El Estalinismo: Consolidación del Poder y Represión
Tras la consolidación del poder por parte de Stalin, se exacerbaron las políticas de control y represión. La figura del pueblo ruso se impuso como el alma superior de las otras nacionalidades de la Unión, y se llevaron a cabo deportaciones de minorías étnicas, como los chechenios. El himno nacional fue reemplazado por uno nuevo que exaltaba la gloria de Stalin, reflejando un marcado nacionalismo. Se reanudaron las purgas de sospechosos y se inició un proceso de reeducación ideológica para eliminar la influencia occidental del periodo de la guerra. La retórica de la Guerra Fría se utilizó políticamente a nivel interno, agitando el fantasma de una posible nueva ocupación occidental.
En resumen, la estrategia de legitimación del estalinismo buscaba despolitizar a la población. La mayoría de la ciudadanía soviética no interiorizaba las manifestaciones públicas, sino que se centraban en lo cotidiano. Este era un sistema donde se intentaba que la población no pensara en política. Es en este marco donde se puede analizar la naturaleza del estalinismo o régimen estalinista.
La Llegada al Poder de Jrushchov y la Era del Deshielo
Stalin murió en marzo de 1953, lo que desencadenó una disputa por el poder en las altas esferas del partido, específicamente dentro del Politburó, el brazo ejecutivo. La disputa involucró a cinco figuras clave:
- Malenkov: Presidente del Consejo de Ministros, abogaba por una mayor atención a la producción de bienes de consumo, respondiendo a las demandas de la sociedad civil.
- Nikita Jrushchov: Alto cargo del Partido que se convirtió en Secretario General tras la muerte de Stalin. Planteó la necesidad de reformas, centrándose inicialmente en la agricultura, donde se evidenciaban los fallos más notables.
- Kaganóvich: Encargado de la industria, defendía una aceleración en la industria pesada, representando una postura más inmovilista.
- Beria: Responsable de los servicios de seguridad de la KGB, personificaba la esencia más restrictiva del régimen.
- Mólotov: Responsable de la política exterior, defendía la Guerra Fría en su sentido más estricto.
Entre estos hombres se desarrolló un debate político que, por primera vez, implicó el desarrollo de campañas de prensa y planteó líneas políticas y de desarrollo económico diferentes dentro del sistema. A medida que avanzaba el debate, Jrushchov ganó posiciones enfatizando dos cuestiones:
- La necesidad de una coexistencia pacífica con Occidente, reduciendo la agresividad entre los dos bloques.
- La necesidad de establecer una seguridad frente al poder arbitrario.
Estos planteamientos fueron claves para que convocara el XX Congreso del Partido en febrero de 1956. En este congreso, Jrushchov pronunció un célebre discurso contra el legado de Stalin: el culto a la personalidad, la desastrosa política agraria, la represión y las purgas. Como resultado, Jrushchov obtuvo la mayoría de los delegados, convirtiéndose en Secretario del Partido, Presidente de la Unión y Primer Secretario del Comité Central. Así comenzó la llamada Era del Deshielo.
Características de la Era del Deshielo
Como se mencionó anteriormente, Nikita Jrushchov reveló detalles de las sangrientas purgas de los años 30 perpetradas por Stalin. Esto se interpretó como una señal de que se podía hablar abiertamente de lo ocurrido, lo que se tradujo en una mayor libertad cultural a través de la literatura, el arte y la música. Surgió un fenómeno de masas de cantautores, y se produjeron cambios en la cúpula del poder, con fracciones divididas respecto al contenido y alcance de las reformas.
Sin embargo, los rasgos más característicos de la época fueron:
- La coexistencia pacífica, que generó enfrentamientos con la cúpula militar. Esta política fue vista como una debilidad de Jrushchov, una política blanda.
- La revolución húngara de 1956 y el inicio de la disidencia polaca.
Estos eventos implicaron una creciente pérdida de apoyos sólidos para Jrushchov dentro del Partido. En 1964, como consecuencia de todo ello, en la reunión del Comité Central, Jrushchov fue relevado de su cargo. Algunos autores consideran que la caída de Jrushchov puso fin a las posibilidades de una reforma a tiempo del sistema, abriendo una era de estancamiento que desembocó en la situación insostenible de los años 80.