1. El Periodo 1918-1921: Problemas de la Posguerra
Efectos de la Guerra
La Primera Guerra Mundial tuvo efectos muy profundos y duraderos. Las bases económicas y sociales del capitalismo que habían regido en el siglo XIX se alteraron profundamente a partir de agosto de 1914. Todos los países suspendieron inmediatamente el patrón oro, y, tras la suspensión, las transacciones financieras pasaron a estar controladas por los gobiernos y los tipos de cambio fueron fijados administrativamente. Las mercancías tuvieron grandes barreras arancelarias por la intensificación del proteccionismo. Tuvo unas derivaciones económicas, sociales y políticas que ejercerían una influencia decisiva en la evolución de las economías nacionales e internacional en las siguientes décadas. La profunda alteración que trajo consigo la Primera Guerra Mundial, por el conflicto bélico desencadenó los siguientes efectos:
Los efectos demográficos:
La enorme amplitud del enfrentamiento armado ocasionó millones de víctimas y una gran cantidad de bajas militares como consecuencia del progreso logrado en la capacidad destructiva del armamento y las innovaciones desarrolladas en el campo de la tecnología bélica. Además de las bajas militares habría que añadir las bajas civiles debido a la extensión de las enfermedades, el hambre, las privaciones generadas por el conflicto bélico y el déficit de nacimientos. Las mayores pérdidas absolutas se produjeron en Alemania y Rusia. De los países aliados los que más sufrieron el mayor peso de las catástrofes fueron, Francia e Italia. En definitiva podemos afirmar que los conflictos bélicos y posbélicos fueron una enorme tragedia humana.
Efectos políticos:
La guerra y su resultado desencadenaron la extensión de regímenes democráticos por Europa. Al mismo tiempo que aparecían los nuevos regímenes en Europa central y oriental, se produjeron demandas ampliamente difundidas de reforma agraria, que anticiparon la fragmentación de grandes propiedades y la redistribución de la tierra a pequeños agricultores empobrecidos. Terminada la Primera Guerra Mundial, el 18 de enero de 1919, sin asistencia de ninguno de los derrotados, a los que se les negó la presencia, comienza en París la Conferencia de Paz. Fue una reunión de los aliados después del armisticio para acordar las condiciones de paz con los países de las potencias centrales: Alemania, Turquía, Bulgaria, Austria y Hungría, estos dos últimos como representantes del desaparecido Imperio Austro-Húngaro. Con la firma de los tratados que remodelarán a Europa, a partir de junio de 1919 se presentan varios tratados para su firma a los países derrotados. Entre ellos destaca el Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919 en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles (París), exactamente cinco años después del asesinato del archiduque Francisco Fernando, uno de los principales acontecimientos que habían desencadenado la guerra. En este tratado firmado con Alemania se estipuló que:
- En compensación por la destrucción de las minas de carbón del norte de Francia, y como adelanto del monto de las reparaciones de guerra debidas por Alemania, ésta cedía a Francia la propiedad de las minas de carbón situadas en la cuenca del Sarre y los territorios de Alsacia y Lorena.
- Reconoce la independencia de Austria y Checoslovaquia.
- Cede territorios de Prusia Occidental y la alta Silesia a Polonia.
- Cede: 13% de tierra cultivable, ¾ partes de hierro, mayor parte de zinc y cuarta parte de recursos carboneros.
- La renuncia de Alemania, a favor de las principales potencias aliadas y asociadas, de sus posesiones de Ultramar
- Cláusula de culpabilidad de guerra en la que Alemania y sus aliados reconoce su responsabilidad en todas las pérdidas y en todos los daños sufridos con el compromiso de Alemania de reparar todos los daños causados.
- El Rin seria ocupado, por las tropas de las potencias aliadas.
- Además, cedió todos los barcos de milicia y cuarta parte de los barcos de pesca.
- Pérdida de su armada y su flota mercante.
- Pérdida de colonias de África y del Pacífico.
