El Fin del Franquismo e Inicio de la Transición
Pese a los profundos cambios económicos y sociales de la década de los 60 que transformaron totalmente la sociedad española, el régimen no estaba decidido a adoptar las formas políticas propias de las democracias occidentales.
Aunque en lo fundamental se mantuvieron los principios básicos de la ideología franquista, se intentó modernizar su estructura política y emprender una reforma de las instituciones para asegurar su continuidad.
El peso de los tecnócratas fue cada vez mayor y en 1967 se procedió a promulgar la última de las Leyes Fundamentales, en la que se diseñaba en líneas generales la España posterior a la muerte de Franco. Al mismo tiempo que se institucionalizaba el régimen, se promulgó una serie de leyes para apaciguar las tensiones sociales y canalizar las crecientes discrepancias entre las diversas familias. Entre las leyes promulgadas destacamos la Ley de Prensa, que suprimió la censura; la Ley de Libertad Religiosa, que reconocía la igualdad de todas las religiones; y la Ley de Educación, que establecía la escolarización obligatoria hasta los 14 años. En 1969, Franco designa a Juan Carlos de Borbón como sucesor, con el título de Príncipe de España.
Entre 1969 y 1973, el régimen franquista entró en un proceso de descomposición. La división en el seno de los partidarios del régimen se hizo más notoria con el estallido del escándalo Matesa en 1969, que provocó una crisis gubernamental y el nombramiento de un nuevo gabinete formado por tecnócratas y con Carrero Blanco como vicepresidente. En junio de 1973, Carrero Blanco fue nombrado presidente de gobierno y se convirtió en la persona clave para mantener la unión de todas las familias franquistas y asegurar la continuidad del régimen. Estos planes quedaron truncados cuando Carrero Blanco fue asesinado por ETA en un atentado perpetrado en Madrid. En el documento 1 se recoge un extracto del comunicado en el que ETA reivindica el atentado y lo justifica (fragmento de documento). A partir de este momento, la fractura entre inmovilistas, que defendían el carácter de los principios del 18 de julio, y los aperturistas, que defendían la necesidad de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático, se agudizó.
En enero de 1974 se forma un nuevo gobierno presidido por Arias Navarro, que pretendía unir a aperturistas e inmovilistas. Su programa de gobierno quedó resumido en el llamado espíritu del 12 de febrero. En él, Arias prometió una nueva ley municipal que permitía la elección de los alcaldes y de las diputaciones provinciales, así como el aumento del poder de los procuradores, y anunció reformas sindicales.
Los sectores ultraderechistas denunciaron el inminente peligro de destrucción del régimen y forzaron el retorno al inmovilismo. En el documento 4, Girón de Velasco, presidente de la Confederación Nacional de Excombatientes y uno de los máximos defensores del inmovilismo, defiende la necesidad de (fragmento de documento).
Ante la escasez de reformas, los ministros aperturistas salieron del Gobierno. El intento de apertura había fracasado, demostrando claramente la incapacidad del franquismo para democratizarse desde dentro. El Gobierno de Arias Navarro no solo tuvo que hacer frente a la ruptura entre inmovilistas y reformistas, sino también al aumento de la conflictividad social, que se tradujo en el incremento del número de huelgas, tal y como se puede observar en la gráfica del documento 2, a la acción del terrorismo, la cuestión marroquí y a la crisis económica.
La crisis económica se inició en 1973 y fue producida por la subida de los precios del petróleo y el inicio de un nuevo ciclo tecnológico que afectó gravemente a la economía mundial. Los países más industrializados redujeron el consumo de petróleo, buscaron energías alternativas e iniciaron un proceso de reconversión industrial. Pero el Estado franquista no había tomado ningún tipo de medidas y la crisis sacó a la luz los defectos estructurales del desarrollo económico de los años 60. En 1975, la tasa de crecimiento descendió y la inflación y el paro no dejaban de aumentar. El gobierno, que carecía de un plan a largo plazo y considerando que la crisis era transitoria, trató de frenarla con una política de compensaciones que evitase una fuerte repercusión en los precios energéticos. En la primavera de ese mismo año, al hacerse evidente la profundidad de la crisis, a la que hace alusión la viñeta del documento 3, se tomaron medidas algo más realistas.
Al mismo tiempo, los grupos de la oposición promovieron la creación de organismos unitarios para reivindicar la democratización del país e impedir la continuidad del franquismo. En este sentido, tal y como se recoge en el documento 5, se crea en París la Junta Democrática. Al año siguiente, se dio un paso decisivo con la creación de la Plataforma de Convergencia Democrática.
En 1975, dejando atrás un régimen dictatorial y en profunda crisis, Franco fallece. Juan Carlos I es proclamado rey y se inicia la Transición.