El Frente Popular y el Estatuto Vasco: Auge y Caída en la España de 1936

El Frente Popular: Auge y Caída en la España de 1936

La Situación Política en 1935

A lo largo de 1935, los sucesivos gobiernos radical-cedistas acentuaban su política moderada. José Calvo Sotelo, que se había exiliado al proclamarse la República, regresó para hacerse cargo del monárquico Bloque Nacional, con un programa totalitario. Largo Caballero empujaba la UGT hacia posiciones cada vez más radicales, muy próximas a la de los comunistas. Mientras tanto, continuaban creciendo los fascismos en Europa. La política de Berlín fascinaba a los movimientos autoritarios de Europa, pero infundía temor a los demócratas. Por su parte, Mussolini confirmaba su ideario imperialista con la invasión de Abisinia.

Formación y Programa del Frente Popular

El comunismo internacional cambió de estrategia. A partir de ahora, la disyuntiva no estaría entre proletariado y burguesía, sino entre fascismo y democracia. Los frentes populares implicaban la alianza del proletariado con las clases medias, de los partidos socialistas y comunistas con los burgueses antifascistas frente al enemigo común.

Las Elecciones de Febrero de 1936

La teoría frentepopulista pronto pudo llevarse a la práctica en España, pues el desprestigio del gobierno, comprometido en sobornos, provocaría la convocatoria de elecciones para el día 16 de febrero de 1936 en su primera vuelta. Dejando de lado momentáneamente sus diferencias, la antigua conjunción republicano-socialista se preparó para la consulta con la firma de una alianza electoral o Frente Popular, en la que estarían representadas las izquierdas y gran parte de las fuerzas progresistas. Su programa incluía los siguientes puntos fundamentales:

  • Amnistía total para los insurrectos de 1934 y para todos los acusados de atentados político-sociales desde 1933.
  • Reposición en sus puestos de todos los trabajadores y empleados públicos despedidos por causas políticas y compensación plena de todas las pérdidas sufridas por ellos.
  • Reforma del Tribunal de Garantías Constitucionales para excluir la influencia conservadora; reforma del sistema judicial.
  • Restauración de la autoridad de todos los apartados de la Constitución Republicana; reforma de las Cortes, aprobación de la legislación orgánica que garantice el funcionamiento de los gobiernos provincial y municipal; reforma de la Ley de Orden Público con el objeto de obtener mayores garantías para los derechos individuales.
  • Continuación de la reforma agraria.
  • Protección de los pequeños productores y de los pequeños empresarios.
  • Sujeción del funcionamiento del Banco de España.
  • Restauración de toda la legislación social de 1931-1933.

Aunque la derecha consiguió formalizarse en muchas provincias, la experiencia de dos años de poder pasaba factura al centro-derecha, con discrepancias y divisiones semejantes a las sufridas por la izquierda antes de los últimos comicios.

Beneficiada ahora la izquierda por una ley electoral que estimulaba la formación de coaliciones, los candidatos del Frente Popular arrebataron al centro-derecha sus escaños y consiguieron con holgura la mayoría necesaria para gobernar.

La Conflictividad Social

Los resultados electorales, con sus consiguientes manifestaciones de triunfo, provocaron desde la misma noche de los comicios los primeros conatos de fuerza entre los perdedores. La vida política no conseguía recuperar su pulso, asfixiada por el radicalismo proletario y la degradación del orden público. La situación se complicó aún más cuando el Congreso decidió deponer a Alcalá Zamora de su cargo de presidente de la República y recurrió al artificio jurídico de declarar que la disolución de las anteriores Cortes, ordenada por él, no había sido necesaria, lo que comportaba su destitución inmediata. En mayo de 1936, Manuel Azaña fue promovido a la presidencia. La CNT desencadenó una huelga de la construcción en Madrid y ensayó un comunismo libertario de consumo. Asesinaron al teniente Castillo de la Guardia de Asalto; al día siguiente, cayó asesinado José Calvo Sotelo, líder de la derecha parlamentaria.

