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1.La guerra de Ultramar
1.1. Cuba, la perla de las Antillas
Tras la paz de Zanjón (1878), los cubanos esperaban una serie de reformas que les dieran los mismos derechos de representación política en las Cortes que los españoles de la Península: participación en el gobierno de la isla, libertad de comercio, abolición de la esclavitud; aún se practicaba con los negros que trabajaban en los ingenios o fábricas de azúcar. Debido a la oposición de los grandes propietarios, los negreros y los comerciantes peninsulares, ninguna de estas peticiones fue aceptada.
En
Cuba se crearon dos grandes partidos: el Partido
Autonomista, integrado por cubanos y la Unión Constitucional, un partido españolista que contaba con el
apoyo de los militares. El primero de ellos pedía la autonomía para la isla, defendía
un programa de reformas políticas y económicas sin llegar a la independencia. A
su vez, había conseguido gran representación en el Parlamento español.
El
Partido Liberal de Sagasta se mostró proclive a introducir mejoras en la isla,
pero sólo llegaría a concretar la abolición total de la esclavitud (1888). En
1893, propuso a las Cortes la aprobación de un proyecto de reforma colonial de
Cuba, pero no prosperó debido a la fuerte presión de los intereses económicos
españoles, que no estaban dispuesto a hacer ninguna concesión a la “Perla de
las Antillas” que los pudiese vulnerar.
La
ineficacia de la administración para introducir reformas en la colonia hizo que
el independentismo fuera ganando posesiones frente al autonomismo. En 1893, José Martí, fundó el Partido Revolucionario Cubano, cuyo
objetivo era la consecución de la independencia y de inmediato consiguió apoyo
exterior, especialmente de Estados Unidos. El independentismo aumentó
rápidamente su base social y contó con el respaldo de caudillos revolucionarios
como Máximo Gómez, Antonio Maceo y Calixto
García, que habían luchado contra las tropas españolas en la guerra de los 10 Años y se habían
negado a aceptar los acuerdos de Zanjón.
En 1981, el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no procediesen de la Península (arancel Cánovas). Por aquel entonces, el principal cliente económico de Cuba era Estados Unidos que adquiría la totalidad de los dos grandes productos cubanos, el azúcar y el tabaco, mientras que esa potencia solo podía exportar a Cuba productos con fuertes aranceles de entrada. En 1894, Estados Unidos adquiría el 88,1% de las exportaciones cubanas pero sólo se beneficiaba del 32% de sus exportaciones, que seguían procediendo mayoritariamente de España. El presidente norteamericano, William McKinley manifestó su protesta ante tal situación y amenazó con cerrar a las puertas del mercado estadounidense a la azúcar y al tabaco cubano, si el gobierno español no modificaba su política arancelaria en la isla al temor a una nueva insurrección independentista, se sumó al recelo a que esta pudiese contar con el apoyo de Estados Unidos.
1.2. La gran insurrección
En 1879, se produjo conato de insurrección contra los españoles en la isla, que dio lugar a la Guerra Chiquita la sublevación de los mambises, nombre con el que se conocía a los insurrectos cubanos, fue derrotada al año siguiente por la falta de apoyo, la escasez de armamento y la superioridad del ejército español. Pocos años después, el grito de Baire del 24 de febrero de 1825 dio inicio a un levantamiento generalizado. La rebelión comenzó en Santiago de Cuba, pero se extendió rápidamente a La Habana. Cánovas del Castillo, jefe de gobierno español, mandó un ejército al mando de Martínez Campos, que entendía que la pacificación de la isla requería una fuerte acción militar y un esfuerzo político de conciliación de los sublevados.
Martínez Campos no consiguió controlar militarmente la rebelión, por lo que fue sustituido por el general Valeriano Weyler, que se propuso cambiar completamente los métodos de lucha e iniciar una férrea represión. Para evitar que los insurrectos aumentasen sus adeptos en el mundo rural, organizó las concentraciones de campesinos, a los que se obligaba a cambiar de asentamiento recluyéndolo en determinados pueblos sin posibilidad de contacto con los combatientes. Weyler trató duramente a los rebeldes, aplicando la pena máxima a muchos de ellos y también a la población civil, víctima del hambre y de las epidemias.
En el plano militar, la guerra no era favorable a los soldados españoles ya que se desarrollaba en plena selva y contra unas fuerzas muy extendidas en el territorio que se concentraban y dispersaban rápidamente. Ni los soldados españoles estaban entrenados para ser frente a una guerra de este tipo, ni en el ejército contaba con los medios adecuados, el mal aprovisionamiento, la falta de pertrechos y las enfermedades tropicales causaron gran mortandad entre las tropas haciendo de la victoria final un objetivo final cada vez más difícil de alcanzar.
