El Ejército en la Vida Política Española
La reiterada intromisión del ejército en la vida política española se convirtió en un arma decisiva en los grandes cambios políticos. En el siglo XIX, estos cambios serán provocados mediante pronunciamientos que apoyan o no a otro partido. En el siglo XX, la intervención militar supondrá la imposición de dictaduras militares. El desarrollo militar en la Guerra de Independencia contra los franceses, y sobre todo el de las guerras carlistas, acabaron por convertir al ejército de España en un factor clave para el desarrollo de su vida política. A la altura de 1840 era ya la fuerza más importante dentro del Estado, y sus jefes más significativos se convirtieron en personajes de gran influencia política.
El Reinado de Fernando VII y los Primeros Pronunciamientos
Después de la Guerra de Independencia y tras la derrota de Napoleón, Fernando VII regresa a España. Los liberales lo presionan para que jure la Constitución de Cádiz, pero el Rey, aconsejado por diputados absolutistas (Manifiesto de los Persas) anula todo lo legislado en Cádiz, incluyendo las Cortes establecidas en 1812 y la Constitución. Se produce, por lo tanto, una vuelta al Antiguo Régimen y al absolutismo. Fernando VII se verá incapaz ante la grave crisis económica del país, la Guerra de Independencia, el posterior problema sucesorio… y la monarquía comenzará a quebrarse, iniciándose también una oposición dirigida por la burguesía liberal que desea un régimen constitucional. Esta minoría liberal protagoniza conspiraciones y pronunciamientos militares. La mayoría de ellos fracasan faltos del apoyo popular: Espoz y Mina en Pamplona, Porlier en A Coruña (DOC 1), y … en Barcelona. En 1820, el comandante Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) sublevará a las tropas que iban a embarcar hacia América y triunfará, comenzando así el Trienio Liberal (1820-1823). Porlier es un ejemplo de la nueva oficialidad española nacida durante la Guerra de Independencia. En el manifiesto ya mencionado defiende una monarquía constitucional y unas Cortes que representen al pueblo. Aunque habrá una reacción inmediata absolutista (Restablecimiento del absolutismo 1823-1833).
La España Isabelina y la División Liberal
En la España isabelina (1833-1868) se pasó definitivamente del Antiguo Régimen a un estado liberal. Todos los liberales eran partidarios de una monarquía constitucional, pero estaban divididos en dos tendencias: moderados y progresistas. La intervención militar en esta época fue un fenómeno crónico debido a que el deseo de los políticos de contar con el apoyo militar fue mucho más lejos de lo que impone la necesidad en tiempos de guerra. Esta actitud venía determinada por una escasa influencia social de los partidos y, en consecuencia, por su propia debilidad. El método de intervención era el pronunciamiento militar, una tentativa revolucionaria empleada por las distintas facciones liberales, que pretende, de forma ilegal, derribar el Gobierno o presionarlo para que adopte ciertas reformas o para cambiar el sistema político. En este período, los generales (espadones) como Espartero, O’Donnell, Narváez, Prim, etc., se convierten en árbitros de la situación política, e incluso llegan a la Jefatura del Gobierno. Tras el éxito de una acción revolucionaria, la Corona, atemorizada ante una posible radicalización que diese lugar a un poder paralelo, llama a gobernar a los líderes progresistas. El nuevo gobierno reconduce la revolución disolviendo las Juntas Revolucionarias, convocando Cortes y autorizando la Milicia Nacional. De este modo se vuelve a la normalidad, pero se abandonan los objetivos de la revolución y la Corona, a pesar de los cambios introducidos, conserva todas las prerrogativas. Pasado el peligro y ante la no realización de los nuevos cambios prometidos, la Corona restablece el predominio moderado. De esto habla el comentarista de “El Pensamiento de la Nación” (1846) recogido en el DOC 2. En él, el autor critica la situación entre moderados y progresistas, y la gran intervención militar en estos asuntos, que según él viene desde la época de Fernando VII, “el poder civil está sometido al poder militar”.
Pronunciamientos Clave en el Siglo XIX
El ejército en esta época era la única institución sólida del Estado constitucional y para poder llegar al poder se llevaron a cabo otros pronunciamientos que hicieron variar la política del momento. En 1836 un grupo de sargentos (rebelión de los sargentos de La Granja), obligan a la regente Mª Cristina a firmar la Constitución de 1812 y pasan a formar gobierno los progresistas. Será con la sublevación del general moderado Narváez en el año 1843 cuando se inicia la Década Moderada derrotando a Espartero. En junio de 1854, el general O’Donnell se pronuncia en Vicálvaro y se inicia el Bienio Progresista. En septiembre de 1868 se produce “La Gloriosa”, un pronunciamiento dirigido por Prim, Serrano y Topete, con el que se expulsará a Isabel II del trono y con el que comienza el Sexenio Democrático. Este finalizará en 1874 cuando el general Pavía entra en las Cortes y acaba con la I República, asumiendo el poder ejecutivo. Ya en diciembre se proclama rey a Alfonso XII y se inicia la Restauración Borbónica.
La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista
A partir de 1875, con el fin de evitar cualquier conflictividad política que trajera consigo un declive de la monarquía, se llevó a las distintas facciones monárquicas y liberales a establecer y acordar entre ellos el relevo pacífico y alternativo en el gobierno. Fue el denominado sistema canovista o la quenda de partidos, característico de la Restauración Borbónica. Este sistema diseñado por Cánovas pretendía acabar con la tradicional intervención del ejército en la vida política. Era preciso aportar mecanismos constitucionales que alejaran al ejército de su intromisión en la vida política y parlamentaria. Para ello, se establece la supremacía del poder civil sobre el poder militar, pero otorgando a cambio la autonomía de la milicia y la absoluta libertad de los generales en los asuntos internos. A la vez, se potenció la identificación del Rey como símbolo y la cabeza visible del ejército. Las victorias en las guerras carlistas y cubana de los primeros años de la Restauración, concedieron cierto prestigio a los militares, hecho que favoreció su participación en la vida política y su integración en las filas de los partidos conservador y liberal.
