El desarrollo industrial en España: textiles, siderurgia y minería

Desarrollo industrial en España

Industria textil

Entre 1875 y 1886, la industria textil experimentó su apogeo. Su supervivencia y expansión fueron posibles gracias al proteccionismo comercial, respaldado por la Ley de relaciones comerciales con las Antillas de 1882, que garantizó el mercado colonial hasta la derrota de 1898.

Sin embargo, la superioridad inglesa en precios y control del mercado obligó a la industria catalana a proteger su producción, evitando la importación de tejidos británicos a España y sus colonias. Este proteccionismo perjudicó la expansión del mercado, ya que los elevados precios impedían competir con los tejidos británicos en otros países.

Industria siderúrgica

En 1831, se instaló en España el primer alto horno,»La Constanci», en Málaga. La familia Heredia impulsó esta actividad, y Andalucía, con Marbella y Sevilla, fue la primera región considerada moderna. Sin embargo, la escasez de mineral y la falta de carbón la hicieron inviable en 30 años.

En la década de 1840, la siderurgia se desarrolló en Asturias, que contaba con la ventaja del carbón, más barato que el importado gracias a los aranceles proteccionistas. En 1868, todavía el 50% del hierro español se producía en Asturias.

Los primeros altos hornos en el País Vasco se instalaron en 1841 por iniciativa de la familia Ibarra. Los comerciantes vascos aprovecharon la política proteccionista de los gobiernos liberales y la supresión parcial de los Fueros, que permitía el libre comercio con el resto de España.

La actividad comercial en los puertos vascos facilitó que un sector de comerciantes orientara su negocio a la explotación de mineral de hierro de las minas de la cuenca bilbaína. Este sector se enriqueció exportando el mineral a Reino Unido, lo que propició la aparición de importantes astilleros en la ría de Bilbao para construir barcos que transportaran el mineral.

A partir de la década de 1860, se levantaron altos hornos para la fabricación de hierro. Una ventaja de esta inversión era la importación de carbón británico. Los industriales vascos aprovechaban el viaje de vuelta a Bilbao de los barcos que llevaban hierro a Reino Unido para traer carbón, lo que reducía el coste del transporte.

La causa del despegue de la siderurgia vasca fue la sustitución del hierro dulce por acero. La producción de acero necesitaba menos carbón y exigía un mineral de hierro sin fósforo, que se extraía de las minas vizcaínas de Somorrostro. Además, el carbón importado del Reino Unido era muy barato, lo que hacía viable estas industrias.

Entre 1856 y 1871, la producción de acero se quintuplicó en Vizcaya, pero la gran expansión se produjo a partir de 1875. Entre 1880 y 1906, la industria siderúrgica avanzó significativamente, con la creación de numerosas empresas metalúrgicas de transformados del acero, especialmente en Gipuzkoa.

Además del factor tecnológico, el auge de la siderurgia vasca también se explica por el proteccionismo del último tercio del siglo XIX. Los elevados costes arancelarios dificultaban la importación de acero y hierro británico y alemán, lo que hacía que casi todo el mercado español consumiera el acero y los productos derivados de las industrias metalúrgicas vascas.

Por último, la industria del hierro vasca generó industrias subsidiarias, como las químicas y de maquinaria industrial y de transporte, especialmente la potenciación de los astilleros.

Minería

La extracción minera creció notablemente a partir de la Ley de Bases mineras de 1888, que permitió la entrada de importantes inversores extranjeros en el sector. Se potenció la explotación de las minas de mercurio, cobre y plomo.

En 1869, el arancel Figuerola redujo los aranceles a las inversiones extranjeras en España, lo que facilitó la llegada de capital extranjero a las minas del Estado. Esta especie de desamortización del subsuelo tenía como objetivo sanear la hacienda y permitió un espectacular crecimiento de la extracción y exportación de cobre, mercurio, hierro y plomo en minas como Riotinto, Almadén, Asturias y Bizkaia.

España se convirtió también en la primera exportadora mundial de plomo, pero la mayor parte de la producción se exportaba al extranjero, perdiendo la oportunidad de ser utilizada por la industria nacional y los principales beneficios de su extracción se iban al extranjero.

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