Tras el asesinato de Cánovas y
conscientes del fracaso de la vía represiva propiciada por Weyler, el nuevo
gobierno liberal lo destituyó del cargo y encargó el mando al general Blanco.
Además, inició una estrategia de conciliación con la
esperanza de empujar a los separatistas a pactar una fórmula que mantuviera la
soberanía española en la isla y evitase el conflicto con Estados Unidos. Para
ello declaró la autonomía de Cuba,
el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos entre insulares y
peninsulares y la autonomía arancelaria. Los independentistas se negaron a
aceptar el fin de las hostilidades, que fue declarado por el gobierno español.
Paralelamente se produjo una rebelión
en las Islas Filipinas.
La colonia
del Pacífico contaba con una débil presencia militar. Los intereses económicos
españoles eran mucho menores que en Cuba, pero se mantenían por su producción
de tabaco y por ser una puerta de intercambios comerciales con el continente
asiático.
El independentismo fraguó en la
formación de la Liga Filipina, fundada
por José Rizal, y en la organización
clandestina Katipunan.
Ambas
tuvieron el apoyo de una facción de la burguesía mestiza hispanoparlante y de
grupos indígenas. La insurrección se extendió por la provincia de Manila y el
capitán general Camilo García Polavieja llevó a cabo una política represiva,
condenado a muerte a Rizal. El nuevo gobierno liberal nombró capitán general a
Fernando Primo de Rivera, que promovió una negociación indirecta con los
principales jefes de la insurrección, dando como resultado una pacificación momentánea del
archipiélago.
1.3. La intervención de Estados Unidos
Estados Unidos había fijado su área de expansión inicial en la región del Caribe y, en menor medida, en el Pacífico, donde su influencia ya se había dejado sentir en Hawai y Japón. El interés de Estados Unidos por Cuba había llevado a realizar diferentes proposiciones de compra de la isla, que España siempre había rechazado. El compromiso americano con la causa cubana se evidenció, cuando el presidente McKinley mostró abiertamente su apoyo a los insurrectos, a los que enviaba armas por vía marítima.
La ocasión para intervenir en la
guerra la dio el incidente del acorazado estadounidense Maine, que estalló en el puerto de la Habana. Estados Unidos culpó
falsamente del hecho a agentes españoles y envió a España un ultimátum en el
que se exigía la retirada de Cuba. El gobierno español negó cualquier
vinculación con el Maine y rechazó
el ultimátum estadounidense, amenazado por declarar la guerra en caso de
invasión de la isla. Los dirigentes políticos españoles eran conscientes de la
inferioridad militar española, pero consideraron humillante la aceptación, sin
lucha, del ultimátum. Comenzaba así la
guerra hispano-americana.
Una escuadra mandad por el almirante
Cervera partió hacia Cuba, pero fue rápidamente derrotada en la batalla de Santiago, donde se
enfrentaron barcos desvencijados contra modernos navíos. Estados Unidos derrotó
igualmente otra escuadra española en Filipinas,
en la batalla de Cavite.
En
diciembre de 1898 se firmó la Paz de
París por la cual España se comprometía abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas,
que pasaron ser un protectorado norteamericano. El ejército español regresó
vencido y en condiciones lamentables, mientras muchos españoles se preparaban
para evacuar la isla y repatriar sus intereses.
2.Las consecuencias del Desastre del 98
2.1. Una crisis política y moral
La guerra comportó notables pérdidas materiales en la colonia, no fue así en la metrópoli, donde la crisis económica fue mucho menor. El ministro Fernández Villaverde promovió una reforma de la Hacienda debido a que tenía la necesidad de hacer frente a las deudas contraídas por la guerra cubana.
Continuó
el turno dinástico. Sin embargo, algunos de los nuevos gobernantes intentaron
aplicar a la política la idea de regeneracionismo.
La crisis política estimuló
también el crecimiento de los movimientos nacionalistas, sobre todo en el País
Vasco y en Cataluña, donde se denunció la incapacidad de los partidos
dinásticos para desarrollar una política renovadora y descentralizadora.
De este modo, la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población. La derrota significó la destrucción del mito del imperio español, en un momento en que las potencias europeas estaban construyendo vastos imperios coloniales en Asia y África. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nación moribunda, con un ejército ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes.
