La Dimensión Internacional del Conflicto en la Guerra Civil Española
La Guerra Civil Española (1936-1939) se produjo en un contexto internacional convulso y conflictivo, marcado por el ascenso del fascismo y el comunismo en Europa. Para muchos, este conflicto fue un precedente de la Segunda Guerra Mundial. El interés por la Guerra Civil fue enorme, como demuestra la gran cantidad de literatura que generó. La defensa de la Segunda República se entendió como una lucha por la democracia y la libertad o como una esperanza de revolución social. Algunos intelectuales prestigiosos viajaron a España y defendieron la causa republicana, como George Orwell o Ernest Hemingway. Otros, en cambio, defendieron el alzamiento contra la República como una forma de frenar el avance del comunismo y defender la religión y los valores de la civilización europea.
Apoyos Internacionales a la República
Los sectores de izquierda y progresistas estuvieron del lado republicano. Eso ocurrió con los partidos y sindicatos obreros de todo el mundo y con la Unión Soviética. En Francia, la opinión pública era mayoritariamente favorable a la República, pero los gobernantes apenas apoyaron al gobierno republicano. En Gran Bretaña, el gobierno y una parte de la opinión pública veían el golpe de Estado con buenos ojos, al suponer un freno al comunismo.
Apoyos Internacionales a los Sublevados
En general, los sectores católicos europeos fueron afines a los sublevados, con la excepción de algunos católicos, al ver a la República como un régimen anticlerical. El papado, por prudencia, tardó en pronunciarse, pero finalmente lo hizo a favor de Franco. Estados Unidos optó por la no intervención y la prohibición de vender armas a los contendientes, aunque el bando franquista recibió ayudas de grandes empresas norteamericanas o la familia Kennedy. Alemania, Italia y Portugal apoyaron con unidades militares, recursos y financiación al ejército franquista. Alemania e Italia enviaron instructores militares, material militar y una flota de aviones. Los alemanes enviaron la Legión Cóndor, responsable del bombardeo de Guernica. España les sirvió como campo de pruebas para su máquina de guerra. Los italianos enviaron material armamentístico, aviones y soldados. También participaron voluntarios portugueses, por el apoyo del dictador Salazar a Franco, e irlandeses.
Las Brigadas Internacionales y la Ayuda a la República
La República contó con un voluntariado internacional, conocido como las Brigadas Internacionales, procedentes de todos los puntos del mundo. Su organización corrió a cargo de los partidos comunistas que formaban parte de la Internacional Comunista, aunque participaron izquierdistas, demócratas, anarquistas, socialistas y comunistas. Fueron determinantes en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Guadalajara. Algunas brigadas, como la norteamericana Lincoln o la Comuna de París, alcanzaron gran notoriedad. La República tuvo grandes dificultades para equiparse debido a la política de no intervención de las democracias occidentales. Financió esos suministros mediante pagos a Francia y a la URSS, con reservas de oro del Banco de España.
El Comité de No-Intervención
A iniciativa de Gran Bretaña, se creó el Comité de No-Intervención, que defendía una política de apaciguamiento ante la Alemania nazi. Francia debió seguir la política británica ante la advertencia de Gran Bretaña de no apoyar a Francia frente a la amenaza de Hitler. Al pacto se adhirieron 27 países. Sin embargo, en este comité estaban los países que más ayuda prestaron a los combatientes, con el objetivo de vigilarse unos a otros.
La Situación Económica en Ambos Bandos Durante la Guerra Civil
La Economía en la Zona Republicana
Al comienzo de la guerra, la República controlaba las regiones industriales y las ciudades. El alzamiento militar provocó en la zona republicana una revolución social de carácter colectivista, que quería acabar con el Estado y el sistema de propiedad, protagonizada por los anarquistas de la CNT y la FAI, en ocasiones secundados por la UGT, pero que contaron con la oposición del PSOE y el PCE. En Cataluña, se creó el Comité Central de Milicias Antifascistas, que llegaría a un acuerdo para restablecer la Generalitat.
Se produjo una colectivización agraria, oficial en Cataluña mediante un decreto, que se extendió por Aragón, Valencia, La Mancha y Andalucía. Se colectivizaron servicios públicos para la guerra como el transporte, las fábricas de armas, el abastecimiento de alimentos, etc. Se expropiaron las tierras de los partidarios de la rebelión militar y tierras mal explotadas. La mala gestión de los experimentos colectivistas de los anarquistas provocó problemas de abastecimiento. En el País Vasco, gobernado por el PNV, la propiedad privada fue respetada. Tanto por los efectos de la guerra como por la mala gestión de las empresas colectivizadas, la industria de la zona republicana se encontraba sumida en el caos.
Para la financiación de los costes de guerra, se recurrió a la emisión de deuda pública (a partir de 1938 ya nadie confiaba en el triunfo republicano) y al depósito en Moscú del oro del Banco de España (que sirvió para pagar los suministros de material militar a la República).
La Economía en la Zona Sublevada
Los sublevados controlaban la producción de cereales, patatas y hortalizas, por lo que no sufrieron problemas de abastecimiento. Su producción industrial aumentó tras el triunfo en la campaña del norte. El control de los medios de producción fue más estricto, al contar con la colaboración de empresarios y la banca. Además, las tierras afectadas por la reforma agraria fueron devueltas a sus antiguos propietarios.
En cuanto a la financiación de la guerra, recibieron ayudas de Alemania e Italia, en ocasiones a cambio de la exportación a Alemania de minerales como el wolframio. Antes de que acabara la guerra, se promulgó una de las Leyes Fundamentales del Franquismo, el Fuero del Trabajo, inspirada en la legislación fascista italiana, la doctrina social de la Iglesia y algunas ideas de la Falange. Establecía una organización corporativa del Estado con sindicatos verticales en los que estuvieran representados empresarios y trabajadores. Se prohibían las huelgas y las reivindicaciones colectivas.