamento. Tenía un carácter corporativo y sin capacidad legislativa (no democrático). Sus miembros eran elegidos por sufragio indirecto o corporativo, lo que suponía que en su mayoría eran funcionarios de la Administración y personalidades escogidas por el poder. El modelo de dicha Asamblea provenía de la Cámara corporativa de la dictadura fascista de Mussolini (democracia “corporativa”). La Asamblea fracasó en su intento de realizar una nueva Constitución, cuyo proyecto fue realizado por Calvo Sotelo en 1929. Debido a su escaso apoyo popular fue relegada al olvido.