2.2. El regeneracionismo
En
1876 se creó la Institución Libre de
Enseñanza, que era un grupo de intelectuales, cuando muchos catedráticos
abandonaron la universidad al no permitirle la libertad de cátedra. Tenían en
sus filas a intelectuales de la talla de Francisco
Giner de los Ríos, y estaba profundamente influido por el krausismo.
Fue una gran impulsora de la
reforma de la educación en España.
Algunos
de ellos consideraban que la sociedad y la política española no favorecían ni
la modernización de la cultura ni el desarrollo de la ciencia. Esta corriente
que hablaba con insistencia de la regeneración
de España acabó conociéndose como regeneracionismo.
Su mayor exponente fue el aragonés Joaquín
Costa, que no solo era un prolífico escritor, sino también el creador de
instituciones sociales y económicas como la Liga Nacional de Productores, y el
inspirador de un partido político, la Unión
Nacional, de carácter popular y muy crítico con la Restauración.
La crisis de 1898 agudizó la crisis regeneracionista, que denunciaba los defectos de la psicología colectiva española, y sostenía que existía una especie de “generación de lo español” y que era precisa la regeneración del país, enterrando las glorias pasadas. Los regeneracionistas defendían la necesidad de mejorar la situación del campo español y de elevar el nivel educativo y cultural del país.
Asimismo, un grupo de literatos y pensadores conocidos como Generación del 98, intentaron analizar el “problema de España” en un sentido muy crítico y en tono pesimista.
2.3
El fin de una época
El
desastre del 98 significó el fin del sistema de la Restauración, tal como lo
había diseñado Cánovas, y la aparición de una nueva generación de políticos,
intelectuales, científicos, activistas sociales y empresarios, que empezaron a
actuar en el nuevo reinado de Alfonso XIII.
Sin embargo, la política reformista que intentaron
aplicar los nuevos gobiernos no llevó a cabo las profundas reformas anunciadas,
sino que dejó que el sistema siguiese funcionando con cambios mínimos.
La derrota militar tuvo también consecuencias en el ejército, acusado de tener gran responsabilidad en el desastre. Frente a un antimilitarismo creciente en determinados sectores sociales, una parte de los militares se inclinó hacia posturas más autoritarias e intransigentes, atribuyendo la derrota a la ineficacia y corrupción de los políticos. El ejército tomó más importancia en la vida política del país, lo que hizo que Primo de Rivera realizara el golpe de Estado en 1923, al igual que Franco en 1936.
3.La coyuntura de la Primera Guerra Mundial
La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial
propició una importante expansión
económica, ya que el conflicto redujo la capacidad productiva de los países
beligerantes y España se convirtió en suministradora de productos agrarios e
industriales. El incremento de la demanda
exterior estimuló el crecimiento de la producción en la siderurgia vasca,
en la minería asturiana y en las industrias textiles y metalúrgicas catalanas,
que lograron bastantes beneficios. Por primera vez la balanza de pagos española tuvo un saldo positivo. Sin embargo, el
crecimiento de la demanda comportó un incremento de los precios, que desató un proceso inflacionario.
Las clases populares experimentaron un empeoramiento de su nivel de vida, dado
que la inflación no fue acompañada de un aumento equivalente de los salarios.
Se calcula que el coste de la vida subió entre un 15 y un 20 %, lo que provocó
una oleada de huelgas y reivindicaciones
obreras.
El fin de la guerra y de la demanda de los países beligerantes
acabó con la euforia económica y desencadenó una fuerte crisis.
El mercado interno no fue capaz de sustituir a las exportaciones, y muchas empresas tuvieron que cerrar. Las clases trabajadoras, que ya habían sufrido las consecuencias de la inflación durante el conflicto bélico, tuvieron que hacer frente al aumento de desempleo y, el descontento social se expresó de nuevo en prolongadas huelgas. Sin embargo, el sector siderúrgico y el químico soportaron mejor la crisis que el textil o el agrícola.
4. El reformismo dinástico
4.1. El fracaso del primer gobierno regeneracionista
La reina regente María Cristina otorgó su confianza para otorgó su confianza para formar gobierno a nuevo líder conservador, Francisco Silvela, quien convocó elecciones. El nuevo gabinete mostró una cierta voluntad de renovación.
Se inició así una política reformista con proyectos de descentralización
administrativa, pero también se impulsó una política presupuestaria aumentaba
los tributos y creaba nuevos impuestos. Las nuevas cargas fiscales impulsaron,
especialmente en Cataluña, un boicot de los contribuyentes a la recaudación de
tributos (cierre de cargas).