Las compensaciones o reparaciones que Alemania tenía que pagar ascendían, a 2.120 millones de libras esterlinas, de las que 800 millones correspondían a Francia, 500 a Bélgica, 570 a Gran Bretaña y 250 a otros países. Tras el Tratado de Versalles tiene lugar la recomposición del mapa político de la Europa Central y Occidental. Los perdedores más perjudicados de esta modificación fueron Alemania, Rusia, y los imperios otomano y austro-húngaro. Alemania perdió Alsacia-Lorena y el Sarre regiones ricas en agrícolas, mineras e industriales, también perdió la zona de Prusia que se integró en Polonia. Rusia sufrió mayores pérdidas territoriales con el (Tratado de Brest-Litovsk, firmado el 3 de marzo de 1918), nacieron diversos nuevos Estados: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. El Imperio otomano con el (Tratado de Sèvres, firmado el 10 de agosto de 1920) perdió el territorio de Turquía. El mayor trastorno fue ocasionado por la desmembración del Imperio Austro-Húngaro (Tratado de Saint-Germain con Austria, firmado el 10 de septiembre de 1919; y Tratado de Trianon con Hungría, el 4 de junio de 1920), este territorio se repartió en siete estados: una Austria y una Hungría achicadas, una porción para Rumania, otra parte para Italia, una mayor para la Polonia recién creada y otras dos para sendos nuevos estados: Checoslovaquia y Yugoslavia. Por el Tratado de Neuilly, firmado el 27 de noviembre de 1919, Bulgaria tuvo que ceder parte de Tracia a Grecia y perdió el acceso al mar Egeo. Esta fragmentación provocó graves trastornos en los sistemas productivos y en el comercio de la región centro-oriental europea haciendo. Los mercados nacionales fueron más reducidos, y los nuevos estados tuvieron que afrontar costosas inversiones para remodelar las infraestructuras, establecieron nuevas monedas y volviendo a establecer políticas comerciales proteccionistas. Los tratados de paz también impusieron cuantiosas sanciones económicas a las potencias derrotadas. Para los países aliados europeos se trataba de unas reparaciones de guerra que las potencias agresoras debían de pagar para la reconstrucción de los países más afectados. Los norteamericanos no eran partidarios de asfixiar económicamente a la nueva Alemania con graves sanciones, Francia y Gran Bretaña no pensaban lo mismo y antes de la Guerra, EEUU tenía fuertes aranceles y los acrecienta al finalizar ésta.
2. La Etapa de 1922 y 1929: La Reconstrucción y las Hipotecas de Guerra
El Arreglo de las Reparaciones y las Deudas de la Guerra
Las deudas de guerra y las reparaciones demostraron ser uno de los problemas más importantes en el período de entreguerras y generaron grandes tensiones políticas y económicas. Alemania, que era la gran derrotada, debía abonar una cantidad de dinero a determinados países una cantidad de dinero en concepto de reparación, para que dichos países pudieran llevar a cabo su reconstrucción. Por otra parte, estaban las deudas interaliadas. Inicialmente, Inglaterra era la que financiaba la guerra. Cuando Inglaterra necesitó financiación debido al gran esfuerzo financiero realizado, apareció EEUU, convirtiéndose en el máximo acreedor. Además, los países aliados realizaban préstamos entre sí. Al finalizar la Guerra hay grandes deudas: deudas de los aliados ante Gran Bretaña y Estados Unidos, y deudas entre los propios aliados. Ambas consecuencias se solapan: hasta que Alemania no realice pagos en concepto de reparación de guerra a los países, éstos no pueden pagar ni a Inglaterra ni a Estados Unidos. Los países más implicados forman en deudas de guerra y reparaciones fueron Alemania, EEUU, Gran Bretaña, Francia, Italia y Bélgica.
