Organización Republicana de las Zonas Durante el Conflicto
En un primer momento, el territorio republicano quedó controlado por organizaciones de carácter revolucionario, como **anarquistas** y **socialistas radicales**, lo que dificultó que el gobierno pudiera imponer su autoridad. Además, desde el pronunciamiento militar hubo una gran inestabilidad de gobierno, ya que se sucedieron varios presidentes. Así, en pocos días a Casares Quiroga le sucedió Martínez Barrios, quien se negó a repartir armas e intentó negociar con los rebeldes sin conseguirlo. A él, le sucedió Giral, que sí que repartió armas entre los obreros pese a la oposición del presidente de la república, Manuel Azaña, que quería evitar cualquier imagen revolucionaria ante los países democráticos.
En septiembre, es el socialista Largo Caballero quien forma un nuevo gobierno del que formarán parte, también, los anarquistas, lo que hace que existan criterios diferentes sobre lo que se tiene que hacer, ya que, mientras los republicanos, los socialistas no radicales, y los comunistas, creían que había que **concentrar los esfuerzos en ganar la guerra** y que después vendría la revolución proletaria, los anarquistas y socialistas radicales, consideraban que **guerra y revolución debían hacerse al mismo tiempo**.
Sucesos de Mayo de 1937
Esta diferencia de criterio se puso de manifiesto de forma violenta en los **sucesos de Mayo de 1937** de Plaza Catalunya, donde desde el edificio de Telefónica, controlado por los anarquistas, estos interceptaban las comunicaciones y el gobierno de la Generalitat les pidió que lo abandonaran y, ante su negativa, se produjeron enfrentamientos violentos en los que murieron aproximadamente 300 personas.
Después de Mayo de 1937, Negrín sustituyó a Largo Caballero como presidente del gobierno. Este centralizó el poder, reorganizó el ejército y estableció como prioridad ganar la guerra, ya que siempre pensó que la posibilidad de un conflicto europeo llevaría a que las potencias democráticas apoyasen a la república.
Situación en Cataluña
Mientras, en **Cataluña** la Generalitat se vio desbordada por los acontecimientos, y en septiembre, se disolvió el Comité de Milicias Antifascistas, creado en julio, en un intento por controlar la situación, y se formó un nuevo gobierno presidido por Josep Tarradellas, del que también formó parte la CNT. Esto permitiría reorganizar el estado catalán, tomar medidas, como el decreto de colectivizaciones e intentar poner fin a los crímenes de los primeros meses.
También aquí, había diferencias sobre cómo llevar a cabo los cambios económicos, sociales y políticos. La **CNT** y el **POUM** querían la revolución y **Esquerra Republicana de Catalunya** y el **PSUC** tenían como prioridad ganar la guerra. Después de los sucesos de Mayo de 1937 se formó un nuevo gobierno presidido por Companys, e integrado por Esquerra Republicana de Catalunya y el PSUC, quedando fuera la CNT. Esto indicaba un aumento de la importancia de los comunistas frente a los anarquistas.
En octubre de 1937, el gobierno de la república se trasladó a Barcelona aumentando las tensiones con la Generalitat, que, hasta ahora, había asumido competencias no contempladas en el Estatuto de Autonomía.
Otras Consideraciones: La Vida Cotidiana en la Zona Republicana
Durante los primeros meses la violencia era presente en las calles, con los incendios de iglesias y conventos, la destrucción de obras de arte, en la persecución de todos aquellos que consideraban que eran partidarios de los sublevados. El estado republicano intentará calmar y poner fin a todos esos asesinatos, y el principal problema de la población serán los **bombardeos** y la **falta de alimentos**, apareciendo el mercado negro y el estraperlo. Otro problema de esta zona fueron los refugiados, que iban huyendo de unos lugares a otros. Hay que recordar la salida masiva de niños hacia otros países, entre ellos Rusia, con la consiguiente disgregación de la familia.
Zona Franquista
Aquí, desde el principio, el objetivo principal era **ganar la guerra**, y para ello, el orden, la disciplina y la existencia de un mando único eran fundamentales. Así, tras la muerte de Sanjurjo, el 21 de septiembre de 1936, Franco fue elegido como único mando militar, y días después también como máxima autoridad política. Era pues generalísimo del ejército y jefe del gobierno del Estado Español. El traspaso de poderes se hizo el 1 de octubre en Burgos, capital de la zona nacional, formándose el futuro gobierno.
Concentración del Poder en Franco
Otra serie de medidas irán concentrando todo el poder en Franco, así el 20 de diciembre se decretó la **militarización de las milicias**, es decir, requetés y falangistas fueron integrados dentro del ejército y con mandos militares, y más adelante el 19 de abril de 1937 se unificó lo que era la **Falange** y los tradicionalistas, creándose **Falange Española Tradicionalista y de las JONS** y Franco será el jefe. Todo el poder se concentró así en una sola persona, se estaba creando un **estado totalitario** y Franco era el caudillo.
Vida Cotidiana en la Zona Franquista
Respecto a la vida cotidiana de esta zona, llama la atención la unidad conseguida. Así, todos los periódicos debían incluir en su cabecera un eslogan entre comillas: «una patria, un estado, un caudillo». Falange se convirtió en un partido de masas y un ejemplo fue que se agotó la tela de color azul característica de las camisetas de los falangistas. Aquí la población no sufrió bombardeos tan intensos y gozó de cierta tranquilidad y alimentos ya que controlaban las zonas agrarias de mayor densidad de población.
Los valores dominantes estaban impregnados de **catolicismo**, sobre todo, respecto a la mujer que debía respetar unos hábitos de comportamiento. La vida intelectual fue opresiva, ya que se quemaron libros, se prohibió el uso de otras lenguas y hubo un rechazo a todo lo relacionado con los intelectuales. Hay que destacar la dureza de la **represión** en esta zona quedando viudas, huérfanos y toda persona bajo sospecha necesitaba una acreditación para demostrar su fidelidad al régimen.
Postura de la Iglesia
La persecución religiosa que se produjo en la zona republicana durante los primeros meses hizo que la mayor parte de la población católica diese su apoyo a los nacionales. Esto pudo influir también en que católicos de países como EEUU y Reino Unido presionasen para que sus gobiernos bloqueasen las ayudas a la república. En cualquier caso, casi todos los obispos dieron su apoyo al bando franquista salvo algunas excepciones, como el de Tarragona o Vitoria que pensaban que en una guerra civil, la iglesia no debía tomar partido por ninguno de los bandos. Pese a ello, el 1 de julio de 1937 el episcopado español publicó una pastoral justificando el alzamiento y la guerra a la que además le dieron el carácter de **cruzada**.