Bienio Progresista: El autoritarismo del gobierno moderado impulsó el levantamiento de progresistas, del recién fundado Partido Demócrata (fue fundado en 1849) y de algunos sectores del propio moderantismo, defraudados con la actuación gubernamental.
Después de la Vicalvarada del día 30 de junio de 1854, los sublevados redactaron el llamado Manifiesto de Manzanares, en el que solicitaban:
- Respeto a la Constitución de 1845
- Reforma de la Ley Electoral
- Reducción de los Impuestos
El alzamiento contó con el respaldo popular y con el de diversos jefes militares de distintas ciudades españolas. Isabel II se vio entonces forzada a quitar el poder a los moderados y entregárselo nuevamente al general Espartero, quedando O’Donnell como ministro de la Guerra.
Se convocaron unas elecciones que fueron ganadas por los unionistas de O’Donnell y por los progresistas, partidos que gobernarían conjuntamente durante estos dos años.
Las Cortes salientes elaboraron una nueva Constitución, la de 1856, que ofrecía una declaración de derechos más detallada que la de 1845 e incluía límites al poder de la corona y del ejecutivo. Sin embargo, esta constitución no tuvo tiempo para poder entrar en vigor, de ahí que sea conocida como la nonata.
Los gobiernos de esta época desarrollaron una legislación encaminada a sentar las bases para la modernización económica del país. Entre las leyes que promovieron cabe destacar:
- Nueva Ley de Desamortización, conocida como la desamortización de Madoz de 1855.
- Ley de ferrocarriles (1855)
- Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias (1856)
A pesar de las reformas, el bienio transcurrió en un clima constante de conflictividad social, acentuado por la epidemia de cólera de 1854, las malas cosechas, el alza de los precios y los enfrentamientos entre patronos y trabajadores. Las clases populares, defraudadas debido al incumplimiento de las promesas hechas en 1854, retiraron el apoyo a los progresistas. En julio de 1856, Espartero presentó su dimisión y la reina encargó a O’Donnell formar un nuevo gobierno.
3º- El Gobierno de los Moderados y la Unión Liberal (1856-1868)
Hasta 1858, el gobierno estará nuevamente en manos de Narváez, pero su moderantismo era ya una fuerza vieja que no supo renovarse a tiempo. Sus programas aparecían gastados, lo que dio lugar a que apareciera como solución a la crisis de moderados y progresistas un “partido de centro”, la Unión Liberal, que dirigía O´Donnell. En junio de 1858, recibe el encargo de formar gobierno; el llamado “gobierno largo” duró 5 años. La Unión Liberal no poseía unos principios políticos profundos, aunque sí lógicos: síntesis de libertad y orden, unión de los españoles bajo un liberalismo, repudio a los extremismos políticos, etc. Lo que hizo que moderados y progresistas vinieran a engrosar sus listas. O´Donnell era un hombre un tanto simple de ideas, pero metódico y bien asesorado, gobernaba con acierto. Una de sus ideas dominantes era revitalizar la política exterior para que las potencias tuvieran que contar con España y para que los españoles se olvidaran un poco de sus problemas internos. Así se desarrollaron acciones como la expedición a Indochina (1858-1863), la excusa será el asesinato de algunos obispos españoles, pero acompaña a Francia en sus objetivos expansionistas, logrará una indemnización de guerra y libertad comercial en la zona; la intervención en México (1862), Prim intervendrá al frente de una expedición militar, de la que no se obtiene ningún éxito, y solo sirve para asentar en aquel territorio, por un breve período de tiempo, a Francia, que impone a Maximiliano como emperador de México; pero las de mayor importancia fueron en el norte de África, especialmente en Marruecos (1859-60), el objetivo es la protección de Ceuta y Melilla, y la victoria de Wad-Ras permitió a España la incorporación de Sidi Ifni y la ampliación de la plaza de Ceuta. El gobierno de O´Donnell coincide con un período de prosperidad económica por la paz interna, que creó un clima propicio a la inversión. Ello estará marcado por el desarrollo del Plan de Ferrocarriles establecido en el Bienio y por las inversiones de capital extranjero. También se adoptó una política desamortizadora que pretendía continuar la obra de Madoz, pero, al mismo tiempo, intentaba llegar a un acuerdo con la Santa Sede que se alcanzó en 1859-1860 (en este momento de esplendor económico nace en música el Chotis y la Zarzuela). Esta prosperidad no podía durar indefinidamente porque la Unión Liberal carecía de un programa concreto y sus hombres se fueron separando a la hora de enfrentarse a problemas puntuales. En 1863, O´Donnell cae del poder y comienza una nueva crisis en el gobierno isabelino que llevará a la catástrofe.
4º- La Crisis del Gobierno Isabelino y su Final (1863-1868)
Tras la caída de O´Donnell, se produjo un retorno al moderantismo más cerrado, de nuevo el general Narváez se hizo cargo del gobierno en septiembre de 1864, abriéndose el proceso que dio al traste con la monarquía borbónica. En ese proceso fue decisiva la crisis económica y el agravamiento de problemas sociales y políticos. Los primeros síntomas de la crisis se produjeron en 1864, al detenerse las construcciones ferroviarias, faltaron inversiones extranjeras, los precios cayeron. Las causas esenciales de este paro fueron el déficit de las empresas ferroviarias (las líneas construidas no daban el beneficio esperado) y la falta de algodón, por la Guerra de Secesión de EEUU, que hizo caer en picado la producción textil catalana. Su resultado fue la pérdida de capacidad adquisitiva, el hundimiento del mercado y la extensión de la crisis a todos los sectores. A esta situación se unió el clima de descontento político generalizado, ante la inoperancia de los gobiernos sucesivos y la actitud cada vez más autoritaria de Narváez y O´Donnell al frente del gobierno. Pruebas de esa actitud fueron los sucesos de la noche de San Daniel y la represión de la sublevación militar – sublevación de los sargentos del Cuartel de San Gil -. Todo hacía pensar en un golpe de Estado que produciría un cambio de sistema político. En agosto de 1866, se reúnen demócratas y progresistas y llegan al Pacto de Ostende (Bélgica), por el que se comprometen a derrocar a Isabel II, tras lo cual se elegiría por sufragio universal masculino una asamblea constituyente que decidiría sobre la forma de gobierno, monarquía o república. A pesar de todo, los criterios antimonárquicos se unificaron, culminando con la Revolución del 68 “La Gloriosa”, que será el golpe que derribe a Isabel II y que se inició como uno de tantos pronunciamientos militares, a los que se unen las masas populares, derrotando a los ejércitos isabelinos del general Pavía en la batalla del Puente de Alcolea. Isabel II huye a Francia, iniciándose una de las etapas de mayor inestabilidad política de la España del siglo XIX: el Sexenio Democrático o Revolucionario.