Francia insistió en cobrar del enemigo, mientras que EEUU esperaba el pago por los servicios prestados a los aliados. Alemania debía empezar a pagar las reparaciones en pagos trimestrales desde enero de 1922. Las nuevas autoridades alemanas consideraron las sanciones como excesivas, y argumentaron que no entraban dentro de la capacidad de pago de Alemania. Las repetidas solicitudes alemanas de una moratoria fueron rechazadas. Ante el incumplimiento en el pago de las reparaciones, las tropas francesas y belgas invadieron el Ruhr en 1923.
Esa invasión territorial aceleró el hundimiento del sistema financiero de Alemania. El objetivo era forzar el pago mediante el control directo del sistema industrial del Ruhr, pero la resistencia pasiva alemana desbarató los esfuerzos franceses, cuya financiación generó un proceso de hiperinflación y total devaluación del marco. El resultado fue la total desorganización del sistema económico y la progresiva paralización de la actividad e hizo que Alemania se endeudara fuertemente.
Tanto la invasión del Ruhr como la política de resistencia pasiva no facilitaron una solución a los problemas. Ante el colapso económico de finales de 1923, el gobierno alemán abandonó la política de resistencia pasiva e inició una política de estabilización monetaria con la propuesta de introducción de una nueva moneda. Por otro lado el general Dawes propuso una ampliación del periodo de pago y una reducción de los pagos anuales a proporciones más asequibles. Las anualidades fueron pagadas regularmente gracias a los masivos préstamos extranjeros.
El pago de las reparaciones, y también de las deudas comerciales, resultó impracticable cuando se rompieron los flujos de las inversiones exteriores y estalló la crisis al término de los años veinte. Al final, Alemania acabó pagando sólo una fracción de la factura original de las reparaciones.
La Estabilización Monetaria
Mayoría de los países europeos tenían graves problemas monetarios tras la guerra. El primer objetivo era frenar la inflación y devaluación. El segundo se alcanzaría, según creían los gobernantes de la práctica total de naciones, mediante el restablecimiento de un tipo de cambio al patrón oro. Hubo un primer grupo de países que iniciaron esas políticas de estabilización, como EEUU y Gran Bretaña, que consiguieron reducir la inflación. Estos países que controlaron la inflación estuvieron en disposición de retornar al sistema del patrón oro.
Un segundo grupo de países no pudo controlar la inflación tan rápidamente. La mayoría de los aliados se encontraban en esta situación debido a las dificultades para reequilibrar sus finanzas públicas. El reparto de los costes de la guerra generó grandes tensiones entre los diversos sectores sociales. Pero, finalmente, los gobiernos optaron por restablecer la ortodoxia monetaria y financiera con el objetivo de volver a restaurar el patrón oro.
Un tercer grupo de países Alemania, Austria, Hungría, Polonia y URSS, padeció un acelerado proceso de hiperinflación, del que sólo pudieron salir con una reforma monetaria que contempló la creación de nuevas unidades monetarias.
En los primeros años de posguerra los tipos de cambio sufrieron violentas fluctuaciones. El problema no era sólo que los tipos de cambio de equilibrio se habían alterado, sino que habían perdido estabilidad , los gobiernos intentaron fijar una nueva paridad de sus respectivas monedas con respecto al oro o una moneda de referencia. Este objetivo, que en la época se denominó “estabilizar el cambio”, se reveló extraordinariamente difícil de alcanzar. El mundo vivió en aquella época la primera experiencia de un régimen de tipos de cambio flotantes. Los Políticos, economistas y hombres de negocios estuvieron firmemente convencidos de que la variabilidad de las cotizaciones tenía efectos profundamente nocivos sobre el funcionamiento de la economía internacional. Achacaban la volatilidad de los cambios a los movimientos masivos de capital especulativo -lo que más tarde se llamaría hot money-, que aprovechándose de la incertidumbre que envolvía la evolución futura de los tipos de cambio, obtenían cuantiosas ganancias apostando por la depreciación o apreciación de las monedas.
