Primo de Rivera: Golpe de Estado e Instauración de la Dictadura
El 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera (Capitán General de Cataluña) se pronunció contra la legalidad constitucional, declaró el estado de guerra y exigió que el poder pasara a los militares. Tras una jornada en la que casi nadie reaccionó, Alfonso XIII aceptó. Primo de Rivera formó un gobierno integrado únicamente por militares. La Dictadura duró siete años, divididos en dos periodos:
- El Directorio Militar (1923-1925): Se presentó como una solución provisional a los problemas pendientes.
- El Directorio Civil (1925-1930): Trató de institucionalizar el régimen y llevó a cabo una política de reformas sociales y económicas.
Causas del Golpe de Estado
El golpe de estado se presentó como una salida al bloqueo que sufría el régimen constitucional y para evitar el peligro de revolución social. Pretendía ganarse el favor popular criticando la “vieja política”, la que se venía realizando desde que Cánovas tomó el mando de las operaciones en 1875. En el manifiesto inaugural, Primo anunció su voluntad de acabar con los caciques, con el bandidaje político y con las amenazas a la unidad nacional. Pero los historiadores coinciden en señalar que lo que más pesó, tanto en el ejército como en la rápida aceptación del rey, fue que las Cortes exigieran responsabilidades por el Desastre de Annual. En efecto, en el norte de Marruecos, colonizado por España desde 1906, se había producido una operación militar desastrosa que había provocado la muerte de miles de soldados españoles. Las Cortes encargaron una investigación, el llamado “Expediente Picasso”, que amenazaba con crear problemas a algunos altos cargos del Ejército y en el que podía verse involucrado el propio Rey.
Política Económica durante la Dictadura
La Dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional de los años 20, que llegó una vez que se superaron los problemas generados por la Gran Guerra. En ese contexto, realizó una política dirigida al desarrollo de la industria nacional y de las obras públicas:
- Se avanzó de manera importante en la construcción de ferrocarriles, carreteras, centrales hidroeléctricas, etc.
- Se construyeron en varias ciudades barriadas populares para paliar el enorme déficit de viviendas dignas que existía.
- Se aprobó un Decreto de Protección de la Industria Nacional que preveía la concesión de ayudas estatales a las empresas que no podían competir con el exterior.
- Se concedieron grandes monopolios, como el de la Compañía Telefónica Nacional de España.
- Se concedió la exclusiva del petróleo (importación, refino y distribución) a la Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo (CAMPSA).
Esta política provocó un fuerte endeudamiento del Estado, que en 1929 era seis veces superior al de 1924. Por otra parte, la dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo que pretendía evitar los conflictos a través de la intervención del Estado. Este modelo tomó forma en la Organización Corporativa Nacional, que articulaba las relaciones laborales sobre la base de las profesiones, creando comités paritarios que estaban formados por el mismo número de obreros que de patronos. Su misión era establecer los salarios y las condiciones de trabajo y mediar en los conflictos que pudieran surgir. UGT aceptó el plan y colaboró con más o menos entusiasmo. La CNT, en cambio, que no lo aceptó, fue prohibida.
La Oposición a la Dictadura
La oposición a Primo de Rivera estuvo integrada por buena parte de los dirigentes de los antiguos partidos del turno, los republicanos, los anarquistas, los comunistas y la mayor parte de los intelectuales:
- Los partidos del turno, inactivos al principio, se sintieron molestos por la excesiva duración del régimen militar. Algunos de sus dirigentes participaron en complots como la “sanjuanada” de 1926 o la intentona de Sánchez Guerra en 1929.
- Los republicanos se agruparon en la llamada Alianza Republicana, que se dedicó a promover una intensa campaña propagandística en el exterior.
- El movimiento intelectual contra la dictadura estuvo protagonizado por figuras como Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez o Menéndez Pidal. Los estudiantes, agrupados en la Federación Universitaria Española, participaron con huelgas y manifestaciones.
- La CNT mantuvo una oposición radical, aunque algunos de sus miembros se mostraran partidarios de utilizar formas pacíficas. El sector duro creó, en 1927, la Federación Anarquista Ibérica, partidaria de la insurrección popular.
- Desde 1929, el PSOE cambió su postura colaboracionista por otra de oposición, mostrándose partidario de instaurar una república.
Lo que provocó un malestar notable en amplias capas de la población, incluso en los seguidores de la Lliga Regionalista, que inicialmente habían acogido al dictador con notable simpatía. La acción más impactante fue el intento de invasión del territorio español desde Francia dirigido por el nacionalista Francesc Maciá.
La Caída del Dictador y el Camino hacia la Segunda República
Si al principio la dictadura fue bien acogida porque arreglaba problemas inmediatos y porque se pensaba que era una solución provisional, con el paso de los años comenzó a perder apoyos y a tener, como hemos visto, una oposición fuerte. En 1930, Alfonso XIII, temeroso de que el descrédito de la dictadura afectase a la propia monarquía, retiró su confianza al dictador, que dimitió en enero de ese año. Le sustituyó el general Berenguer, con el objetivo de iniciar una vuelta al sistema constitucional. Pero ese proceso se hizo tan lentamente que la oposición y la opinión pública comenzaron a impacientarse. Al objeto de acelerar el fin del régimen dictatorial, republicanos, catalanistas de izquierda y el PSOE firmaron el llamado Pacto de San Sebastián. Formaron un comité revolucionario que debía convertirse posteriormente en gobierno provisional de la futura república. En diciembre de 1930, los capitanes Galán y García Hernández protagonizaron en Jaca un intento de insurrección. Fue descubierto y sus líderes detenidos y fusilados. La causa de la república iba creciendo, y ya tenía hasta sus propios mártires. En febrero de 1931, Berenguer fue sustituido por el almirante Aznar, que asumió el compromiso de convocar elecciones, primero municipales y luego a Cortes Constituyentes. Era un intento de volver a la normalidad como si nada hubiera sucedido. Pero ya no había remedio. Alfonso XIII se había vinculado tanto a la dictadura que también él iba a salir mal parado. Las elecciones municipales, convocadas para el 12 de abril, se iban a convertir en un plebiscito a favor o en contra de la monarquía. Dos días después, se proclamó la Segunda República.