El Antiguo Régimen
1. Economía durante el Antiguo Régimen
La economía del Antiguo Régimen estaba anclada en la Edad Media, aunque se habían producido algunos avances técnicos. La agricultura era extensiva, con rotación de cultivos y organización gremial. Sin embargo, la economía no conseguía crecer debido a la baja productividad del trabajo.
Las principales características de la economía eran:
- El predominio absoluto de la agricultura, con métodos tradicionales y escasa producción.
- La escasa importancia de la industria, con ausencia de mecanización y escaso desarrollo de la división del trabajo.
- La inexistencia de un mercado de ámbito nacional, debido a la lentitud y carestía de los transportes.
- El estancamiento económico, con ciclos de buenas y malas cosechas que determinaban el nivel de vida y el crecimiento demográfico.
2. Estructura de la sociedad estamental
La sociedad del Antiguo Régimen era estamental, dividida en nobleza, clero y estamento popular. El clero y la nobleza tenían privilegios concedidos por ley, constituyendo el estamento privilegiado.
El clero poseía grandes propiedades y no pagaba impuestos. La aristocracia justificaba sus privilegios por su misión de defensa militar y asesoramiento a los monarcas.
El estamento de los no privilegiados incluía a jornaleros, artesanos, comerciantes y profesionales liberales. Pagaban impuestos y carecían de privilegios. Dentro de este grupo, la burguesía surgió como consecuencia del desarrollo del comercio y las ciudades.
3. Ilustración, Despotismo y Crisis
A mediados del siglo XVIII, la Ilustración defendió una nueva forma de Estado basada en la igualdad, la libertad y la tolerancia. Montesquieu, Voltaire y Rousseau fueron destacados ilustrados.
Algunos monarcas adoptaron las ideas de los ilustrados, dando lugar al Despotismo Ilustrado. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVIII, el Antiguo Régimen entró en crisis por las transformaciones económicas, las aspiraciones de la burguesía y las críticas de los ilustrados.
La Revolución Francesa (1789) acabó con el Antiguo Régimen y marcó el comienzo de la Edad Contemporánea, basada en el liberalismo, la división de poderes y la soberanía nacional.