La Despolitización Aparente del Ejército
Aunque, aun así, el proceso de despolitización del ejército fue más aparente que real, ya que la autonomía del poder militar acabó convirtiéndose en un instrumento de presión sobre la vida civil. Esto mismo es lo que se recoge en el DOC 3, donde el historiador Raymond Carr analiza el papel del ejército en esta etapa y defiende que siguió influyendo sobre el poder civil porque era absolutamente intocable. A comienzos de los noventa se comenzó a notar una actitud crítica de los militares y su distanciamiento del sistema político. La cúpula militar comenzó a recelar de la sociedad civil en su conjunto, sobre todo de la prensa, hacia la que mostró un gran desprecio por la crítica a los problemas internos del ejército. A su vez, este respondió con la crítica constante a los políticos, a los que calificaba de ineficaces e inmorales. Esta brecha entre el poder civil y militar se agrandará después del desastre del 98, culpándose mutuamente.
El Ejército a Comienzos del Siglo XX y el Reinado de Alfonso XIII
Tras la derrota, el ejército es consciente de sus deficiencias en su organización interna y la necesidad de reformarlo. Por lo que es en este momento cuando nace el ejército que protagonizará acontecimientos determinantes en la historia española en los años que siguieron. De nuevo comienza a intervenir activamente en la política. En mayo de 1902, comienza el reinado de Alfonso XIII. El nuevo rey mostró desde el principio una fuerte inclinación por la intervención en los asuntos políticos apoyándose, firmemente, en el ejército. Este seguía centrado en sus intereses corporativos, cada vez mostraba posturas más conservadoras y autoritarias. En 1906 se impuso el poder militar sobre el civil bajo la aprobación de la nueva Ley de Jurisdicciones por la que se sometía a código militar el juicio de delitos de opinión y obra en contra de la patria y contra el ejército.
Las Juntas de Defensa y la Crisis de 1917
En 1917 el hecho de que los ascensos militares dependiesen de los méritos de la guerra benefició a los africanistas frente a los peninsulares. El fuerte descontento entre los oficiales medios desembocó en la formación de las llamadas Juntas de Defensa, que reclamaban un aumento de salario y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, al mismo tiempo que culpaban al Gobierno de los males del ejército y del país.
La Dictadura de Primo de Rivera
En los últimos años de la Restauración el ejército alcanzó un protagonismo sin precedentes, convirtiéndose en el agente represor de los episodios revolucionarios y presentándose como la solución de fuerza capaz de salvar a la monarquía de un sistema político corrupto y caciquil. En 1921 se produce el desastre de Annual y el gobierno y el ejército son culpados, acentuándose aún más la tensión entre ellos. En 1923 el capitán general de Cataluña se pronuncia contra la legalidad constitucional, hecho que viene recogido en el DOC 4 con la declaración ante la prensa. Instantáneamente se declara el estado de guerra y se exige que el poder pase a manos de los militares. La Dictadura se presentó como un régimen transitorio con la finalidad de regeneración política de España. Aunque todo quedó en una farsa, ya que se suspendieron todos los mecanismos electorales, se prohibió la actividad de partidos y sindicatos, se militarizó el orden público… Siete años después finaliza la dictadura mostrándose incapaz de conciliar a las distintas facciones monárquicas, civiles y militares. El rey opta por retirarle su confianza a Primo de Rivera y este dimite. Las elecciones de 1931 darán el triunfo a la República.
La Segunda República y la Reforma Militar de Azaña
Con este período, Azaña impulsó una profunda reforma en el ejército que pretendía crear un ejército profesional y democrático, poner fin al fuero especial de los militares y asegurar su obediencia al poder civil. La reforma no logró sus objetivos y fue recibida por los sectores del ejército como una agresión a la tradición militar. El general Sanjurjo, haciéndose eco de este malestar, protagonizó un golpe de Estado que fracasaría y en 1933 se crea la UME (Unión Militar Española) como una organización clandestina de militares derechistas y antirreformistas que tendría una activa participación en el golpe de Estado de 1936.
La Guerra Civil y el Franquismo
La conspiración militar diseñada por los militares comenzó el 17 de julio en Marruecos y al principio fracasó, aunque pasó a ser una guerra civil de tres años. Fue el enfrentamiento entre los viejos grupos de la Restauración y los defensores de un sistema político democrático, finalizando con un golpe de Estado que estaría protagonizado por los militares, destacando el general Franco. En 1939 termina la Guerra Civil y comienza el denominado Franquismo que durará hasta la muerte del generalísimo en 1975. Se inicia con el establecimiento del decreto que se muestra en el DOC 5 en el cual se justifica la entrada de Franco como jefe de gobierno, “quien asumirá todos los poderes del nuevo estado” (art.1). La primera etapa (la larga posguerra) hasta 1959, se caracteriza por el intento de establecer un Estado totalitario, siendo una mezcla entre dictadura militar, estado fascista y monarquía absoluta sin rey, que hasta el final de la 2ª Guerra Mundial se inspiró en modelos fascistas.
El Ejército como Columna Vertebral del Franquismo
El ejército fue siempre la columna vertebral del sistema y jamás discutió el poder del generalísimo. Los valores castrenses: orden, obediencia a la autoridad, mando único e indiscutible, unidad de la patria, nacionalismo español, férreo control de la oposición… serán los nuevos rasgos del nuevo régimen que se asentó en España durante casi 40 años.