Los
ministros más renovadores acabaron dimitiendo, aunque el gobierno conservador
resistió en el poder, la regente otorgó de nuevo el gobierno a los liberales.
El espíritu de regeneración había durado escasamente un año, y las viejas
prácticas del turno de partidos volvieron a aparecer. El sistema de la
Restauración había sobrevivido al desastre del 98.
4.2. Las reformas de Maura y Canalejas
Subió al trono, al cumplir 16 años, el
monarca Alfonso XIII.
El momento
coincidió con una renovación de liderazgo dentro de los partidos dinásticos.
Murió Sagasta y alcanzó la jefatura del Partido Conservador Antonio Maura, mientras en el Partido
Liberal se afianzaba José Canalejas.
Esta nueva generación de políticos, influida por el regeneracionismo, impulsó los más importantes proyectos de reforma
desde el interior del sistema aunque mantuvo el turno dinástico y el
falseamiento electoral, imposibilitando así la democratización real del
régimen.
El conservador Antonio Maura se
convirtió en jefe de gobierno. Maura tenía un espíritu renovador y reformista,
aunque siempre dentro de las ideas del conservadurismo. Su proyecto político se
recogió en la consigna de revolución “desde arriba”, que defendía la necesidad
de que el régimen debía reformarse desde el gobierno para impedir que lo
transformase una revolución popular. Intentó la regeneración del sistema a
partir de la formación de una nueva base social. En esa dirección se llevó a
cabo una reforma electoral (Ley
Electoral, 1907)
que no consiguió ni acabar con la corrupción ni de
democratizar el sistema político, pero que hizo más difícil el fraude
electoral.
José Canalejas formó
un nuevo gobierno liberal.
Su
programa proponía, la modernización de la política, e intentaba atraer a
ciertos sectores populares (republicanos, socialistas, etc.) a partir de un
mayor reformismo social y de limitar el poder de la Iglesia. Abordó la reforma
del procedimiento de financiación de la Iglesia. Abordó la reforma del
procedimiento de financiación de la Iglesia y profundizó en la separación de la Iglesia y el Estado.
La
negativa de la Santa Sede a cualquier proceso de reforma comportó la
promulgación de Ley del Candado, que
limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas.
5. De la Semana Trágica a la huelga revolucionaria (1909-1917)
5.1. El conflicto colonial de Marruecos
El interés español por esta región venía estimulado por los posibles beneficios económicos pero sobre todo por el deseo de restaurar el prestigio del ejército, hundido tras el desastre de Cuba, y conseguir que España se convirtiera de nuevo en una potencia colonial.
Rifeños infligieron una importante derrota a las tropas españolas en el Barranco del Lobo, ocasionando numerosas bajas. Se decidió entonces aumentar el número de soldados del Rif, muchos de ellos casados y con hijos, lo cual provocó un importante movimiento de protesta popular.
5.2. La Semana Trágica de Barcelona
La movilización contra la guerra se inició en el puerto de Barcelona, el día 18 de julio durante el embarque de tropas hacia Marruecos. El 24 se constituyó un comité de huelga que hizo un llamamiento general. Pero esa huelga derivó en una revuelta popular que desbordó el objetivo inicial de protesta contra la guerra de Marruecos y acabó siendo un estallido espontáneo de todas las tensiones sociales acumuladas.
Las autoridades respondieron declarando el Estado de guerra y enviando refuerzos para reprimir las manifestaciones.
La represión posterior fue muy dura por parte del gobierno de Maura.
La represión de la Semana Trágica levantó una oleada de protestas por su virulencia y arbitrariedad. El gobierno conservador de Maura tuvo que enfrentarse a duras críticas y los liberales y los republicanos que se unieron para exigir su dimisión. La oposición a Maura, apoyada por las campañas internacionales de denuncia a la represión, consiguió que Alfonso XIII disolviera las Cortes y traspasara el gobierno a los liberales.
5.3. El impacto de la Gran Guerra
Estando al frente del gobierno el conservador Eduardo Dato, se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial, que enfrentó a los llamados imperios centrales con las potencias aliadas y en la que intervinieron otros muchos países. Dato declaró de inmediato la neutralidad española, manteniendo al país fuera del conflicto y evitando el grave desastre que hubiera significado para la población. Esta situación supuso, además, una extraordinaria oportunidad para la economía del país. La guerra generalizada en Europa permitió exportar productos industriales y agrarios, de los que los combatientes tenían una enorme necesidad y por los cuales estaban dispuestos a pagar altos precios. Los industriales, especialmente catalanes y vascos, hicieron grandes negocios.
