TEMA 2: AL ANDALUS Y SUS PRINCIPALES ETAPAS
A comienzos del siglo VIII la península ibérica fue conquistada por los musulmanes. La historia de Al Andalus, nombre que designaba al territorio peninsular dominado por los musulmanes, se inicia en el año 711 y concluye en 1492.
Durante tres siglos Al-Andalus mantuvo una superioridad indiscutible sobre los pequeños núcleos cristianos septentrionales, tanto en el terreno político, como en el económico y en el cultural. Pero en las primeras décadas del siglo XI se produjo la ruina del Califato y con ello empezó el declive del poder islámico en la península.
1.- La conquista de la península ibérica por los musulmanes
La invasión de la península por los musulmanes estuvo relacionada con la extensión de su poder por el norte de África. En abril del 711, en pleno califato omeya y aprovechando las disputas internas existentes en el reino visigodo por el trono, un contingente de tropas integradas básicamente por beréberes cruzó el estrecho de Gibraltar y desembarcó en las costas andaluzas. Iban mandadas pros Tarik, lugarteniente de Musa, emir del norte de África, que derrotó al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete. En los tres años siguientes, sin apenas resistencia, prácticamente todo el territorio había sido ocupado, debido a que una buena parte de la nobleza visigoda pactó la sumisión y el pago de tributos a los invasores, a cambio de la conservación de sus tierras, y al respeto manifestado por los musulmanes hacia cristianos y judíos.
2.- Evolución política
Podemos diferenciar varias etapas
1.Tras la conquista se inicia la etapa denominada Emirato o valiato (provincia) dependiente
de Damasco (711-756), caracterizada por la obediencia al Califa de Damasco,
que era la máxima autoridad política y religiosa del Imperio islámico. La
capital, establecida inicialmente en Sevilla, fue trasladada muy pronto a
Córdoba. Fue una época de extrema turbulencia, se sucedieron numerosos emires.
La diversidad étnica de los musulmanes (árabes y beréberes) establecidos en la
península fue una de las causas principales de esa situación. La población
berebere protagonizó revueltas, motivadas por la discriminación que sufrían por
parte de los árabes.
2.A mediados del siglo
VIII, la familia Omeya que gobernaba el Imperio islámico fue aniquilada por la
dinastía abasí, desplazando el centro de poder de Damasco a Bagdad. Pero un
miembro de los Omeya, Abderramán I, consiguió escapar y dominar Al- Ándalus. En
el año 756 se proclamó emir, declarándose políticamente independiente, aunque
respetuoso con la jefatura religiosa del califa de Bagdad. Comenzaba así, el Emirato independiente (756-929), etapa
en la que se consolidó la fortaleza del Islam peninsular y se impulsó la
islamización de Al-Andalus.
3.En el año 929, el entonces emir de Al-Ándalus, el
Omeya Abderramán III, decidió
autoproclamarse califa. Con esa decisión los Omeyas lograban la autonomía
religiosa respecto a los califas Abasíes de Bagdad. Comenzaba una nueva etapa, El Califato de
Córdoba que duró poco más de un siglo (929-1031)
, fue la etapa más brillante de la historia de
Al-Ándalus. Los motivos que impulsaron a Abderramán III a adoptar el título de
califa o, lo que es lo mismo, a proclamarse
“príncipe de los creyentes”, tenían que ver, al parecer, con los éxitos
que tuvo al lograr la pacificación interna de Al-Ándalus, pero sobre todo con
la intención de detener el peligroso avance de los Fatimíes por el norte de
África. Abderramán III consiguió frenar el avance de los cristianos por la
cuenca del Duero. Desde el punto de vista interno, su gobierno se caracterizó
por el autoritarismo. A su muerte ocupó el Califato su hijo Al-Hakam II (961-976). La faceta más
destacada de este califa fue su decidido apoyo a las letras y las artes. Las
relaciones de Al- Hakam II con los cristianos no sólo fueron pacíficas, sino
que éstos solían enviar embajadas a Córdoba para rendir pleitesía al califa
Omeya. Le sucederá Hisham II
(976-1013?), débil califa que dejó las riendas en manos del hachib Ibn Abí
Amir, llamado Almanzor por los cristianos. El gobierno de Almanzor, que basaba
su poder en el ejército, integrado por beréberes, daba la imagen de una
dictadura militar. Lo más llamativo de su mandato fueron las terroríficas
campañas militares contra los cristianos del norte de la Península. Cuando
Almanzor muere (1002), el califato está agotado. La inestabilidad política
subsiguiente fue tal que entre 1009-1031 hubo diez califas. Estallaron guerras
civiles y en el año 1031 los
notables de Córdoba acordaron abolir el Califato. Al-Ándalus se fragmentó en
núcleos políticos independiente, llamados reinos
de Taifas.
Al desaparecer el Califato de Córdoba en el año 1031, Al-Ándalus se fracciona en numerosos núcleos independientes, en torno a unos veintisiete, llamados Reinos de Taifas, palabra que significa bando o facción. Las facciones o partidos que dieron lugar a estos reinos se formaron a partir de los distintos grupos étnicos que componían la sociedad musulmana. Los más poderosos (Zaragoza, Toledo, Badajoz o Sevilla) estaban gobernados por árabes. Otros quedaron en manos de los eslavos (Tortosa, Valencia…) y en algunos, como el de Granada, los beréberes se hicieron con el poder. Estos reinos guerrearon contra los cristianos, pero lucharon también entre sí debilitando el poder islámico y facilitando así el avance de la conquista. Muchos de ellos para evitar su desaparición, aceptaron el pago de tributos a las monarquías cristianas, las parias, en señal de sumisión y vasallaje. Los primeros reinos de Taifas sobrevivieron hasta la llegada de los almorávides, que penetraron en la Península reclamados por los monarcas de Badajoz, Sevilla y Granada tras la caída de Toledo en manos de Alfonso VI de Castilla en 1085. Desde el punto de vista cultural Al-Ándalus vivió un periodo de gran esplendor. Tras el hundimiento del Imperio Almorávide aparecen los segundos reinos de taifas, pero su existencia fue muy efímera, pues a los pocos años invadieron los almohades la Península y se apoderaron de los diversos taifas (1147). La desaparición del imperio almohade en 1212 dio pie a la constitución de nuevos reinos, que irían cayendo bajo el poder cristiano, a excepción del reino nazarí de Granada que logró sobrevivir hasta 1492, en que fue conquistado por los Reyes Católicos.