Etapas del Franquismo
La etapa totalitaria (1939-1950). En esta fase, caracterizada por el retroceso económico (la autarquía), la involución ideológica y la dureza de la represión a través de la imposición ideológica de clara tendencia fascista. Pasó de no ocultar su simpatía por las potencias del Eje (1939-45); hasta que tomó medidas para mejorar su imagen adaptándose a la coyuntura exterior (1950-59).
La fase tecnocrática (1959-1969). El régimen mantendrá su inmovilismo político con ayuda de la represión, apoyándose en los éxitos económicos y respaldos internacionales (EEUU- CEE). Los cambios sólo serán aparentes intentando mejorar su imagen y demostrar su talante aperturista con los gobiernos tecnócratas del Opus Dei, que se encargaron de normalizar la organización del Estado dándole una base jurídica e iniciando una reforma económica.
En los años 60, a través de la nueva Ley de Prensa de 1966, se acaba con la censura previa pero se abre un modelo de control sancionador (multas o cárcel). Se controla la libertad de reunión y expresión, consideradas peligrosas y atentatorias contra la seguridad del Estado. En este mismo año, publicada y sometida a referéndum, se aprobó la Ley Orgánica del Estado.
La fase de descomposición (1969-1975). El Régimen se debatía entre dos tendencias: «Aperturistas» (pequeñas reformas en un sentido democrático y parlamentario) y el «Búnker» (sectores inmovilistas, contrarios a cualquier cambio). Ultraderecha del régimen, militares, tradicionalistas o viejos falangistas. El primer síntoma de la desintegración fue el evidente deterioro físico del dictador que delegaba el poder en hombres de confianza a través de la Ley Orgánica del Estado a título de jefe de gobierno (Carrero Blanco y Carlos Arias Navarro). Don Juan Carlos de Borbón será nombrado como sucesor a la jefatura del Estado a título de Rey (1969) buscando asegurar la continuidad del Régimen. Otros signos fueron el distanciamiento de parte de la Iglesia y la capacidad de movilización de la oposición. Todo ello agravado por las acciones terroristas de ETA y el FRAP.
El contexto internacional: del aislamiento al reconocimiento internacional
Aislamiento (1940-48)
En los días finales a la guerra se había constituido la alianza del eje Berlín-Roma- Tokio a través del Tratado de Amistad Germano-Español), iniciándose en septiembre la Segunda Guerra Mundial. Los elementos falangistas, con Ramón Serrano Suñer en política exterior, marcaron al Régimen una línea filo-fascista. En octubre de 1940, Franco y Hitler se reunirán en la frontera de Hendaya, pero la discrepancia entre ellos hará que España no se involucre en la Segunda Guerra Mundial. La propaganda del Régimen lo presentará como un triunfo del Caudillo, manteniendo a España fuera de la guerra, aunque la relación con las potencias del eje se mantuvo. El ejemplo de ello fue el envío de la División Azul al frente ruso a partir de 1942, aunque suavizado por la propaganda franquista.
A partir de 1945 la posición de la dictadura se hizo más difícil. Tras la victoria aliada las potencias vencedoras criticaron su apoyo a Italia y Alemania durante la guerra. Los aliados se negaron a aceptar a España en la reciente Organización de las Naciones Unidas (ONU), declarándola como una amenaza potencial a la paz internacional. Comenzará así una etapa de aislamiento con el bloqueo económico y diplomático, condicionando la autarquía que pasó de una acción voluntaria a una necesidad. Sólo se romperá con la importación de petróleo estadounidense y los acuerdos comerciales con Argentina.
El cambio de coyuntura (1948-59)
A partir de 1948 el enfrentamiento entre Estados Unidos y la URSS, en el comienzo de la Guerra Fría, era definitivo y se ve necesario incorporar a España el sistema occidental, comenzándose a levantar las restricciones comerciales. En el interior el falangismo va perdiendo peso y aumenta la presencia de ministros católicos en el gobierno. Se firma nuevo concordato con la Santa Sede (1948) por el cual se reafirma la alianza de la Iglesia con el franquismo. Se acordaba la financiación estatal a la Iglesia española, se ratificaban los privilegios e inmunidades y amplió las competencias de la Iglesia en materia educativa.
La década de los 50 se puede determinar como la consolidación de la dictadura al romper su aislamiento internacional:
- En 1950 la ONU autorizó a España la entrada a organismos internacionales.
- El proceso fundamental de ruptura del aislamiento se centró en los acuerdos económicos militares con Estados Unidos. Desde 1952 llegarán regularmente las ayudas estadounidenses, que permitirán aumentar las importaciones de bienes necesarios para el desarrollo industrial.
- En 1953 el primer tratado hispano-norteamericano, por el cual se establecían cuatro bases militares, en teoría de uso compartido, pero en la práctica son estadounidenses (Torrejón de Ardoz, Zaragoza, Morón, Rota).
Pero será más importante que el acuerdo económico asegurará el capital necesario para el desarrollo de la década posterior y acabando paulatinamente con el aislamiento exterior de la mano de EEUU.