La Organización Política: Monarquía y Partidos Políticos
Ante la falta de descendencia del rey, el absolutismo más radical formó un grupo en la corte en torno a Don Carlos, hermano de Fernando VII. En 1830, la reina María Cristina dio a luz a una niña, Isabel. Dado que los partidarios de Don Carlos ya estaban bien definidos, a la reina no le quedó otro remedio que buscar apoyos entre los liberales más moderados. Las leyes de las Partidas permitían el acceso al trono a las mujeres, pero fueron derogadas por la Ley Sálica con la llegada de los Borbones a España en el siglo XVIII. Habían sido puestas de nuevo en vigor por Carlos IV mediante una Pragmática Sanción, pero no fue publicada. Esto hizo que tanto los partidarios de Carlos como los de Isabel se consideraran con legítimos derechos. En 1833, tras la muerte del rey, Isabel fue reconocida como heredera y su madre, María Cristina, asumió la regencia. Don Carlos y sus partidarios no aceptaron la situación, lo que desencadenó una guerra civil.
El carlismo era un movimiento político que no aceptaba los cambios que se habían producido en España tras la revolución liberal de Cádiz. Pretendían una vuelta al Antiguo Régimen. El gobierno de Fernando VII había sido para ellos una decepción, pues había continuado en la línea de los déspotas ilustrados. La Iglesia apoyó al carlismo como forma de evitar la pérdida de su poder político y de su control social. En el conflicto hay que tener en cuenta asimismo el problema de los fueros. Con los Decretos de Nueva Planta, tanto Aragón como Cataluña habían tenido que aceptar las leyes castellanas. Navarra y el País Vasco conservaron los suyos. El carlismo, al apoyar la restauración de los fueros tradicionales, triunfó por el miedo a perderlos, como en el caso de Navarra o el País Vasco, o por el interés en recuperarlos. Debido a su carácter rural, no pudo conseguir el apoyo de las clases ilustradas. La mayoría de las ciudades eran liberales.
La Primera Guerra Carlista (1833-1840) se desarrolló en el norte. Se formaron algunas partidas guerrilleras que asolaron la región donde actuaban. El gobierno isabelino, carente de recursos, no fue capaz de enviar un ejército bien equipado. El general carlista Zumalacárregui intentará la toma de Bilbao, pero fracasará. En los años siguientes, la guerra se mantendrá en situación de equilibrio. En 1838, el general Espartero organizó un ejército numeroso y bien equipado, mientras que en el bando carlista la situación se había ido haciendo más difícil debido a los enfrentamientos entre los propios dirigentes. El general Maroto llegará a un acuerdo con Espartero, por el que se reconocía a Isabel como reina a cambio del respeto de los fueros. Don Carlos abandonó el país. Solo en algunos momentos de crisis volverá a resurgir el carlismo en las llamadas Segunda y Tercera Guerras Carlistas: en 1846, cuando Isabel alcanzó la mayoría de edad, al fracasar el proyecto de unir en matrimonio a la reina con el heredero de Don Carlos; y tras la revolución de 1868 y la salida de España de Isabel II, que terminó con el regreso de Alfonso XII en 1875.
El Reinado de Isabel II: Construcción y Evolución del Estado Liberal
Durante el reinado de su hija, Isabel II, se produjo el paso definitivo al liberalismo burgués. Se configuró una monarquía constitucional, se sentaron las bases de una economía capitalista y desapareció la vieja sociedad estamental, dando paso a una nueva sociedad de clases. España contaba con una burguesía escasa y débil, y la monarquía tuvo que apoyarse en el único grupo capaz de defenderla de las amenazas del carlismo: los militares liberales.
El proceso de desmantelamiento del Antiguo Régimen y las Guerras Carlistas tendrán importantes consecuencias políticas:
- La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo.
- El protagonismo político de los militares.
- Los enormes gastos de guerra situaron a la monarquía ante serios apuros fiscales y forzaron la orientación y resultado de ciertas reformas, como la desamortización de Mendizábal.
El reinado de Isabel II se caracterizó por la alternancia en el gobierno de progresistas y moderados, en un clima de inestabilidad política acentuado por los continuos pronunciamientos militares. Surgieron los primeros partidos políticos como forma de canalizar las distintas corrientes del liberalismo:
- El Partido Moderado, con el general Narváez a la cabeza, se apoyaba en grandes terratenientes, la alta burguesía y la clase media alta. Defendía la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, dotar al monarca de amplios poderes y la limitación de los derechos individuales de los ciudadanos.