Al dedicarse gran parte de la producción a la exportación, los precios interiores experimentaron alzas desorbitadas, que no fueron acompañadas de subidas de salarios. La carestía de vida se convirtió en un problema para las clases populares. El conflicto social, a causa del empeoramiento de las condiciones de vida de la mayor parte de la población, fue creciendo de manera imparable y las organizaciones obreras encabezaron una protesta cada vez mayor que desembocó en el movimiento huelguístico de verano de 1917.
5.4. La crisis de 1917
En 1917 se produjeron conflictos
sociales y políticos en gran parte de Europa. Había caído el zarismo en Rusia y
en octubre se producía la revolución
bolchevique.
En España, la coincidencia entre las graves dificultades del
sistema político de la Restauración, el descontento militar y la conflictividad
social provocaron una protesta
generalizada de carácter anti-gubernamental
en la que se vieron implicados los partidos situados al margen del turno
dinástico, los militares y las organizaciones obreras.
La protesta militar
El ejército español, como consecuencia de las guerras coloniales, presentaba un número excesivo de oficiales en revelación al de soldados.
El fuerte descontento entre los
oficiales de baja y media graduación desembocó en la formación de las llamadas Juntas de Defensa.
El manifiesto de junio de 1917 culpaba al
gobierno de los males del ejército y del país, y hacía un llamamiento a la
renovación política utilizando para ello un cierto lenguaje regeneracionista. Ante
la situación, el gobierno cedió a las demandas de las Juntas, cuya actividad
fue tolerada.
El manifiesto hizo crecer en ciertos sectores de la oposición las esperanzas de que el ejército podría sumarse a un movimiento que exigiese una renovación de la política nacional.
La crisis política
El gobierno conservador de Dato había sido sustituido, por un gabinete literal presidido por el conde de Romanones, que continúo con las viejas prácticas de corrupción política y, ante las quejas, decidió cerrar las Cortes. Dato volvió a asumir la jefatura del gobierno y, una representación de diputados de la oposición (nacionalistas, republicanos, etc.) reclamó enérgicamente al gobierno la reapertura de las Cortes. El gobierno se negó y, además, declaró el Estado de excepción y aumentó la censura de prensa.
Como reacción, y aprovechando la situación de crisis creada por la protesta militar, a iniciativa de la Lliga Regionalista se organizó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios catalanes, que exigió la formación de un gobierno provisional que convocase las Cortes constituyentes para reformar el sistema político y descentralizar el Estado.
El movimiento parlamentario no tuvo continuidad y desapareció sin haber conseguido la reforma constitucional. Las fuerzas monárquicas no lo apoyaron, las diferencias entre los regionalistas y los grupos de izquierda hacían imposible un acuerdo y las Juntas de Defensa se mostraron contrarias a la iniciativa parlamentaria. Además, el movimiento huelguístico que se desató en agosto inhibió a las fuerzas burguesas, ante el temor de un estallido revolucionario de mayores dimensiones que la reforma constitucional planteada.
La huelga revolucionaria
Ya se había producido un importante
movimiento huelguístico y, las centrales sindicales CNT y UGT acordaron firmar
un manifiesto conjunto en el que se instaba al gobierno a intervenir para contener los precios bajo la amenaza de
convocar una huelga general. La tensión estalló a raíz de un conflicto
ferroviario en Valencia, y la UGT, con el apoyo del PSOE, decidió llamar a la huelga general.
La protesta adquirió un
carácter político y revolucionario porque las fuerzas obreras convocantes
reclamaban el fin de la monarquía, la formación de un gobierno provisional que
convocara Cortes constituyentes y el paso a un sistema republicano.
La huelga tuvo una incidencia muy desigual, porque apenas
contó con la participación de los sectores campesinos. La reacción del gobierno
fue básicamente represiva:
Se
declaró la Ley Marcial y se envió al
ejército a aplacar el movimiento. La huelga general fracasó y no consiguió
contar con el apoyo de amplios sectores, pero tuvo unas enormes consecuencias:
debilitó aún más el régimen, que demostró su brutalidad, y radicalizó la
oposición. En los años siguientes, el sistema político de la Restauración entró
en su crisis definitiva.
6. La descomposición del sistema
6.1. La descomposición política
El régimen de la Restauración entró en una progresiva descomposición a causa de los nulos deseos de renovación política de los dirigentes dinásticos y de la fuerte heterogeneidad y debilidad de la oposición, que no consiguió vehicular una alternativa conjunta.
