Transición Española: Del Franquismo a la Democracia
La siguiente composición trata sobre el final del franquismo y el inicio de la transición democrática.
El Agitado Final del Franquismo
Los últimos años del franquismo fueron los más agitados. La prosperidad económica de los años sesenta hizo generar una ansia general de cambio y de mayores libertades. Incluso en las filas franquistas surgieron diferencias entre los sectores más conservadores y aquellos que pretendían una moderada apertura.
El año 1973 resultó especialmente grave para Franco y su régimen. El deterioro físico del dictador y las dificultades económicas y políticas de su régimen anunciaban el fin. La crisis energética de 1973 y el inicio de un nuevo ciclo tecnológico afectaron gravemente a la economía mundial. Los países occidentales más industrializados redujeron el consumo de petróleo, buscaron energías alternativas e iniciaron un proceso de reconversión industrial. Pero el Estado franquista no adoptó ningún tipo de medidas y la crisis sacó a la luz los defectos estructurales del desenvolvimiento económico de los años sesenta: la dependencia tecnológica del extranjero, el elevado endeudamiento de la empresa pública, la necesidad de reconvertir la industria y adaptarla a las nuevas necesidades, al aumento del desempleo; el milagro español remataba, como se puede observar en el Doc 3.
El Magnicidio de Carrero Blanco
En 1973, de acuerdo con la Ley Orgánica del Estado, Franco continuó ejerciendo la jefatura del Estado pero cede la presidencia del Gobierno a su más fiel colaborador, Luis Carrero Blanco, el hombre de su máxima confianza, que representaba el inmovilismo a todos los niveles, al denominado búnker. Pero el nuevo Gobierno presidido por Carrero casi no tuvo tiempo de estrenarse porque el 20 de diciembre de 1973 fallecía víctima de un atentado de ETA (Operación Ogro); como se puede observar en el Doc 1: “La operación que ETA realizó contra el aparato de poder de la oligarquía española en la persona de Luis Carrero Blanco, debe interpretarse como justa respuesta revolucionaria (…)”. Este magnicidio político afectó profundamente a Franco por varias razones; desde un punto de vista político, Carrero representaba la continuidad del régimen, la salvaguarda de sus esencias, era la figura clave del futuro de la dictadura; desde un punto de vista personal, representaba fidelidad a la persona y a la obra de Franco durante casi cuarenta años.
Arias Navarro y el Espíritu del 12 de Febrero
Tras la muerte de Carrero, Franco nombró como nuevo presidente a Carlos Arias Navarro, una personalidad poco relevante del régimen franquista que no tenía programa ni equipo para afrontar las dificultades; era esencialmente un franquista de la línea dura. En febrero de 1974 presentó en las Cortes un programa de gobierno en que anunciaba una serie de reformas popularmente conocidas como el *espíritu del 12 de febrero*: mayor libertad de prensa, elección de alcaldes, creación de asociaciones políticas, mayor libertad judicial y reforma de la ley sindical. Pero esos propósitos aperturistas no se llevaron a la práctica, por lo que la oposición al régimen se fue incrementado.
Creciente Oposición al Régimen
El deterioro de la salud de Franco y las promesas de reformas intensificaron la actividad de los grupos de oposición al régimen, tanto en el interior como en el exterior de España. En el interior, tras la muerte de Carrero, se incrementó la oposición, tanto en sectores tradicionalmente fieles al franquismo como en las fuerzas que ya se opusieran desde los inicios. Esperanzados por las reformas anunciadas el 12 de febrero, diversos políticos e intelectuales del régimen pretendieron una transformación del régimen hacia posiciones más democráticas desde dentro del propio sistema; la mayoría de ellos formaron parte del grupo Táctico y muchos de sus componentes entrarán a formar parte del Gobierno de Suárez tras la muerte de Franco. En la iglesia, tradicional apoyo del régimen, aumentaron las críticas y el distanciamento. El problema más grave fue el caso del obispo de Bilbao, Monseñor Añoveros, originado por la defensa que este hizo en una carta pastoral del uso del euskera en las iglesias.
En el ejército, la oposición estuvo representada por la Unión Militar Democrática, organización fundada en 1974 que defendía que la institución militar no fuese un obstáculo en el camino hacia la democracia. De este modo el ejército, principal soporte del régimen, mostraba que ya no era la institución monolítica de años atrás, y que muchos oficiales jóvenes eran partidarios de un régimen democrático. Los obreros y los universitarios intensificaron su actividad a través de huelgas, manifestaciones y protestas agravadas por la crisis económica y la falta de libertades, como se observa en el Doc 2 su incrementación. La actividad terrorista contribuyó al clima de malestar con numerosos atentados de ETA, FRAP (Frente Revolucionaria Antifascista y Patriótica) y GRAPO (Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre).
A pesar de todo, el régimen no cedía. En marzo de 1974 era ejecutado el anarquista Salvador Puig Antich (lo que originó numerosas condenas internacionales del régimen de Franco), y en agosto de 1975 se aprobó una nueva ley antiterrorista que ampliaba la aplicación de la pena de muerte para acusados de actos terroristas. Las peticiones de clemencia que llegaban de todas las estancias, pero ninguna fue escuchada.