- El Partido Progresista, con el general Espartero, tenía su base social en la pequeña y mediana burguesía, en las clases medias, que aspiraban a llevar las reformas lo más lejos posible. Defendían la soberanía nacional, representada en las Cortes.
La minoría de edad de Isabel II transcurrirá bajo dos regencias: primero la de la reina María Cristina y después la del general Baldomero Espartero (1840-1843).
Primera Regencia: María Cristina (1833-1840)
Algunos liberales moderados fueron afianzándose en la política. El principal instrumento fue el Estatuto Real de 1834, que no era una constitución, sino una carta otorgada que se centraba en la reforma de las Cortes, que pasaron a ser bicamerales: la de los Próceres, designados por el rey, y la de los Procuradores, elegibles. Ambas tenían una función más consultiva, pues eran convocadas por el monarca. Además, la ley electoral establecía un sufragio que reducía el número de votantes al 0,15% de la población total. La guerra civil y la situación económica provocaron ya en 1835 sublevaciones de las milicias urbanas, que exigían reformas políticas, la ampliación del sufragio electoral y la entrega del poder a políticos progresistas. En 1836, un motín obligó a María Cristina a aceptar la puesta en vigor de nuevo de la Constitución de 1812. Inmediatamente se redactó una nueva constitución: la Constitución de 1837. Presentaba semejanzas con la de Cádiz, pero para intentar atraerse el apoyo de los moderados, recogía algunos aspectos del Estatuto Real:
- El poder del monarca de convocar y disolver las Cortes y de vetar leyes.
- Cortes bicamerales con un Senado integrado por miembros de designación real y un Congreso de Diputados elegidos por sufragio directo.
Se promulgaron algunas leyes progresistas, como la supresión del pago de diezmos, la eliminación de aduanas interiores y la supresión de los gremios. Se adoptaron medidas para liberalizar el mercado de la tierra: la supresión de los mayorazgos, la abolición del régimen señorial y las desamortizaciones. En 1835 se disolvieron las órdenes religiosas. La desamortización de Mendizábal consistió en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia. Sus objetivos eran sanear la Hacienda, financiar la guerra civil y convertir a los nuevos propietarios en adeptos a la causa liberal. Finalizada la guerra, un gobierno dirigido por el moderado Pérez de Castro intentó nuevamente limitar las reformas y la participación de las clases medias. Esto llevó al general Espartero a actuar. La suspensión de dicha ley y la decisión de suspender las Cortes provocaron la renuncia de María Cristina, siendo asumida la regencia por Espartero.
Segunda Regencia: General Espartero (1840-1843)
Espartero gobernó hasta 1843 de manera autoritaria, ganándose así el rechazo de todos. Su política librecambista ponía en peligro la industria catalana. La oposición de los vascos veía amenazados sus fueros. Algunos sectores liberales progresistas se enfrentaron a sus formas autoritarias. En 1843 se inició una revuelta militar que hizo caer al gobierno. Espartero se exilió en Londres. Las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, que fue coronada reina a los trece años.
Isabel II (1843-1868): El Reinado Efectivo
Isabel II contrajo matrimonio en 1864 con su primo, el infante Francisco de Asís. Su parcialidad política a favor de los moderados colocó a la reina en una posición cada vez más debilitada.
La Década Moderada
Isabel II encargó la formación de gobierno al Partido Moderado, apoyado por los sectores burgueses más conservadores, que gobernará durante diez años. Se derogó la Constitución de 1837 y se redactó otra nueva: la Constitución de 1845, que establecía la soberanía conjunta del rey y las Cortes, otorgaba más poderes a la Corona y recortaba los del Parlamento. Las Cortes eran bicamerales (Congreso y Senado). Se firmó con la Santa Sede el Concordato de 1851, por el que quedaba zanjada la ruptura que se había producido como consecuencia de la desamortización eclesiástica. Los moderados configuraron un régimen basado en el centralismo. A ello responden:
- La creación de la provincia como nueva demarcación territorial.
- La Ley de Ayuntamientos.
- La reforma del sistema tributario.
- La creación del Banco de España.
- La creación de la Guardia Civil.
Sin embargo, las divisiones internas del partido hicieron que las clases populares dieran su apoyo a un pronunciamiento liberal liderado por el general Leopoldo O’Donnell en junio de 1854 en las cercanías de Madrid. Este fue acompañado de una declaración de intenciones por medio del Manifiesto de Manzanares, que determinó la movilización de los grupos progresistas, con el objetivo de forzar a la reina a admitir las reformas democráticas interrumpidas en 1844.