Orígenes del Carlismo: La Cuestión Sucesoria
El origen del Carlismo se remonta a la cuestión sucesoria que surgió durante el reinado de Fernando VII. Tras tres matrimonios sin descendencia, el rey se casó con su sobrina María Cristina, quien pronto quedó embarazada. Para asegurar la sucesión de su futuro hijo o hija, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción en 1830, que abolía la Ley Sálica y restablecía la línea sucesoria tradicional, permitiendo la sucesión femenina.
Esta medida generó controversia, ya que Don Carlos, hermano del rey, se consideraba el legítimo heredero al trono según la Ley Sálica. Sus partidarios, conocidos como carlistas, protestaron contra la Pragmática Sanción, argumentando que era ilegal y atentaba contra los derechos sucesorios de Don Carlos.
En octubre de 1830, nació la princesa Isabel, lo que agudizó el conflicto sucesorio. Se formaron dos bandos: los carlistas, que apoyaban a Don Carlos, y los isabelinos o cristinos, que defendían los derechos de la princesa Isabel y su madre, la reina regente María Cristina.
Ideología y Base Social del Carlismo
El carlismo se caracterizó por una fuerte ideología tradicionalista y antiliberal. Sus principales principios eran:
- Legitimismo: Defensa de los derechos dinásticos de Don Carlos como legítimo heredero al trono.
- Absolutismo: Oposición al liberalismo y defensa de la monarquía absoluta.
- Tradicionalismo: Apego a las tradiciones y valores del Antiguo Régimen.
- Foralismo: Defensa de los fueros y la autonomía de las regiones.
- Catolicismo: Unión entre la Iglesia y el Estado.
La base social del carlismo se encontraba principalmente en las zonas rurales del norte de España, especialmente en el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo aragonés y valenciano. Sus principales apoyos provenían del bajo clero, el campesinado y parte de la nobleza.
Primera Guerra Carlista (1833-1839)
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, estalló la Primera Guerra Carlista. Los carlistas, liderados por el general Zumalacárregui, lograron importantes victorias en los primeros años de la guerra. Sin embargo, tras la muerte de Zumalacárregui en el sitio de Bilbao, los carlistas perdieron impulso y fueron gradualmente derrotados por las fuerzas isabelinas, comandadas por el general Espartero.
La guerra finalizó en 1839 con la firma del Convenio de Vergara entre Espartero y el general carlista Maroto. El acuerdo reconocía los grados militares de los carlistas y otorgaba cierta autonomía a las provincias vascas y Navarra.
Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
A pesar del Convenio de Vergara, el carlismo no desapareció. En 1846, estalló la Segunda Guerra Carlista, también conocida como la Guerra dels Matiners. Esta guerra, de menor envergadura que la primera, se centró principalmente en Cataluña y fue rápidamente sofocada por las fuerzas gubernamentales.
Legado del Carlismo
El carlismo dejó una profunda huella en la historia de España. Sus ideas y principios influyeron en el desarrollo del conservadurismo español y en la defensa de las tradiciones y la identidad regional. Aunque el carlismo como movimiento político perdió fuerza a lo largo del siglo XX, su legado sigue presente en la sociedad española actual.