El Conflicto Hispano-Estadounidense y la Crisis del 98: Causas, Desarrollo y Consecuencias

Antecedentes: La Cuestión Cubana y Filipina

Tras la Paz de Zanjón (1878), los naturales de Cuba esperaban de la administración española reformas que les otorgasen los mismos derechos de representación política en las Cortes, la participación en el gobierno de la isla, la libertad de comercio y la abolición de la esclavitud. Ninguna de estas peticiones había sido tomada en consideración por la administración colonial debido a la oposición de los grandes propietarios. Se crearon en Cuba dos grandes partidos: el Partido Autonomista y la Unión Constitucional, que contaba con una fuerte militancia de los peninsulares instalados en la isla. El primero pedía la autonomía. El partido liberal de Sagasta abolió la esclavitud en 1888. José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo objetivo era la independencia y consiguió apoyo exterior, especialmente de Estados Unidos.

En 1891, el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no procediesen de la península. El principal cliente económico de Cuba era Estados Unidos, que adquiría casi la totalidad de los grandes productos cubanos, el azúcar y el tabaco, mientras que esa potencia solo podía exportar a Cuba productos con fuertes aranceles. Sus importaciones (las de Cuba) seguían procediendo mayoritariamente de España. En 1879 se produjo un nuevo conato de insurrección contra la presencia de los españoles en la isla, que dio lugar a la llamada Guerra Chiquita, fue derrotada al año siguiente. El Grito de Baire en 1895 dio inicio a un levantamiento generalizado.

La Guerra de Cuba y la Intervención Estadounidense

Cánovas envió un ejército al mando del general Martínez Campos, que entendía que la pacificación de la isla requería una fuerte acción militar. Martínez Campos no consiguió controlar militarmente la rebelión, por lo que fue sustituido por el general Valeriano Weyler, que propuso cambiar completamente los métodos de lucha e iniciar una represión. En 1897, tras el asesinato de Cánovas, conscientes del fracaso de Weyler, el nuevo gobierno liberal destituyó y encargó el mando al general Blanco, que inició una estrategia de conciliación. Para ello decretó la autonomía de Cuba, pero los independentistas se negaron.

En 1896, se produjo una rebelión en las Islas Filipinas. La colonia contaba con una débil presencia militar, se mantenían por su producción de tabaco y por ser una puerta de intercambios comerciales con el continente asiático. El independentismo fraguó en la formación de la Liga Filipina, fundada por José Rizal y en la organización clandestina Katipunan. El capitán Polavieja llevó a cabo una política represiva, condenando a muerte a Rizal. El nuevo gobierno liberal nombró capitán general a Fernando Primo de Rivera, que promovió una negociación con los jefes de la insurrección, la pacificación momentánea.

Estados Unidos había fijado su área de expansión en el Caribe. El interés de Estados Unidos por Cuba había llevado a realizar diferentes proposiciones de compra de la isla, que España rechazó. El presidente McKinley mostró su apoyo a los insurrectos.

El Estallido de la Guerra y el Desastre del 98

La ocasión de intervenir en la guerra la dio el incidente del acorazado Maine, que estalló en 1898. Estados Unidos culpó a agentes españoles y envió a España un ultimátum en el que exigía la retirada de Cuba. El gobierno español rechazó el ultimátum, comenzaba así la Guerra Hispano-Norteamericana. Una escuadra mandada por el almirante Cervera partió hacia Cuba, pero fue derrotada en la Batalla de Santiago. Estados Unidos derrotó a otra escuadra española en Filipinas, en la Batalla de Cavite. En 1898 se firmó la Paz de París, pero se vieron influenciados por la presión de la prensa y de la opinión pública. Comenzaba así la guerra hispano-norteamericana. España se comprometía a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Consecuencias de la Guerra: Crisis y Regeneracionismo

La necesidad de hacer frente a las deudas contraídas promovió una reforma de la Hacienda, llevada a cabo por el ministro Villaverde. Algunos de los nuevos gobernantes intentaron aplicar a la política las ideas del regeneracionismo. La crisis estimuló también el crecimiento de los movimientos nacionalistas, sobre todo en el País Vasco y Cataluña.

La crisis del 98 fue una crisis ideológica. La derrota sumió a la sociedad y a la clase política en un estado de desencanto y la relegación de España a un papel de potencia secundaria. El fracaso de la revolución de 1868 había dejado una huella en los intelectuales, la Institución Libre de Enseñanza creada en 1876. La institución, con intelectuales como Giner de los Ríos, que estaba influido por el krausismo.

Algunos intelectuales consideraban a la sociedad y la política influidas por la doctrina católica. Esta corriente hablaba de la regeneración de España, que se conoció como regeneracionismo. Su mayor exponente fue Joaquín Costa. Un grupo de literatos y pensadores, conocidos como la Generación del 98, intentaron analizar el «problema de España».

La derrota militar tuvo también consecuencias en el ejército, acusado de tener una gran responsabilidad en el desastre. Surgió un sentimiento de antimilitarismo, y una parte de los militares se inclinó hacia posturas más autoritarias, atribuyendo la derrota a la ineficacia y la corrupción de los políticos. Consideraban que los militares debían tener una mayor presencia en la vida política del país.

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