Los responsables económicos culpaban a los especuladores en divisas de la inestabilidad de los cambios, al tiempo que defendían con ardor la creencia de que la economía internacional no podría volver a funcionar adecuadamente si no se ponía fin al régimen de flotación.
El Retorno del Patrón Oro y la Expansión Económica
Todos los gobiernos tuvieron, pues, como objetivo prioritario retornar al sistema monetario imperante antes de la guerra. En 1920 se celebró en una primera conferencia económica internacional en Bruselas para debatir sobre la reconstrucción del sistema internacional de pagos. Hubo un acuerdo en que éste debía basarse en el oro .En junio de 1919, la administración norte americana tomó, de forma unilateral, la decisión de restaurar el patrón oro a la paridad de preguerra. Solamente le secundaron las naciones que eran monetariamente dependientes de Estados Unidos. Pero a la mayoría de naciones, incluyendo las europeas, les resultó muy difícil dar ese paso. Las existencias del metal en poder de los bancos centrales solían ser demasiado escasas. El stock mundial de oro estaba muy desigualmente repartido: numerosos bancos centrales no tenían lingotes en sus cajas fuertes, o disponían de una cantidad insuficiente.
La Sociedad de Naciones se sintió llamada a convocar una segunda conferencia monetaria internacional, que se celebró en Génova en 1922. De allí salió como propuesta para solucionar el problema el llamado “patrón cambios oro”. Se reconocía como política legítima la desaparición del oro como moneda circulante y la fijación del tipo de cambio con respecto a una moneda fuerte que fuese directamente convertible en oro. Esto conduciría a que muchos países constituyesen sus reservas exteriores con divisas en lugar de oro. Las monedas que desempeñarían la función de activo de reserva y medio de pago exterior serían, esencialmente, el dólar y la libra esterlina.
El sistema nacido del consenso de Génova, tenía grandes fallos. El primero de ellos fue que dio total libertad a los gobiernos para estabilizar sus monedas. Se les facultó a hacerlo cuando lo estimasen oportuno y al nivel que juzgasen conveniente. No hubo coordinación alguna. Peores efectos se derivaron de los niveles de los tipos de cambio adoptados. Unos cuantos países decidieron restablecer la paridad de preguerra, entre ellos Estados Unidos, Suecia, Holanda, Suiza, Reino Unido, Dinamarca y Noruega. Un segundo grupo, más numeroso, estuvo formado por aquellos que optaron por estabilizar sus monedas a unas paridades que suponían una depreciación superior al 70%, e incluso al 90%.
El problema estuvo en que las paridades fijadas no correspondían a los tipos de cambio de mercado. Unas monedas quedaron fuertemente sobrevaloradas, mientras que a otras les ocurrió lo contrario.
Otro fallo del régimen monetario de entreguerras radicó en su dependencia de diversas monedas de reserva en un grado muy superior al existente antes de la guerra. Los países que tenían monedas convertibles aceptadas como monedas clave o de reserva por otros países debían responder ante éstos; tenían que disponer de un volumen de oro suficiente para hacer frente a la eventualidad de que los bancos centrales de tales países reclamasen de manera imprevista la convertibilidad en oro de los billetes. Pues bien, Nueva York contaba con reservas suficientes para atender esa demanda en un 60%, Francia y Gran Bretaña15%. El principal receptor de inversiones fue Alemania.
En resumen, el mecanismo de ajuste básico del patrón oro no funcionó en el sistema recreado en la posguerra. Las autoridades monetarias y políticas de los principales países no estuvieron dispuestas a seguir estrategias cooperativas.
Los Antecedentes de la Crisis de EEUU de 1929
Se había convertido tras la Primera Guerra Mundial en el gran prestamista de Europa. Era un país fuerte económicamente, pasó de ser un país deudor a acreedor. Consiguió nuevos mercados a nivel nacional y extranjero. Su balanza comercial era sumamente favorable, con su creciente población y el rápido avance tecnológico. A parte, EEUU poseía la mayor parte de los medios de pago y era el principal exportador de maquinaria, agricultura y capitales. Sus principales clientes eran los países europeos, pero éstos sólo podían comprarle empobreciéndose (debido a los altos derechos de aduana americanos) o aceptando sus créditos.