La Conspiración Contra el Gobierno del Frente Popular

Fue un error de la República destinar al general Mola a Pamplona en su deseo de alejar de Madrid a los militares sospechosos. También los generales Franco y Goded, en sus destinos de Canarias y Baleares respectivamente, habían maquinado a gusto hasta encontrar la ocasión. El 17 de julio de 1936, la guarnición de Melilla se sublevó y declaró el estado de guerra en Marruecos. Desde Canarias, Francisco Franco voló a Tetuán para ponerse al mando del combativo ejército africano, mientras el levantamiento se ponía en marcha en la Península ante el desconcierto del gobierno de Casares Quiroga. El enfrentamiento entre las fuerzas sublevadas y las leales al gobierno se convirtió en una guerra civil en la que el general Franco adquirió pronto un protagonismo decisivo.

El Estatuto Vasco: Un Anhelo de Autonomía

El Contexto del Nacionalismo Vasco

El nacimiento del régimen republicano daba la oportunidad de cambiar el marco político español. La autonomía era un poder independiente y otorgado por el Estado, pero con libertad de acción en determinadas áreas que quedaban delimitadas por el estatuto. El estatuto uniformaba todo el territorio por igual. Al término de la Primera Guerra Mundial, el fervor autonomista aumentó en el País Vasco. En 1918, el gobierno liberal de Romanones creó una comisión para reconocer un estado al País Vasco y repartir competencias entre el Estado y la región. La proclamación de la Segunda República dejó entrever enseguida que era la gran oportunidad de que se hiciera realidad la autonomía vasca. Los nacionalistas se habían excluido de la conspiración republicana reunida en el Pacto de San Sebastián, y los carlistas eran contrarios al régimen instaurado. El movimiento autonomista se puso en marcha el mismo 14 de abril de 1931. Sin embargo, José Antonio Aguirre, alcalde nacionalista de Getxo, encabezó un movimiento de ayuntamientos en pro de la autonomía que culminó en la reunión de Estella el 14 de junio de 1931. Se aprobó un proyecto de estatuto cuya redacción se había encargado a la Sociedad de Estudios Vascos. El artículo más conflictivo del Estatuto de Estella era que el poder autonómico se reservaba la facultad de negociar concordatos con la Santa Sede.

El Fracaso del Estatuto de Estella y el Nuevo Proyecto

El Estatuto de Estella fue aprobado por 427 alcaldes de un total de 548, gracias al apoyo de nacionalistas, carlistas y católicos independientes. Sin embargo, el proyecto quedó en suspenso al ser el texto estatutario declarado anticonstitucional por reservarse una facultad del ejecutivo nacional, como era la negociación con el Vaticano, que iba contra el espíritu de la Constitución de 1931. Se encargó la elaboración de un nuevo proyecto de estatuto a las comisiones gestoras. El Gobierno se aseguraba de que el futuro estatuto se haría conforme al espíritu laico y republicano de la Constitución. El nuevo estatuto recortaba las facultades autonómicas vascas; sin embargo, era más democrático. El 19 de junio de 1932, en la asamblea de alcaldes reunida en Pamplona, la mayor parte de ellos aceptaron el estatuto por la conjunción de la izquierda republicana y los nacionalistas. No obstante, Navarra rechazó el proyecto. El 6 de febrero de 1933, los ayuntamientos vascos aceptaban el nuevo proyecto, que excluía a Navarra del estatuto. En Vizcaya y Guipúzcoa, el proyecto fue aprobado por una gran mayoría; sin embargo, en Álava solo votó a favor un 47% de la población. En las elecciones de 1933, el nacionalismo consiguió una representación numerosa en el Parlamento. En las elecciones de 1936, el Frente Popular incluyó la reivindicación del estatuto en el programa electoral de su rama vasca. El triunfo del Frente Popular significó la activación del estatuto en las Cortes. El estallido de la Guerra Civil no paralizó el proceso estatutario, siendo finalmente aprobado el 1 de octubre de 1936 por unas Cortes reducidas a unos pocos diputados progubernamentales. El estatuto estuvo en vigor durante nueve meses y solo fue efectivo en Vizcaya, hasta su conquista por las fuerzas navarras en junio de 1937.

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