9.1. Los Austrias del Siglo XVII. Gobierno de validos y conflictos internos
Felipe III, hijo y sucesor de Felipe II, carecía de vocación política. Con él se inició la práctica de la privanza o delegación de las cuestiones de gobierno en manos de un hombre de confianza–
El valido–
, con el que el rey solía mantener de amistad. El valido carecía de cargo oficial, pero en la práctica actuaba como un auténtico primer ministro.
El valido de Felipe III fue el duque de Lerma, político mediocre y ambicioso, que colocó a parientes y amigos. En 1621 murió Felipe III y le sucedíó su hijo Felipe IV, quien continuó con el valimiento. Su valido fue el conde duque de Olivares.
Felipe IV era un monarca culto y con mayor interés por las tareas de gobierno y los problemas de España. Olivares, por su parte, tenía gran inteligencia política y una sincera voluntad de reforma.
Cuando Felipe IV murió, dejó como heredero a Carlos II.
La reina regente Mariana de Austria depositó su confianza en el jesuita austriaco Nithard, su confesor. La Corte se convirtió en un hervidero de intrigas y luchas por el poder entre facciones nobiliarias rivales por controlar el puesto de valido, ya que a la minoría de edad del rey siguió su escasa capacidad intelectual. Los validos se sucedieron en el poder en un clima creciente de inestabilidad política.
En política interior, el hecho más destacado del reinado de Felipe III fue la expulsión de los moriscos, lo que supuso una importante pérdida cuantitativa y cualitativa, pues constituían una comunidad laboriosa de campesinos (Valencia y Aragón) y artesanos.
Durante el reinado de Felipe IV, la política del conde duque de Olivares pretendía recuperar el prestigio exterior de la Monarquía Hispánica y fortalecerla, evitando su decadencia. Una reforma interna con el objetivo de unificar la Monarquía bajo unas mismas leyes e instituciones, siguiendo el modelo de las de Castilla.
El conde duque de Olivares, ante la necesidad de comprometer más a los reinos periféricos económica y militarmente enla política de la Monarquía Hispánica en plena Guerra de los Treinta Años, planteó el proyecto de la Uníón de Armas que fracasó por la oposición de las Cortes de los reinos de la Corona de Aragón.
Las necesidades financieras de la monarquía obligaron a aplazar las reformas y a tomar medidas de urgencia que agravaron aún más la crisis social y económica, sobre todo en Castilla (nuevos impuestos). En consecuencia, el descontento social y la oposición a la política de Olivares se generalizaron. Los reinos periféricos (Portugal, Aragón, Valencia y Cataluña) rechazaban las pretensiones unitarias y centralistas de Olivares. Los miembros de la alta nobleza se quejaban del autoritarismo del valido. Mientras que las clases populares castellanas denunciaban su agotamiento económico y la presión fiscal. Todo esto desencadenó la grave crisis de 1640.
La impopularidad del valido fue en aumento y en 1643 Felipe IV le apartó de la política
Olivares murió dos años después, desencantado por el fracaso de todos sus proyectos.
9.2. La crisis de 1640
Los conflictos y protestas contra la política del conde duque de Olivares fueron constantes .El momento más crítico para la monarquía se dio en 1640, con las rebeliones independentistas de Cataluña y Portugal.
La rebelión de Cataluña (1640-52). El conde-duque decidíó llevar la guerra contra Francia por la frontera catalana. La introducción de tropas castellanas e italianas y los roces con el campesinado provocaron el estallido de una rebelión el 7 de Junio de 1640 que costó la vida al virrey y desencadenó una larga Guerra Civil,la Generalitat de Cataluña se separó de la Monarquía y aceptó la soberanía de Francia (Luís XIII). La guerra acabó tras la capitulación de Barcelona (1652), volviendo Cataluña a la Monarquía Hispánica, jurando fidelidad a Felipe IV, pero respetándose sus leyes e instituciones particulares de gobierno.
La segregación de Portugal. La sociedad portuguesa consideraba que la incorporación de su reino a la Monarquía Hispánica no había sido productivo: Portugal había atraído hacia sus territorios coloniales a los enemigos de España, como los holandeses, que habían atacado Brasil y ocupado algunas plazas; y España era incapaz de garantizarles una defensa adecuada.
La rebelión portuguesa tuvo carácter nobiliario, anticastellano e independentista. Se proclamó al duque de Braganza rey como Juan IV. La nueva monarquía portuguesa se consolido con la ayuda de Francia e Inglaterra. Y España tuvo que reconocer, la independencia de Portugal en 1668, ya en el reinado de Carlos II, siendo regente Mariana de Austria.
Salvo Portugal, la Monarquía pudo reconducir la situación en todos los territorios, pero no se atrevíó a aprovecharse del triunfo allí donde lo había conseguido. Felipe IV mantuvo la estructura federalista de sus Estados (cada reino con sus propias leyes y formas tradicionales de gobierno).
9.3. La España del Siglo XVII. El ocaso del Imperio español en Europa
La política pacifista de Felipe III y de su valido, pretendía mantener la supremacía de los Habsburgo: paz con Inglaterra (Jacobo I, Londres 1604) con los Países Bajos (Tregua de los 12 años, 1609) y a los enlaces matrimoniales con Francia (Ana de Austria-Luís XIII). Pero tres años antes de la muerte de Felipe III, comenzó la Guerra de los Treinta Años, lo que significó el inició del fin de la hegemonía de los Habsburgo, que coincidíó con la profunda crisis económico-social del Siglo XVII
La Guerra de los Treinta Años(1618-48), que empezó siendo una guerra de religión alemana, entre católicos y protestantes, acabó convirtiéndose en una guerra general. Las dos ramas de los Habsburgo (Viena y Madrid: Felipe IV) consiguieron en las primeras etapas éxitos brillantes; pero fueron vencidas tras la intervención de la Francia del cardenal Richelieu (Rocroi, 1643; Lends, 1648).Tuvieron que firmar la paz perdiendo posesiones.
Durante el reinado de Carlos II, España apenas pudo mantener sus posesiones frente a los ataques de la Francia de Luis XIV. Luchando junto a Inglaterra, Holanda, Suecia y los Habsburgo de Viena, principales aliados frente a Luis XIV, España perdíó muchas ciudades fronterizas de los Países Bajos . Posteriormente, España participó en dos nuevos conflictos contra Francia, que consideradas en conjunto, no supusieron pérdidas territoriales para España, pues las cesiones en la primera de ellas fueron restablecidas en la segunda. Las cancillerías de los estados europeos empezaron a programar, en secreto, el reparto del Imperio español previniendo la muerte del enfermizo Carlos II que no tenía descendencia.