En 1928-1929 los americanos restringieron sus préstamos al extranjero, e inmediatamente se produce una contracción del comercio mundial, disminuyendo las importaciones de los países industriales y los gastos en el interior de los estados.
A este desequilibrio se unieron otros factores, ligados a la prosperidad americana de la posguerra.
- El sector agrícola tiene una superproducción agrícola, debido a que durante la Primera Guerra Mundial habían surgido muchas granjas agrícolas para abastecer a los países beligerantes (Europa). La producción había seguido aumentando en la posguerra, y creció más de un 11% de 1926 a 1929. El mercado interior aparecía saturado. Los precios bajan considerablemente. La producción debe disminuir, o bien es necesario almacenar los excedentes o exportarlos. La consecuencia fue una disminución de las rentas de los empresarios agrícolas y un endeudamiento de los campesinos.
- La industria experimentaba un gran auge, también en el sentido de la superproducción. Las innovaciones tecnológicas, el incremento de la productividad por el empleo de nuevos métodos y la bajada de los precios de las materias primas hacían que este sector obtuviese beneficios considerables. Los precios eran muy altos, debido al monopolio de los trusts. El consumo era bajo, causa de los trust. Entre 1922 y 1929, la producción industrial creció en un 50%. Los salarios reales también crecieron, aunque en menor proporción que los beneficios de las empresas. Parecía que el capitalismo había llegado a una etapa de bienestar (lo que se llamará después el welfare capitalism) estado del bienestar.
Los problemas sufría el sector era que existían grandes excedentes a los que era necesario dar salida. Las empresas intentaron incrementar el consumo interior concediendo créditos a los compradores o recurriendo a la publicidad. Pero, si bien los progresos de estos medios de distribución fueron importantes pero, aún sobraban mercancías y los stocks se acumulaban poniendo en graves aprietos la liquidez de las empresas. Por otra parte, las ventas al exterior de los productos manufacturados se contrajeron desde 1927 como consecuencia de la recuperación europea y de la desaparición de los préstamos norteamericanos. Los precios disminuyeron y el desempleo se hizo mayor.
Este factor desestabilizador será la especulación bursátil, exponente del sector financiero. El mercado de valores de la bolsa de Nueva York crecía espectacularmente. El índice industrial (Dow Jones) subió. Los beneficios eran sustanciales y alcanzaron hasta un 20% y aún más para determinadas acciones, lo que fomentaba el juego de los especuladores. Como las acciones subían regularmente, muchos americanos, de todas las clases sociales, compraban habitualmente acciones. El peligro para la bolsa no estaba, sin embargo, en el nivel de los índices ni en el volumen de transacciones; sino sobre todo en el precario mecanismo de créditos en que se sustentaba. En efecto, las 4/5 partes de las transacciones en 1929 no eran hechas al contado, sino a crédito. Los pequeños bolsistas pedían préstamos a sus corredores de bolsa y éstos a su vez a los bancos o a otras instituciones, confiando todos en que la venta de las acciones compradas con ese dinero cubriría ampliamente los gastos de los mismos. Por tanto, el dinero empleado en la compra de las acciones no era real y su reembolso estaba condicionado al alza continua de las acciones, y, en último extremo, a la salud de las empresas. Éstas disminuyeron su actividad tanto en Europa como en Estados Unidos antes del otoño de 1929 ante la contracción de la demanda. Los índices de la bolsa eran, pues, artificiales en ese momento coyuntural. No menos artificial era el dinero empleado en mantener esos índices, según hemos dicho. El edificio bursátil pues, sin una base sólida y desconectada de la realidad económica, podía tambalearse en cualquier momento.