Los partidos dinásticos se fragmentaron
en grupos encabezados por diferentes políticos, con lo cual era posible reunir
mayoría parlamentarias suficientes para constituir gobiernos estables. Se
recurrió con frecuencia a la solución de los gobiernos de concentración.
Fracasados los gobiernos de
concentración, se volvió al turno
dinástico, el país conoció, en total, diez cambios de gobierno, y ninguno
de ellos alcanzó un año de vida. A pesar de recurrir al fraude electoral,
ningún partido dinástico reunió la mayoría parlamentaria necesaria para
gobernar y fue constante el recursos a medidas de excepción, a la suspensión de las garantías
constitucionales.
6.2. Conflictividad obrera y pistolerismo
Los años que siguieron la Primera
Guerra Mundial fueron de gran conflictividad en toda Europa. En España, el
final de conflicto europeo propició un cambio brusco de las condiciones
económicas, la producción descendió, aumentó el paro y subieron los precios, lo
cual provocó de nuevo la movilización
obrera y un espectacular crecimiento
del sindicalismo.
El movimiento huelguístico afectó a un buen número de regiones industriales, pero fue en Barcelona donde alcanzó mayores dimensiones.
En Andalucía, la situación de miseria del campesinado, reforzada por
el aumento de los precios, dio paso al trienio
bolchevique, impulsaron revueltas
campesinas.
La conflictividad laboral degeneró en
una radicalización de las posiciones
de los sindicatos y de la patronal, sobre todo en Cataluña. Para detener la
fuerza sindical, los patrones instituyeron la Federación Patronal, contrataron a pistoleros a sueldos para asesinar a los dirigentes obreros y
recurrieron, frecuentemente, al lockout (cierre
de empresas). Algunos grupos vinculados a la CNT respondieron a esta situación
practicando también un activismo violento
y atentaron contra las autoridades, los patronos y las fuerzas del orden.
Entre estos grupos cabe citar a Los Solidarios, que actuaron en Barcelona.
La Federación Patronal barcelonesa exigía medidas fuerza, y el general Martínez Anido, gobernador civil de Barcelona, protagonizó una política de protección de los pistoleros de la patronal; ejerció una dura represión contra los sindicalistas y puso en práctica en la Ley de Fugas, según la cual la policía podía disparar contra los detenidos en caso de intento de fuga. Todo ello originó la época conocida como el pistolerismo, durante la cual tuvieron lugar más de 800 atentados en los que murieron 226 personas, entre ellas el presidente del gobierno, Eduardo Dato.
6.3. El problema de Marruecos: Annual
En la zona oriental del protectorado de Marruecos, en torno a Melilla, las tribus rifeñas hostigaban al ejército español de forma permanente. Se intentaron varias operaciones con el fin de controlar a los rebeldes, y para dirigir al ejército de la zona se nombró al general Silvestre, relacionado con el rey Alfonso XIII, partidario de atacar a las cabilas rifeñas. El general inició una ofensiva hacia el interior del territorio que acabó en un verdadero desastre. El ejército fue derrotado en Annual, se perdió todo el territorio ocupado y se produjeron unas 13 000 bajas, incluidas las de Silvestre.
En 1923, con gobiernos inestables y una grave tensión social, el anuncia de que sería discutido en el Parlamento en el caso de Annual y que iban a pedir responsabilidades que podrían implicar al propio monarca movilizó a sectores del ejército y de la derecha, que desde hacía tiempo veían la solución a la crisis en una dictadura militar.
7. Las causas del golpe militar
7.1. Las causas del golpe militar
Primo de Rivera y los sectores que le dieron apoyo defendieron su acción como una solución para poner fin a la crisis política y a la conflictividad social que atravesaba al país. Entre las razones que justificaban la necesidad de cambiar la situación: la inestabilidad y el bloqueo del sistema político parlamentario, así como su desprestigio derivado del continuo fraude electoral; el miedo de las clases acomodadas a una revolución social. Y, por último, el descontento del ejército tras el desastre de Annual. En la decisión de Primo de Rivera, influyó el deseo de evitar que las Cortes exigieran responsabilidades por los hechos de la guerra de Marruecos.
Primo de Rivera justificó el golpe militar a través de un discurso con pretensiones regeneracionistas e incluso moralistas, presentaba un claro componente populista, con el fin de ganarse la adhesión popular. Así, en su manifiesto inaugural anunció su firme voluntad de limpiar el país de caciques y de acabar con el bandidaje político, la indisciplina social y las amenazas a la unidad nacional.
