I.4 Hacia la Institucionalización del Régimen
Tras tres años en el poder, Primo de Rivera seguía sin querer regresar a la vida militar y así tuvo que considerar una reorganización del Estado y una reforma constitucional. Primo de Rivera optó por la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva para deliberar sobre la reforma constitucional, maniobra que trató de legitimar mediante un plebiscito en el que, por primera vez, participarían las mujeres.
Se reunió en 1927 una única Cámara con delegados designados por el gobierno. El Dictador anunció un nuevo programa político y nombró un Comité constituyente para preparar el borrador de una nueva Constitución.
I.5 Crisis y Fin de la Dictadura
5.1 Fracaso del Proceso Institucional
Sus causas residían en que los miembros de la Asamblea Consultiva eran elegidos directa o indirectamente por el gobierno; no consiguió integrar a los opositores al régimen; se trabajaba en comisiones que sólo podían tratar los temas propuestos por el gobierno y había limitaciones de tiempo para hablar. Por último, una comisión de la Asamblea elaboró un Proyecto constitucional, que no agradó ni a Primo de Rivera. Él quería una Cámara única con independencia del poder ejecutivo y con representación popular y corporativa, además preveía un considerable aumento del poder real que no gustó al Dictador, y que el Rey consideró demasiado peligroso de aceptar.
5.2 Oposición Política y Social
A medida que la Dictadura muestra su voluntad de permanencia, desata una oposición creciente, tanto de los antiguos partidos de la Restauración como de los sectores más progresistas de la sociedad:
a) Miembros de la vieja política: creyendo en la temporalidad del régimen dictatorial, pronto presentaron una abierta oposición contra la Dictadura en su lucha contra el caciquismo y la oligarquía, a lo que había que añadir las acusaciones de inmoralidad colectiva que les profería el Dictador. Su máximo representante, Sánchez Guerra, marchó al exilio.
b) Los republicanos: presentaban un grave problema de desunión, pese a la firma del pacto “Alianza Republicana” (1926); Azaña representaba un republicanismo más intolerante y activo, apoyado en un programa político.
c) Los intelectuales: bombardearon con duras críticas al Dictador. Destacan Valle Inclán, Unamuno, Blasco Ibáñez; y más tarde, Azorín y Ortega y Gasset. Las tensiones se agudizan al destituir la Junta del Ateneo de Madrid, cerrar algunas revistas y perseguir el uso del catalán.
d) Los estudiantes: se sumaron a la protesta de los intelectuales, sobre todo a partir de la Ley de Reforma Universitaria (1928), que favorecía la enseñanza religiosa universitaria, lo que provocó graves incidentes, el cierre de las Universidades de Madrid y Barcelona, la destitución de los rectores y la pérdida de matrícula de los alumnos.
e) El Ejército: las primeras muestras de oposición eran inconexas y sus motivos muy dispares. A partir de 1925-26 la oposición militar se coordinó con la oposición política, un conato de sublevación que se saldó con la detención de influyentes personajes. Los militares se opondrán a Primo de Rivera como consecuencia de las reformas militares:
- Ascensos por méritos de guerra, lo que desató el conflicto con el Cuerpo de Artillería.
- La creación de la Academia General Militar, en 1927, al mando del general Francisco Franco.
- La reducción de un 10% del número de oficiales.
5.3 La Dimisión de Primo de Rivera
Ante el panorama de oposición y crítica, a principios de 1929 se produce la conspiración militar (Sánchez Guerra), que pese a su fracaso, pone de manifiesto la falta de seguridad del régimen y la división del Ejército. El Dictador intentó ampliar la representación en la Asamblea Consultiva, resultando un nuevo fracaso. A todo ello hay que sumar la grave situación económica, consecuencia de la crisis de 1929, ante la que el gobierno se mostró incapaz de frenar la caída de la peseta, aumentando la conflictividad social y las conspiraciones militares.
Primo de Rivera consulta a los Capitanes Generales si seguía teniendo el apoyo del Ejército para gobernar; ante la fría respuesta recibida, presenta su dimisión al Rey, que la acepta de buen grado el 28 de enero de 1930, muriendo dos meses después en París.
II. La Caída de la Monarquía y el Auge del Republicanismo
a) La “Dictablanda” del General Berenguer
Tras la dimisión de Primo de Rivera se iniciaba el difícil proceso de intentar restablecer la normalidad constitucional anterior al golpe de Estado de 1923. Para ello, Alfonso XIII nombró presidente del Consejo de Ministros al general Dámaso Berenguer, pero la sociedad española de 1930 reclamaba cambios políticos acordes con la situación real del país.
El colapso de la Monarquía no fue consecuencia sólo de la dictadura precedente, sino también de la forma que tuvo Berenguer de enfocar el problema transaccional. Habían grandes deficiencias en su gobierno: lentitud en la vuelta a la legalidad («Dictablanda»), política económica anacrónica y los escasos apoyos del sector más caduco del caciquismo conservador. Lo único que consiguió fue desatar una fuerte y creciente oposición antimonárquica.
La idea republicana adoptó una imagen mucho más moderada con el apoyo de las clases medias y de una movilización política como nunca había existido en España. Fruto de ello es el Pacto de San Sebastián, firmado en 1930, que vino a significar la alianza entre los diversos sectores del republicanismo y las fuerzas políticas que estaban al margen del sistema, así como la formación de un Comité Revolucionario para conseguir el cambio de régimen.
Los socialistas decidieron participar en la acción en octubre, mediante su colaboración con la organización de una huelga general, que respaldaría la actuación de los militares.
La totalidad de los intelectuales acudieron a la llamada de una «Agrupación al Servicio de la República», surgida tras un manifiesto de José Ortega y Gasset.
También una buena parte del Ejército se muestra antimonárquica; se suceden una serie de sublevaciones militares sin éxito: levantamiento militar en Jaca, 15 de diciembre; toma del aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid, donde el general Queipo de Llano y otros militares fracasan ante la indecisión socialista de convocar la huelga general.
Como consecuencia de estos acontecimientos, se procedió a la detención de las máximas figuras civiles de la conspiración: Niceto Alcalá Zamora, Largo Caballero y Fernando de los Ríos.
La caída de Berenguer se propicia a finales de 1930 cuando quiso convocar elecciones generales, a lo que los partidos políticos se negaron si antes no se convocaban elecciones municipales que garantizaran la imparcialidad electoral; Berenguer se vio obligado a dimitir.
b) El Gobierno del Almirante Aznar
A mediados de febrero de 1931, se constituyó el nuevo Consejo de Ministros, integrado por destacadas personalidades monárquicas, bajo la influencia del conde de Romanones, que al día siguiente de su formación anunció la convocatoria de elecciones municipales para el 12 de abril, a las que seguirían otras generales, con carácter constituyente. Días después, la oposición republicano-socialista también acordaba concurrir a las mismas, pero para convertirlas en un plebiscito, a favor o en contra de la Monarquía.
La victoria de los partidos antimonárquicos en las principales ciudades del país determinó la suerte de la Monarquía. El desprestigio por el apoyo prestado a la Dictadura de Primo de Rivera y la torpeza de Berenguer y Aznar para buscar una salida viable pasaron factura a Alfonso XIII.