El Crack de la Bolsa
El mes de septiembre había marcado el máximo en la bolsa de Nueva York, tanto en transacciones como en el índice. Éste empezó a caer el 3 de octubre, siguió bajando la semana del 14 de octubre, y dio paso al pánico del jueves negro, el 24 de octubre. Ese día 13 millones de títulos fueron cedidos y otros 16’5 millones de acciones liquidadas. La situación de la bolsa provocó una serie de reacciones en cadena que pusieron al descubierto las debilidades de todo el sistema económico. Las primeras órdenes de venta hicieron bajar aún más las acciones y la mayoría de los accionistas se apresuraron a vender para perder lo menos posible. Los Bancos, acreedores de muchos de los inversores en bolsa, reclaman sus préstamos (algunos sin posibilidad de recobrarlos) mientras veían como muchos clientes retiraban sus fondos, bien porque se encontraban en apuros, bien porque les invadiese el temor. En consecuencia, las entidades bancarias restringen sus créditos por necesidad de liquidez o por temor, y muchas, las más vulnerables, quebraron. La reducción de los créditos por un lado, y el bajo poder de compra de muchos accionistas por otro, afectando al resto de los sectores económicos. El primer efecto general fue la bajada de los precios, que afectó mucho a las materias primas y a los productos alimenticios, los cuales experimentaron un derrumbamiento. En las empresas industriales sufrieron una considerable reducción del índice de negocios y de beneficios. Las consecuencias sociales para los obreros industriales fueron la disminución de los salarios y, aumento sobre del paro. En el sector agrícola, la mayor incidencia del descenso de los precios se unió también la disminución del consumo. Pero la producción se mantuvo. En estas circunstancias, hubo un declive general de la economía que se transmitió también al comercio exterior.
Políticas Económicas Frente a la Crisis
Estados Unidos y el New Deal
La posición de Estados Unidos ante la crisis era importante para todos los demás países. Las primeras medidas, tomadas por la administración republicana de Hoover, no habían resultado eficaces. Ante un problema demasiado complejo e inédito, como el que planteaba la crisis, no intervino su partido en la solución de la crisis. Para él, el paro era sólo un problema individual y local en el cual el gobierno no debía intervenir. Lo mismo la regulación de la producción o la reactivación de las obras públicas, que competía a las empresas o a la propia marcha de la economía del país.
Cuando en 1933 F. Roosevelt partidario de una mayor intervención del Estado en la economía y de dirigir ésta a la consecución de algunos fines de carácter social, ocupó la presidencia de Estados Unidos, la situación económica seguía siendo dramática. El impulsó un amplio plan de actuación que perseguía el objetivo de conseguir de una forma más rápida la recuperación de la actividad económica. En muy pocos meses fueron promulgadas una serie de leyes que constituyeron el núcleo de lo que se ha dado en llamar el New Deal. Éste consistía en una nueva distribución de las rentas, reduciendo la capacidad de producción y aumentando el poder de compra y, al mismo tiempo, en una absorción del paro a expensas del gobierno federal. Las leyes aprobadas se referían a campos muy diversos:
- Medidas financieras: se encaminaron a modificar la política monetaria. En 1933 prohibió las exportaciones de oro, lo que implicó el abandono del patrón oro. Seguidamente, favoreció una política monetaria expansiva con la emisión de billetes sin contrapartida en oro, lo cual terminó por provocar una considerable devaluación del dólar. Roosevelt impulsó una reorganización del sistema bancario norteamericano, se promovieron entidades más capitalizadas y de mayor tamaño, se concedieron poderes a la Reserva Federal para regular el volumen de crédito, se creó un sistema de seguros sobre los depósitos bancarios, se separaron las actividades de la banca comercial y de la banca de inversión, y se introdujo un control más riguroso de las operaciones bursátiles. Para ello, el Estado garantizó los créditos a los bancos, a cambio de un cierto control de los mismos y de una participación en su capital.