7.2. La reorganización del Estado
La dictadura de Primo de Rivera atravesó dos fases sucesivas. Hasta 1925 gobernó el Directorio Militar cuyos miembros eran militares. Se pasó entonces al Directorio Civil, aunque el peso de los militares continuó siendo importante y el carácter del régimen no abandonó su estilo autoritario.
Las primeras medidas del Directorio
Militar mostraron su carácter dictatorial. Todo ello fue acompañado por la
militarización del orden público y por una represión del obrerismo más radical
una de las intenciones de Primo de Rivera era eliminar el caciquismo, se
elaboró un Estatuto Municipal y otro
Provincial.
La regeneración
prometida quedó en una gran farsa, ya que se suspendieron todos los mecanismos
electorales y la renovación política se limitó a sustituir unos caciques por
otros.
El conflicto de Marruecos centró el interés de Primo de Rivera, que asumió personalmente el Alto Comisionado de Marruecos.
Se fue abandonando la idea de una dictadura transitoria y Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen para darle continuidad y permanencia. Indudablemente, el modelo e influencia del fascismo italiano fue muy clara.
Para promover la adhesión al nuevo
sistema se creó un partido único, que se llamó Unión Patriótica.
Se trataba de un partido gubernamental, sin un
programa ideológico definido y cuya misión primordial era proporcionar apoyo
social a la dictadura. Los afiliados al nuevo partido procedían básicamente de
las filas del catolicismo y de los caciques rurales.
7.3. La política económica y social
La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional,
iniciada en los “felices” años veinte, tras la Primera Guerra Mundial. El
régimen puso en marcha un programa de fomento de la economía española en el
terreno industrial y en las infraestructuras, aunque apenas se ocupó del
problema agrario. El Estado tuvo un protagonismo notable gracias al fomento de las obras públicas.
En el terreno social, la dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo que pretendía eliminar los conflictos laborales mediante la intervención del Estado. Con este fin se creó la Organización Corporativa Nacional, que agrupaba a patronos y obreros en grandes corporaciones y regulaba los conflictos laborales.
7.4. La oposición a la dictadura
La oposición a la dictadura estuvo integrada por algunos líderes de los partidos dinásticos, los republicanos, los nacionalistas, los comunistas, los anarquistas, determinados sectores del ejército y la casi totalidad de los intelectuales.
A los intelectuales y el mundo universitario, la dictadura pretendió controlarlos férreamente mediante la censura y limitando su libertad, llegando incluso a cerrar las universidades. El enfrentamiento de los intelectuales con la dictadura estuvo protagonizado por figuras como, Unamuno, Ortega y Gasset, Blasco Ibáñez y Menéndez Pidal en contra de la política cultural.
El conflicto político más persistente se produjo, sin embargo, con el republicanismo y los nacionalismos, especialmente el catalán. En Cataluña, las medidas tomadas por Primo de Rivera, como la liquidación de la Mancomunidad y la prohibición del uso público de la lengua catalana fueron recibidas como profundamente anticatalanas y provocaron un notable distanciamiento entre los sectores que habían acogido la dictadura con cierta simpatía.
La CNT se mostró contraria al régimen y fue intensamente perseguida. También el PSOE, cambió su posición hacia 1929, cuando rechazó los intentos continuistas del régimen y se pronunció a favor de la república.
7.5. La caída de Primo de Rivera
La creciente oposición a Primo de Rivera se intensificó cuando el rey y su camarilla se convencieron de que la dictadura era un peligro para la permanencia de la monarquía. El rey optó por retirar su confianza a Primo de Rivera, quién acabó dimitiendo el 30 de enero de 1930.
El general Belenguer fue el encargado de sustituirle, con la misión de celebrar unas elecciones que permitieran retornar a la normalidad constitucional. La oposición comenzó a organizarse y los republicanos, los catalanistas de izquierda y el PSOE, acordaron la firma conjunta del Pacto de San Sebastián para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que debería convertirse en el gobierno provisional de la futura República. Berenguer fue incapaz de preparar las elecciones, fue sustituido por un gobierno presidido por el almirante Aznar, que puso en marcha unos comicios en los tres niveles establecidos: municipales, provinciales y legislativos. El gobierno decidió convocar en primer lugar las elecciones municipales, al considerarlas las menos peligrosas para la monarquía, y las fijó para el 12 de abril de 1931. Se intentaba volver a la normalidad como si nada hubiera sucedido, pero Alfonso XIII se había comprometido excesivamente con la dictadura y la elecciones se presentaron como un plebiscito a favor o en contra de la monarquía.
