Directorio Civil (1926-1929)
Tras los éxitos económicos y políticos, especialmente la pacificación de Marruecos, Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen. Para ello, creó un Directorio Civil (gobierno mixto de militares y civiles) y una Asamblea Nacional Consultiva, con el objetivo de elaborar una especie de constitución.
Sin embargo, Primo no logró institucionalizar su régimen, lo que se considera uno de sus mayores fracasos. La oposición aumentó al percibir su intención de perpetuarse en el poder, lo que marcó el principio de su fin.
Política Económica y Laboral
En ambos aspectos, el régimen obtuvo éxitos notables. El crecimiento económico fue espectacular y los conflictos laborales disminuyeron significativamente hasta 1929.
Política Económica
Durante la dictadura, se produjo un aumento importante de las infraestructuras y un crecimiento industrial en sectores como la siderurgia-metalurgia, cementos-construcción y energía eléctrica (confederaciones hidroeléctricas).
Este crecimiento se basó en la coyuntura internacional favorable (los felices años veinte) y en un alto grado de intervencionismo estatal:
- Se elevaron las tarifas arancelarias y se apoyó la iniciativa privada.
- Se crearon monopolios como CAMPSA, Tabacalera y Telefónica.
- Se realizó una profunda labor en obras públicas, construyendo carreteras, ferrocarriles y pantanos.
La contrapartida de esta política fue el aumento de la inflación y del déficit público.
Política Social
La pacificación social y la disminución de los conflictos laborales se lograron combinando la represión con la negociación y una concepción paternalista.
Aparecieron los sindicatos verticales o comités paritarios, inspirados en la doctrina social de la Iglesia. Estos comités, compuestos por sindicatos y patronos, debían solucionar sus conflictos de forma consensuada o con la intervención del gobierno. Los comités paritarios fueron, en parte, responsables de la paz social. La UGT aumentó su protagonismo, consiguiendo logros sociales como la extensión de la seguridad social, el seguro de maternidad y el subsidio a familias numerosas, consolidándose como representante de la clase obrera.
La Oposición, el Fin de la Dictadura y la Caída de la Monarquía
La oposición al régimen evolucionó progresivamente, alcanzando un punto de inflexión con la creación del Directorio Civil.
Oposición Inicial
Desde el principio, se opusieron a Primo de Rivera los partidos dinásticos, los republicanos, el PCE y la CNT.
Oposición Tras el Directorio Civil
Tras la depresión de 1929, que afectó negativamente a la economía (cierre de empresas, desempleo), y la constatación de que la dictadura no era un sistema transitorio, la oposición se intensificó.
Ante la pérdida de apoyos, Primo dimitió en enero de 1930. Alfonso XIII nombró al general Berenguer para realizar la transición a la monarquía constitucional. Sin embargo, ante el descontento, Berenguer dimitió y el rey nombró al almirante Aznar, con el compromiso de convocar elecciones, comenzando por las municipales.
En este contexto, los republicanos, los catalanistas de izquierda y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián, comprometiéndose a derribar la monarquía y formar un gobierno provisional en la futura Segunda República.
Casi al mismo tiempo, se organizó la Asociación Republicana Militar y los intelectuales se unieron en la agrupación “Al servicio de la República”. En este ambiente de exaltación republicana, Ortega y Gasset escribió su célebre artículo “El error Berenguer”, que terminaba con la frase: “Delenda est monarchia”, es decir, “la monarquía debe ser destruida”.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito nacional contra la monarquía. El triunfo de los republicanos en las grandes ciudades provocó el júbilo popular y la renuncia de Alfonso XIII, dando inicio a la Segunda República.
Conclusiones
Primo de Rivera logró éxitos como el crecimiento económico, la pacificación social y el fin del conflicto de Marruecos. Sin embargo, también puso fin al intento de un sistema democrático puro que superara el pactismo de los partidos dinásticos y el sistema pseudodemocrático de la Restauración.
Además, con el pronunciamiento militar, sentó un precedente que se repetiría con frecuencia en los años posteriores (ejemplos: golpes de Sanjurjo y Franco). La dictadura supuso un retorno a la política del siglo XIX, donde el protagonismo político recayó en el ejército.
La dictadura no supo atraer a amplios sectores de la vida nacional y no logró detener el deterioro político y social, lo que condujo a corto plazo al final de la monarquía y, a medio plazo, a la Guerra Civil de 1936.