Antecedentes del conflicto
España, que había sido un gran imperio, se encontraba en declive a finales del siglo XIX. Mientras tanto, potencias como Reino Unido, Japón o Rusia buscaban expandir sus territorios.
Cuba era la máxima potencia azucarera del mundo, además de una gran productora de tabaco, café y frutas tropicales. Los españoles, a través del cobro de aranceles, se apropiaban de gran parte de los beneficios de esta producción. Esta situación perjudicaba a los cubanos, especialmente a los criollos y a los norteamericanos. Como consecuencia, los criollos más adinerados apoyaron la independencia.
La insurrección cubana
En 1895 se produjo la insurrección cubana, liderada por José Martí, Antonio Maceo, Calixto García y el dominicano Máximo Gómez. Esta insurrección comenzó con el Grito de Baire el 24 de febrero, cuando los rebeldes proclamaron la República de Cuba.
El éxito inicial de la insurrección cubana a lo largo de 1895 provocó el relevo de Sagasta por Cánovas del Castillo como presidente del gobierno español. Cánovas envió a la isla al General Martínez Campos con la esperanza de que pudiera repetir la pacificación de los años setenta, pero este se dio cuenta de que la situación había cambiado. En 1896, Martínez Campos fue sustituido por el General Valeriano Weyler, quien implementó la táctica de la «tierra quemada». Esta estrategia consistía en desplazar a toda la población a las ciudades mayores y quemar los pueblos y las cosechas para evitar que los rebeldes tuvieran refugio. Esta técnica incrementó el número de personas que apoyaban la independencia y provocó un desastre demográfico de gran magnitud entre la población concentrada.
La intervención de Estados Unidos
La intervención de Estados Unidos estuvo motivada principalmente por sus intereses económicos en las minas y en las plantaciones de azúcar cubanas. El gobierno del presidente McKinley intentó comprar la isla a España, pero el gobierno español rechazó la oferta. Tras el fracaso de este intento de compra, Estados Unidos recurrió a la fuerza. El incidente que sirvió como excusa para declarar la guerra a España fue la explosión del acorazado USS «Maine» en la bahía de La Habana en 1898. Los grandes periódicos norteamericanos culparon del incidente al gobierno español y desataron una agresiva campaña de prensa antiespañola, reclamando la entrada en guerra.
En 1898, el presidente McKinley obtuvo el permiso del Congreso para intervenir militarmente en Cuba. El gobierno español envió la flota del Almirante Cervera, a pesar de ser conscientes de la superioridad de los estadounidenses. La guerra fue un «paseo militar» para Estados Unidos. Los combates fueron muy desiguales y la armada española quedó destruida en tan solo dos enfrentamientos navales.
El Tratado de París y sus consecuencias
Tras la rendición de España, se iniciaron las negociaciones que culminaron en diciembre de 1898 con la firma del Tratado de París. En este tratado, España renunció a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam (Marianas) a cambio de una indemnización de 20 millones de dólares. Aunque Cuba se independizó políticamente, quedó bajo la órbita imperialista de Estados Unidos. El Tratado de París fue impuesto por Estados Unidos, y España tuvo que acatarlo sin protestar. Los cubanos, puertorriqueños y filipinos fueron excluidos de la ratificación del tratado.
Consecuencias para España
El desastre de 1898 tuvo una serie de consecuencias importantes para España:
- Pérdidas humanas: Alrededor de 60.000 soldados españoles perdieron la vida, muchas de estas muertes se debieron a enfermedades infecciosas.
- Pérdidas materiales: Se produjo un aumento en los precios de los alimentos y se perdieron los ingresos procedentes de las colonias.
- Crisis política: El desgaste político afectó a ambos partidos, pero especialmente al Partido Liberal y a Sagasta, a quien le tocó afrontar la derrota.
- Desprestigio militar: La imagen del ejército quedó muy afectada.
En cuanto a la economía española, no se vio muy afectada a pesar de que la industria catalana perdió un mercado para sus productos y materias primas baratas (café y azúcar). La repatriación de capitales sirvió para el desarrollo industrial de nuevos sectores.
Impacto intelectual y literario: Regeneracionismo y Generación del 98
El desastre colonial influyó en el desarrollo del «Regeneracionismo» y en las reflexiones pesimistas de los autores de la Generación del 98. Entre los regeneracionistas destacó Joaquín Costa, cuyas ideas se reflejaron en una serie de conferencias que se publicaron bajo el título «Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno de España».
Los regeneracionistas proponían programas basados en la reorganización política, la limpieza del sistema electoral, la dignificación de la vida parlamentaria, la reforma educativa, la acción orientada hacia la ayuda social y las obras públicas. En definitiva, una actuación encaminada al bien común y no al beneficio de los intereses políticos de la oligarquía y la corrupción política («Escuela y despensa y siete llaves al sepulcro del Cid»).