TÉRMINOS
§Annual:
alrededor de 1921, en la zona oriental del protectorado de Marruecos, las
tribus rifeñas hostigaban al ejército español permanentemente. Se intentaron
varias operaciones con el fin de controlar a los rebeldes y para dirigir el
ejército de la zona se nombró al general Silvestre, relacionado con el rey
Alfonso XIII. El general inició una ofensiva hacia el interior del territorio
que acabó en desastre. El ejército fue derrotado en Annual, se perdió todo el
territorio ocupado y se produjeron unas 13000 bajas, incluida la de Silvestre.
En 1923, el anuncio de que sería discutido en el Parlamento el caso de Annual y
de que se pedirían responsabilidades que podrían implicar al propio monarca
movilizó a sectores del ejército y de la derecha, que desde hacía tiempo veían
como solución a la crisis una dictadura militar.
§Estado corporativo:
sistema económico formado por corporaciones que participan en la
política del Estado. Las corporaciones agruparían a obreros, patronos y
profesionales, por sectores de la producción, manejados por los grupos o clases
que dominan el Estado. Supuestamente, el Estado corporativo “armonizaría” los
intereses de patronos y obreros, suprimiendo la lucha de clases. Alcanzó su
auge en el periodo de Entreguerras dentro de los regímenes totalitarios,
especialmente en Italia. En España se intentó llevar a la práctica con M. Primo
de Rivera, siendo adoptado posteriormente por J.A. Primo de Rivera (Falange
Española) y durante el franquismo.
§José Canalejas:
político y abogado madrileño que perteneció al Partido Liberal de Sagasta. A
raíz del desastre del 98, Canalejas empezó sus ataques contra el líder y
fundador del partido, destacándose como cabeza de una corriente izquierdista
que defendía ideas democráticas y anticlericales. Formó un nuevo gobierno
liberal, y su programa proponía la modernización de la política e intentaba
atraer a ciertos sectores populares a partir de un mayor reformismo social y de
limitar el poder de la iglesia.
§Ley de cabildos:
ley instaurada en 1912 con la que se intentó poner fin a las disputas entre las
islas, ya que la administración de cada una de ellas quedaba en manos de sus
respectivos cabildos. Sin embargo, el enfrentamiento continuó, y en 1927
Canarias fue dividida en dos provincias: Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.
§Ley de Fugas:
Ley que permitía a la policía disparar contra los detenidos en caso de intento
de fuga. Ello originó la época conocida como el pistolerismo (1916-1923). Fue
puesta en práctica por el general Martínez Anido, gobernador civil de
Barcelona, al ejercer una dura represión contra los sindicalista.
§Pacto de San Sebastián:
El Pacto de San Sebastián fue la reunión promovida por la Alianza
Republicana que tuvo lugar en San Sebastián el 17 de agosto de 1930 a la que
asistieron representantes de todos los partidos republicanos, a excepción del
Partido Federal Español, y en la que se acordó la estrategia para poner fin a
la monarquía de Alfonso XIII y proclamar la Segunda República Española. En
octubre de 1930 se sumaron al Pacto, en Madrid, las dos organizaciones socialistas,
el PSOE y la UGT.
§Paz de París:
Firmada en diciembre de 1898, significó el compromiso de España a abandonar
Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser un protectorado
norteamericano. El ejército español regresó vencido y en condiciones lamentables,
mientras muchos españoles se preparaban para evacuar la isla y repatriar sus
intereses.
§Regeneracionismo:
regeneración política y movimiento ideológico que se inició en España en
1868, motivado principalmente por el sentimiento de decadencia y por la pérdida
de sus colonias, y que defendía la renovación de la vida política y social
española. Era el sentimiento de un grupo de intelectuales reunidos en la
Institución Libre de Enseñanza, y su mayor exponente fue Joaquín Costa.
§Semana Trágica:
Se
conoce con el nombre de Semana Trágica a los acontecimientos desarrollados en
Barcelona y otras ciudades de Cataluña, entre el 26 de julio y el 2 de agosto
de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue el decreto
del primer ministro Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones
españolas en Marruecos, en ese momento muy inestables, siendo la mayoría de
estos reservistas padres de familia de las clases obreras.
§Unión Patriótica:
partido gubernamental creado durante la dictadura de Primo de Rivera
para promover la adhesión al nuevo sistema. No tenía un partido ideológico
definido y su misión primordial era proporcional apoyo social a la dictadura y
seguir las directrices del poder. Sus afiliados procedían de las filas del catolicismo,
de los funcionarios de las administraciones y de los caciques rurales.