Unidad Antifranquista
Los partidos y organizaciones antifranquistas iniciaron un proceso de unidad para restablecer la democracia en España como se ve en el Doc 4: “Impúlsanos el deber de cerrar el paso a los que quieren arrebatarnos la victoria”. En julio de 1974, por iniciativa del líder del PCE Santiago Carrillo, se constituye en París la Junta Democrática con propuestas como las del Doc 5: “La legalización de los partidos políticos, sin exclusión.”, y en junio de 1975 se organizó la Plataforma de Convergencia Democrática, liderada por el PSOE. Los contactos entre ambas dieron como resultado la Platajunta. Paralelamente, el PSOE resolvía en el Congreso de Suresnes en Francia (1974) y los del exilio (los históricos) con la elección de Felipe González como secretario general.
A esto se suma la Marcha Verde que consistió en una marcha de 200.000 marroquíes con la pretensión de invadir el territorio saharauí. Las Cortes remataron por repartir el Sáhara entre Marruecos y Mauritania sin pensar oír lo que los ciudadanos saharauis pensaban.
Muerte de Franco y Proclamación de Juan Carlos I
La salud de Franco fue deteriorándose desde 1974. Su muerte tuvo lugar el 20 de noviembre de 1975 y fue enterrado en el Valle de los Caídos junto a José Antonio Primo de Rivera.
El 20 de noviembre de 1975, y siguiendo las disposiciones establecidas por Franco, se pusieron en marcha los mecanismos legales para garantizar la continuidad del régimen franquista en la figura de Juan Carlos de Borbón y Borbón. El día 21 fue nombrado capitán general de los tres ejércitos y, luego de jurar las Leyes Fundamentales del Reino, el día 22 fue proclamado rey de España ante el pleno de las Cortes españolas y del Consejo del Reino. Momentos después, el nuevo rey pronunció su primer discurso oficial. El día 27 se realizó la ceremonia de coronación del rey en la iglesia de los Jerónimos. El nuevo rey accedía al trono en aplicación de la legalidad franquista, pero seguía sin resolverse el problema de la legitimidad dinástica, pues los derechos históricos de la Corona seguían correspondiendo a su padre, Juan de Borbón. La solución demoró hasta el 14 de mayo de 1977 cuando, de modo oficial, fueron cedidos estos derechos de padre a hijo. Juan Carlos I inició su reinado tomando las primeras decisiones, mantuvo como presidente de gobierno a Carlos Arias Navarro, y nombró como presidente del Consejo del Reino y de las Cortes a Torcuato Fernández Miranda.
Las expectativas que se abrían para la sociedad española hacían que se produjesen importantes movimientos en todos los ámbitos políticos y sociales. Para unos, los cambios iban demasiado rápidos, pero para otros demasiado lentos; el equilibrio era imprescindible, pero también difícil de conseguir.
El Primer Gobierno de la Monarquía
Presidido por el franquista Carlos Arias Navarro, el primer gobierno de la Monarquía tuvo una composición heterogénea y en él estaban representadas todas las familias del régimen, así como personalidades de prestigio consideradas reformistas, pero desarrolla una política continuista consistente en la defensa de la permanencia del modelo franquista con la concesión de algunos derechos.
Por su parte, la oposición democrática exigía el restablecimiento inmediato de la democracia y la ruptura con las instituciones del sistema franquista, como podemos observar en el Doc 6: “Coido que chegou a hora da reforma, pero o presidente do goberno, Carlos Arias Navarro, (…) demostrou máis inmobilismo ca mobilidade”. Las diversas fuerzas de la oposición democrática se fusionaron en la Coordinación Democrática que, en marzo de 1976, redactó un programa asumido por la mayoría de los grupos políticos sindicales.
Adolfo Suárez y la Ley de Reforma Política
Ante el inmovilismo del presidente Arias, que demostraba su ineficacia para afrontar las necesarias reformas democráticas, las presiones del monarca hicieron que presentase su dimisión el 1 de julio de 1976. Tras su dimisión, el rey designó a Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. Con este en la presidencia del Gobierno, Torcuato Fernández Miranda en la presidencia de las Cortes y el propio rey, hizo posible que se cumpliesen las promesas democratizadoras. Un año después de la muerte de Franco fue aprobada la Ley para la Reforma Política que abría el camino para elecciones a Cortes Constituyentes.
La Ley de Reforma Política era la culminación del programa de reformas de Suárez que tenía postulados como los del Doc 7: “Los diputados del Congreso serán elegidos por sufragio universal, directo y secreto de los españoles mayores de edad”. El punto esencial era la convocatoria de unas elecciones democráticas para formar nuevas Cortes, pero para llevarla adelante tenía que ser aprobada por el Consejo Nacional del Movimiento y las Cortes orgánicas, instituciones controladas por franquistas. Para lograr su aprobación sin modificaciones esenciales tanto Adolfo Suárez como Torcuato Fernández Miranda emplearon todos sus recursos e influencias, así como todos los resortes que les permitían las leyes. Las argumentaciones se centraron fundamentalmente en la idea de llegar a la democracia parlamentaria desde la legalidad vigente manteniendo la paz social y el control del proceso por la Corona y el Gobierno. A pesar de las críticas, el Consejo informó positivamente sobre el proyecto de ley.
Superado el primer obstáculo, el proyecto fue enviado a las Cortes, que lo aprobaron mayoritariamente. De este modo, las derradeiras Cortes franquistas votaron a súa autodisolución. Inciábase a voadura controlada do franquismo.
Tras la aprobación por las cortes, la Ley de Reforma Política fue sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976, con unos resultados que mostraban claramente la victoria del proyecto reformista. Estos resultados significaban la derrota de la oposición rupturista y el triunfo de las propuestas de Suárez.