El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos
Las Sucesiones y el Ascenso de Carlos V
El problema de la sucesión de los Reyes Católicos se presenta con la muerte de Isabel en 1504. Su hija Juana, que se supone presentaba indicios de locura, hereda la Corona de Castilla. La propia reina dejó escrito que si su hija no podía gobernar, reinara su marido Fernando hasta que el hijo de Juana, Carlos, creciera. Sin embargo, Felipe el Hermoso, marido de Juana, reclamó el trono, y Fernando el Católico se marchó a gobernar a Aragón, casándose con otra mujer, una princesa francesa, por intereses políticos. Tras la muerte de Felipe el Hermoso,
Juana pasa a la historia como Juana la Loca, aunque posiblemente se tratara de una depresión. Fernando asume el gobierno hasta su muerte en 1516.
A la muerte de Fernando, Carlos hereda un vasto imperio: de Fernando, Aragón e Italia; de Juana, Castilla y América; y de su padre Felipe, los Países Bajos (donde nació) y territorios en Alemania, obteniendo así el derecho a reclamar el título de emperador de Alemania, que no le aportaba ningún poder real, pero sí un gran prestigio.
El Descontento en Castilla y la Política Exterior de Carlos V
Carlos llegó a España sin hablar castellano, ya que se había criado en Flandes. Llegó rodeado de una corte flamenca a la que otorgó cargos en Castilla, lo que generó un gran descontento entre la población española. Además, entregó el importantísimo título de Obispo de Toledo a Adriano de Utrecht y el poder de las Órdenes de Calatrava a los Fugger a cambio de apoyo financiero. Su llegada produjo un gran malestar en el reino: no hablaba castellano, otorgaba poderes a extranjeros y gastaba dinero español para la elección de Emperador de Alemania. Las cortes le exigieron que no les pidiera dinero para el extranjero, que viviera en España y que nombrara consejeros españoles.
Carlos V fue coronado emperador de Alemania y su objetivo era poner a Europa bajo una misma religión. Logró la hegemonía sobre Italia, controlando Nápoles, el ducado de Milán (tras derrotar al rey de Francia, Francisco I), Génova y el Vaticano tras la Batalla de Pavía.
Buscó fortalecer el título de Emperador de Alemania, utilizando los recursos de España y América. Sin embargo, no lo consiguió debido a la oposición de los principados alemanes, lo que provocó guerras continuas en Alemania hasta el final de su reinado. Estas guerras se complicaron aún más por la Reforma Protestante. Los principados protestantes, al no reconocer al Papa, se negaron a obedecer al emperador, coronado por el Papa. Carlos V no logró imponerse, aunque mantuvo un constante enfrentamiento con Francia, que se veía cada vez más amenazada por la expansión de los territorios españoles. Otro frente de conflicto para Carlos V fue el Imperio Otomano, que se extendía desde la península de Anatolia hasta Viena, y representaba una amenaza constante en el Mediterráneo.
El resultado de todo esto fue una situación de guerras continuas y un Estado muy difícil de gobernar. En 1556, cansado de las guerras, Carlos V abdicó en su hijo Felipe II, produciéndose una división de territorios: a Felipe II le dejó Italia, Países Bajos, Castilla y Aragón (incluyendo América) y a su hermano Fernando, los dominios de Austria y la posibilidad de aspirar al título de Emperador de Alemania.
Las Comunidades
En 1520, antes de que Carlos V partiera hacia Alemania, estalló la rebelión de las comunidades (comuneros), que tuvo especial importancia en Segovia, Toledo y Salamanca. Los comuneros representaban una revolución contra el absolutismo y reivindicaban lo dicho en las cortes: que el rey no gastara el dinero en el extranjero. Fue una rebelión de las ciudades de Castilla (meseta norte, valle del Tajo, Segovia y Toledo). Las ciudades andaluzas no participaron, manteniéndose fieles al rey. Burgos se opuso a la rebelión, ya que su economía dependía de la exportación de los productos textiles de Flandes.
Los comuneros se reunieron en Ávila, pero fueron derrotados por el ejército del rey en la Batalla de Villalar (Valladolid) en 1521. Sus líderes, Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ejecutados. La rebelión se mantuvo un año más en Toledo, liderada por la esposa de Padilla. Los comuneros buscaban que Juana fuera reina, lo que podría haber provocado la caída del rey, pero ella nunca tuvo intención de reinar. Tras la derrota de las comunidades, el absolutismo del rey se consolidó.
Las Germanías
Las Germanías fueron rebeliones que tuvieron lugar en Valencia y Mallorca. En Valencia, se trató de una revuelta social de los artesanos que buscaban participar en la vida política. También era un movimiento antiseñorial contra los impuestos feudales y contra los moriscos. Los rebeldes obligaron a los moriscos a bautizarse, lo que fue aceptado por la Iglesia. Sin embargo, esta rebelión no tenía bases sólidas y fue sofocada fácilmente.