Economía, Sociedad y Política en la España del Siglo XVI: Auge, Desafíos y la Unión Ibérica

Economía y Sociedad en la España del Siglo XVI

El siglo XVI fue un período de expansión y crecimiento económico, especialmente en Castilla. El aumento de la demanda y la llegada de metales preciosos de América actuaron como un enorme estímulo. El sector determinante de la economía fue el comercio, que experimentó un aumento espectacular. A América, al ser una colonia de poblamiento, se exportaba de todo: productos agrícolas, vino, aceite y paños. Se importaban, básicamente, oro y plata. El sector comercial impulsó a toda la economía; la agricultura y la industria crecieron igualmente, pero muy por debajo del comercio.

Pese a todo, el descubrimiento de América no sirvió para dinamizar y modernizar la economía española. España no supo sacar partido de la situación por tres razones:

  • La revolución de los precios: Consecuencia de la llegada de metales preciosos y del aumento de la demanda, unida a la incapacidad de la industria castellana para cubrirla. Los precios se dispararon, con el consecuente deterioro del nivel de vida de las clases más desfavorecidas.
  • La inexistencia de una política proteccionista de los Austrias a la industria: Para abaratar los precios, la monarquía facilitó la exportación de lana bruta y la entrada de productos textiles elaborados extranjeros, más baratos, lo que paralizó el crecimiento industrial.
  • El desvío de los beneficios hacia el exterior: Realizado a través de distintos mecanismos, como la compra de productos manufacturados a Europa, el contrabando inglés y holandés, o la costosa política exterior de los Austrias, que utilizaban dinero americano para pagar a los tercios. Este dinero llegó a ser insuficiente, por lo que se recurrió a pedir créditos a banqueros extranjeros (Fugger, Welser…), a emitir deuda y a aumentar impuestos.

En resumen, pese a los datos favorables y el indudable ascenso del comercio y de la economía en general, la ausencia de una política económica coherente por parte de los Austrias Mayores sentó las bases de la crisis del siglo XVII. Fue, en definitiva, una gran oportunidad perdida.

La sociedad mantuvo su estructura estamental. La nobleza perdió poder político, pero siguió conservando su preponderancia social y económica. Por su parte, la burguesía creció, pero de forma insuficiente. Persistió la mentalidad nobiliar y se generalizó el requisito de la limpieza de sangre para acceder a determinados cargos o instituciones. Esto trajo consigo el rechazo de prácticas comerciales e industriales. Mientras en los países protestantes mejoraba la consideración del trabajo de artesanos y mercaderes, en España estas actividades eran consideradas incompatibles con el honor.

La Monarquía Hispánica de Felipe II. La Unidad Ibérica

El reinado de Felipe II (1556-1598) tuvo un carácter más peninsular:

  • Por nacimiento, permanencia e idioma.
  • Heredó las posesiones de su padre, Carlos I, excepto el imperio alemán y las tierras de los Habsburgo en Austria, que fueron para el hermano del emperador.
  • En 1580, muerto el rey don Sebastián de Portugal sin descendencia, Felipe II hizo valer sus derechos al trono (era hijo de Isabel de Portugal) y las Cortes reunidas en Tomar (1581) le reconocieron como monarca. Incorporó a la monarquía el reino y todas sus posesiones ultramarinas, consiguiéndose la tan anhelada Unidad Ibérica. Se mantuvieron las leyes e instituciones portuguesas, y los principales cargos del reino serían ocupados por portugueses.

Castilla fue el centro del reinado. Felipe II fijó la corte en Madrid (1561). Se produjo una hispanización de su política, pese a que los objetivos no siempre coincidían con los intereses españoles.

Su política interior se caracterizó por la intolerancia religiosa. Entre los conflictos internos destacaron:

  • La rebelión de los moriscos de las Alpujarras (1568-1570), que terminó con su expulsión de Granada.
  • El conflicto foral de Aragón, que enfrentó al monarca con el Justicia Mayor de Aragón (defensor de los fueros), por la traición de Antonio Pérez, un ex secretario real.

Su política exterior buscó defender la cristiandad y mantener intacta su herencia. Se centró en:

Detener el avance de los turcos en el Mediterráneo

A los que venció en la batalla de Lepanto (1571).

Controlar la rebelión política y religiosa de los Países Bajos

Siete provincias del norte (las Provincias Unidas), donde se había extendido el calvinismo, proclamaron su independencia, lo que supuso la guerra declarada. El conflicto quedó sin resolver a la muerte de Felipe II.

El conflicto con Inglaterra

Que apoyaba a las Provincias Unidas, terminó con la derrota de la Armada Invencible en 1588.

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