El Bienio Reformista y la Crisis de la Segunda República Española

El Bienio Republicano-Socialista

(1931-1933)

Los gobiernos presididos por Azaña durante este bienio abordaron los problemas que, según ellos, habían apartado a España de la modernidad, problemas que ya se habían planteado durante el gobierno provisional.

Reforma Religiosa:

Pretendía limitar el poder y la influencia de la Iglesia. Las disposiciones se recogían en la Constitución, y otras como el divorcio, la suspensión de la enseñanza religiosa y la disolución de las órdenes jesuitas.

Reforma Militar:

Estaban impulsadas por Azaña. Someter el ejército a un poder gubernamental y asegurar una fidelidad a la República. Reducir el número de oficiales mediante jubilación anticipada.

Reforma Agraria:

Pretendía acabar con los problemas del campo español: el latifundismo, la escasa productividad y la abundancia de jornaleros sin tierras. Fomentó 3 objetivos:

  • Social: entregar tierras a los campesinos, para así crear una clase media campesina propietaria.
  • Económico: aumentar la productividad, y elevar así el poder adquisitivo del campesinado y, así, aumentar la producción industrial.
  • Político: acabar con el poder económico de la aristocracia terrateniente.

La ley de la reforma agraria fue aprobada en septiembre de 1932, su objetivo era expropiar, mediante indemnizaciones, tierras no explotadas y asentar en ellas a campesinos para que las explotaran.

Reforma Educativa:

Pretendía mejorar la enseñanza dado el elevado índice de analfabetismo, para ello se estableció la enseñanza primaria obligatoria.

Reforma Política:

Pretende resolver el problema de los nacionalismos y lo hará dentro del marco constitucional. La Constitución reconocía la posibilidad de que algunas regiones organizaran su propio gobierno dentro del estado español.

El Frente Popular (Febrero 1936)

A las elecciones del 16 de febrero se presentaron unidos los partidos republicanos de izquierda y los partidos obreros, en una alianza que se conoció como Frente Popular. Fue una coalición circunstancial para eliminar a la derecha del poder y así recuperar las líneas de actuación del primer bienio. El primer gobierno que se formó tras las elecciones estuvo presidido por Manuel Azaña, y formado sólo por republicanos, ya que los socialistas no deseaban intervenir de forma directa.

Su objetivo era recuperar la línea de actuación reformista del primer bienio, entre sus decisiones destacaban la concesión de la amnistía a los presos políticos de la revuelta de 1934 y el restablecimiento de la autonomía de Cataluña.

A pesar de la buena voluntad de Azaña, la debilidad del gobierno era patente, viéndose desbordado por los conflictos y la violencia política. Así, mientras el proletariado se radicaliza, el discurso de la derecha autoritaria incita abiertamente a la insurrección, provocando graves enfrentamientos callejeros.

En el mes de mayo, Alcalá Zamora es destituido por las Cortes a causa de las presiones de la izquierda, Azaña es nombrado presidente de la República y, como jefe de gobierno, Casares Quiroga. A todos estos problemas se unía la conspiración militar, que se organizó y venció al Frente Popular. En torno a la Unión Militar Española, Mola, Sanjurjo, Goded y Franco preparan un golpe de estado. La violencia callejera no cesa y el 12 de julio unos pistoleros falangistas asesinan a José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto. Al día siguiente murió José Calvo Sotelo, líder de la derecha parlamentaria, a manos de un grupo de agentes del orden que querían vengar la muerte de Castillo. Este asesinato fue el detonante del golpe militar del 17-18 de julio de 1936, que al fracasar desembocó en la Guerra Civil.

La Era del Capitalismo

España, como gran parte de los países del este y del sur de Europa, conoció importantes transformaciones en su economía, pero no se industrializó plenamente. A finales del siglo XIX, España mantenía una economía predominantemente agraria, con un sector industrial limitado. El lento proceso de industrialización de España a lo largo del siglo XIX tiene sus causas en una serie de factores combinados:

  • Un bajo nivel de vida del conjunto de la población española, en especial la rural.
  • Inexistencia de la inversión hacia empresas no industriales, ya que se consideraba más seguro la compra de bienes desamortizados.
  • La ausencia de una política que fomentase la industria nacional.

Durante la Restauración se produjo una coyuntura económica favorable a la que no es ajena la estabilidad política derivada del fin de las guerras carlistas y el aumento de la demanda exterior.

El desarrollo minero y el avance industrial crecieron con rapidez entre 1875-1900, la clave estaba en la Ley de Minas de 1869 que concedía minas a cambio de una tributación pública. La fachada cantábrica conoce un considerable desarrollo económico, las causas se encuentran en la creación de un importante núcleo siderúrgico en el País Vasco. La mayor parte de la producción se exporta al Reino Unido. La alta capacidad de explotación determina un flujo de dinero que constituye la base del capitalismo financiero vasco. En el primer tercio del siglo XX, la estructura industrial española sufrió una importante transformación con la aparición de nuevas industrias o la transformación de las ya existentes. El sector textil comenzó a perder peso, siendo la mayor novedad del desarrollo la industria alimentaria. La diversificación industrial es una de las principales características de este periodo inicial del siglo XX.

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