El Franquismo: Ideología, Apoyos y Evolución (1939-1975)
Fundamentos Ideológicos y Apoyos Sociales
El régimen franquista, que perduró casi cuatro décadas, experimentó profundos cambios tanto internos como externos. Los grupos que apoyaron la sublevación militar, si bien pertenecían a la derecha política, presentaban un amplio abanico ideológico. Todos repudiaban la República y sus principios: laicismo, libertades, democracia. Sus proyectos, sin embargo, eran dispares: la confesión católica del Estado, un poder nacionalista, fuerte y centralizado, y un orden social rígido basado en la familia y la propiedad privada.
Más que una ideología franquista, existía un fuerte espíritu de mando y una gran capacidad de adaptación a las circunstancias. Franco carecía de un proyecto político definido, pero su tradicionalismo le hacía rechazar cualquier forma derivada del liberalismo o la democracia.
- Monárquicos: No formaban un bloque unitario, sino dos grupos: carlistas o tradicionalistas, y los partidarios de la restauración borbónica en la figura de Don Juan de Borbón.
- Falangistas: Con un ideario próximo a los fascismos europeos, su crecimiento durante la guerra fue espectacular. La muerte de José Antonio Primo de Rivera y la posterior fusión con los tradicionalistas en el Movimiento Nacional, bajo el mando de Franco, les hizo perder identidad, aunque seguían aspirando a un régimen totalitario. Lograron gran influencia social a través de la radio y la prensa, pero Franco se distanció de ellos tras la Segunda Guerra Mundial.
- Católicos: Grupos como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), defensora de la enseñanza católica, y el Opus Dei, alcanzaron gran importancia, especialmente en el ámbito económico.
El franquismo contó con el apoyo de amplios sectores: medios rurales, oligarquía, ejército y clero. Su mentalidad tradicional defendía la familia, la propiedad privada y la religión. El clero, a cambio de su apoyo y la propagación del régimen, recibió ayudas estatales para el mantenimiento de la Iglesia.
Evolución Política y Coyuntura Exterior
Franco, aunque mantuvo conversaciones con Hitler y Mussolini, no pudo participar activamente en la Segunda Guerra Mundial del lado del Eje debido a la situación del país tras la Guerra Civil. A partir de 1943, comenzó a distanciarse del fascismo para acercarse a los aliados. Finalizada la guerra, el régimen sufrió el aislamiento internacional, con la resolución de la ONU de 1946 como máxima expresión. Solo Portugal y Argentina mantenían relaciones con España.
Con el inicio de la Guerra Fría, la situación cambió. Estados Unidos, líder en la lucha contra el comunismo, relegó a Franco a un segundo plano, a pesar de su valor estratégico, debido a su pasado fascista. 1953 marcó un punto de inflexión con la firma del Concordato con el Vaticano y el tratado con Estados Unidos para el establecimiento de bases militares en España a cambio de ayuda económica. En 1955, España ingresó en la ONU.
Del Aislamiento al Reconocimiento Internacional. El Exilio
La Familia Real, que inicialmente apoyó la sublevación, cambió de postura tras la Segunda Guerra Mundial. En 1943, Don Juan solicitó a Franco el restablecimiento de la monarquía, petición que fue rechazada. En 1945, publicó el Manifiesto de Lausana, pidiendo la dimisión de Franco y la restauración monárquica. La situación se modificó en 1948 con un encuentro personal entre ambos.
Buscando el apoyo de Occidente, el régimen se autodenominó «democracia orgánica», relegando a los falangistas y dando protagonismo a la ACNP. Se elaboraron las Leyes Fundamentales, que definían a España como una monarquía católica, social y representativa, con Franco como Jefe de Estado vitalicio y con la potestad de elegir a su sucesor.
Se estableció una organización sindical vertical y obligatoria, que integraba a empresarios, técnicos y obreros, con el objetivo de evitar conflictos laborales y promover la «armonía» entre los españoles.