- Medidas para el control de la producción y las rentas: en la Ley de Ajuste Agrícola de 1933 (Agricultural Adjustment Act, AAA) se fomentó la regulación de la producción con el objetivo de recuperar los precios y las rentas de los agricultores. Se contemplaron medidas como la reducción de la superficie cultivada, la acumulación o destrucción de stocks, o la implantación de subvenciones estatales para sostener las rentas de los agricultores.
- Medidas contra el paro y de carácter social: Roosevelt intentó reducir el desempleo con un extenso programa de obras públicas. La denominada Public Work Administration recibió un crédito de unos 3.500 millones de dólares para emprender obras públicas y conceder créditos a los municipios y organismos públicos para las obras que realizaran. Se constituyó un organismo especial, el Tennessee Valley Authority, facultado para emprender una serie de grandes proyectos, que construyó seis grandes presas con el objetivo de limitar las inundaciones y de aumentar la producción hidroeléctrica y también creo la Ley de la Seguridad Social fijó un sistema público de pensiones de reparto, la jubilación a los 65 años, el seguro contra el desempleo y otras ayudas sociales.
- En el campo de la industria, Roosevelt promovió la aprobación de la National Reconstruction Act (N.I.R.A.) con la finalidad de reactivar la producción industrial y de estabilizar los precios y los salarios. Esta ley fomentó el establecimiento de unos códigos de competencia entre las empresas que descartaran prácticas desleales. Se pretendía con ello prohibir el trabajo infantil, el establecimiento de un salario mínimo, de una jornada laboral determinada y la extensión de los convenios colectivos. En 1935 el Tribunal Supremo declaró la N.I.R.A inconstitucional. Ante el fracaso de estos acuerdos entre empresas, Roosevelt fomentó el derecho a la negociación colectiva de los sindicatos obreros (National Labor Relations Act, 1935).
Con este plan Roosevelt obtuvo muy buenos resultados descendiendo el paro en su país, el problema no desapareció, sin embargo, con el tiempo se fueron recuperando.
El Comunismo de Guerra y la N.E.P.
Tras el triunfo de la revolución se constituyó un Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin, con Trostki en Relaciones Exteriores y Stalin como comisario (o ministro) de las nacionalidades. En julio de 1918 se aprobaba la primera Constitución y el Estado quedaba configurado como una República Socialista Federativa Soviética de Rusia (la denominación de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS- se aprobará después, en 1922), y proclamaba la igualdad y soberanía de todos los pueblos del Imperio y su libertad para federarse.
Los decretos de carácter económico ponían en práctica el programa radical de los bolcheviques: abolición, sin indemnización, de la propiedad privada sobre la tierra y redistribución entre los campesinos sin obligación de pago de arrendamiento; imposición del control obrero sobre las fábricas y nacionalización de las empresas más importantes (Bancos, transportes, fuentes de energía, industria pesada); nacionalización de todo el comercio exterior y anulación de las deudas contraídas por el Régimen Zarista.
Pero los problemas externos e internos amenazaban la estabilidad de la República soviética. A los primeros término con la firma de la paz de Brest-Litovsk con los alemanes, en marzo de 1918, que fue humillante para Rusia y supuso grandes pérdidas territoriales (abandono de Polonia y los Países Bálticos, evacuación de Ucrania y de Finlandia). La situación interna abocó en una guerra civil contra los partidarios del antiguo Régimen, ayudados por las potencias aliadas, que se prolongará hasta 1922. La situación interna era crítica para la economía. En tales circunstancias, el Gobierno bolchevique tomó una serie de medidas para salvar al país, que se conocen bajo el nombre de “comunismo de guerra”, entre 1919 y 1921: En el plano político, dictadura gubernamental y control de la opinión pública, a través de la Tcheka, policía política al servicio del Régimen. En el plano económico: nacionalización de toda industria con más de 10 obreros; entrega obligatoria al Estado por los campesinos de las cosechas, salvo la parte autoconsumida; trabajo obligatorio para todos, aumento de la jornada diaria y salario único. Los resultados de esta política no fueron satisfactorios. El terror económico y político provocó además el descontento social.
En marzo de 1921 fue aprobada la denominada Nueva Política Económica (N.E.P). Ésta fue concebida como un abandono de las directrices económicas del “comunismo de guerra” y el retorno a una especie de economía mixta, estatal y capitalista. Con esta nueva política:
- Son suprimidas las requisas agrícolas y reemplazadas por un impuesto en especie, y después en metálico.
- Son desnacionalizadas las empresas industriales de menos de 20 obreros.
- Se restablece la libertad de comercio en el interior, con reserva para el Estado del exterior.
- Se estabiliza el valor de la moneda, mediante una reforma monetaria.
- Son restablecidas las relaciones comerciales con otros países y se hace una llamada a técnicos extranjeros.
- En manos del Estado quedaron los transportes, los Bancos y las grandes industrias.
Los resultados de esta política fueron un aumento en la producción agrícola, la minería experimentó un fuerte incremento: la producción de carbón se triplica entre y la de petróleo se duplica. En cambio, en la industria los progresos fueron mínimos: mejoró la industria de bienes de consumo, pero la industria pesada permaneció estancada. Además, los precios entre productos agrícolas y productos industriales se desajustan. La consecuencia es una restricción del consumo de los productos industriales y un aumento del paro en este sector. Las políticas trajeron efectos negativos en la estructura social. Desde 1926 el progreso agrícola se detiene. Lenin muere en 1924 y a partir de 1925-1926 los altos dirigentes soviéticos comienzan a dudar sobre la eficacia. La lucha política en el interior de la URSS, con el duelo entre Trotski y Stalin. En 1927 Stalin consiguió hacerse con el poder, y Trotski fue exiliado a Turquestán. En 1929 Stalin, como secretario general del Partido Comunista, se convertirá en el dictador de Rusia hasta 1953. En esos años emprenderá un cambio del rumbo económico en la vía de la socialización y de la planificación.
La Planificación Económica: Los Tres Primeros Planes Quinquenales
El primer plan, a desarrollar entre 1928 y 1933. Inicialmente, la industria privada fue nacionalizada y los campesinos propietarios invitados a poner sus tierras cooperativas (koljoses), a las cuales el Estado suministra simientes y maquinaria y a cambio reciben una parte de la cosecha. Por otra parte, las tierras del Estado, los sovjoses, trabajadas por asalariados, se convierten en granjas de experimentación. Este plan previó una duplicación de la producción global, dando preferencia, sobre todo, a la industria pesada, a la energía eléctrica y a la obtención de materias primas. Los resultados, sin embargo, no se correspondieron con los previstos.
El segundo plan quinquenal (1933-1937) puso el acento, sobre todo, en el desarrollo de la industria ligera (textil y alimentaria) y también en un desarrollo de la enseñanza técnica y de una mejora del nivel de vida. Los progresos fueron importantes en la enseñanza, por la creación de escuelas especializadas y facultades obreras. La productividad del obrero es estimulada y en 1935 se extiende por la URSS el movimiento stajanovista. Por último, se mejoró notablemente el nivel de vida de los obreros debido a un aumento de los salarios y un nuevo sistema de primas, a una disminución de los precios de los productos básicos y a la supresión de las cartillas de racionamiento.
El tercer plan, iniciado en 1938 con vistas a desarrollar algunas industrias especializadas, sobre todo las químicas, se va a ver interrumpido por la guerra y consiguientemente reorientado a la producción de materiales bélicos.
En vísperas de la segunda guerra mundial, la Unión Soviética se sitúa como la tercera potencia del mundo. El hambre ha desaparecido y ocupa el segundo lugar mundial en la producción de hierro, petróleo y oro. Los transportes permiten también unas mejores comunicaciones entre las diversas partes de este inmenso país. Se ha ampliado la red de canales, mejorado los puertos, así como el tráfico principal por ferrocarril.