El Imperio Español bajo los Austrias Mayores: Auge y Desafíos (Siglos XVI-XVII)

Los Austrias Mayores: Auge y Desafíos del Imperio Español

Durante los siglos XVI y XVII, la dinastía de los Austrias se mantuvo en el trono español. España formó un amplísimo imperio y se convirtió en la primera potencia del mundo, pero también afrontó largas guerras que arruinaron la Hacienda y precipitaron su decadencia.

Carlos I (1516-1556): Unificación y Conflictos

En 1516, Carlos I (hijo de Felipe I el Hermoso y Juana la Loca) fue proclamado rey de Castilla y, un año después, llegó a España procedente de los Países Bajos. Heredó importantes territorios de los Reyes Católicos, sus abuelos, como Castilla, Aragón y Navarra, además de los territorios que estos reinos poseían en Italia, el norte de África y América.

Su reinado se caracterizó por una política integradora con dos objetivos principales: el mantenimiento de la unidad religiosa en torno al catolicismo y la idea de una monarquía universal.

En 1519, tras la muerte de su abuelo Maximiliano, fue coronado como Carlos V de Alemania. Durante su estancia en Alemania, surgieron dos graves acontecimientos en España:

  • La Revuelta de los Comuneros (1520), provocada por las fricciones del monarca con las Cortes y el malestar por el aumento de la presión fiscal.
  • La Revuelta de las Germanías (1519-1522), que fue una pugna entre la burguesía y la nobleza por el control de las ciudades de realengo.

Ambos conflictos reforzaron la monarquía: el rey se dio cuenta de la importancia de los territorios hispanos y decidió gobernar apoyándose en numerosos consejeros españoles.

Política Exterior de Carlos I

En cuanto a la política exterior, se mantuvieron diversos enfrentamientos con Francia por los territorios italianos, marcados por la batalla de Pavía (1525), que acabó con el rey francés Francisco I secuestrado. La victoria definitiva no llegó hasta la Paz de Cateau-Cambrésis (1559), durante el reinado de Felipe II. Carlos I no solucionó el problema de los turcos, a pesar de haber conquistado Túnez en 1535. Por último, la expansión del protestantismo, que representó la ruptura de la Iglesia católica, acabó con la idea de unidad religiosa en el continente. Este acontecimiento también se reflejó en la victoria en la batalla de Mühlberg (1547) ante la Liga de Esmalcalda, y el conflicto acabó con la Paz de Augsburgo (1555).

Tras este fracaso, Carlos I decidió renunciar a la corona y abdicó en su hijo Felipe II, dividiendo sus posesiones entre este y su hermano Fernando. Felipe se quedó con el núcleo central de su imperio: la Monarquía Hispánica, los territorios borgoñones de los Países Bajos y el centro de Europa.

Felipe II (1556-1598): Defensa del Catolicismo y Hegemonía

Felipe II comenzó su reinado en 1556. Sus grandes objetivos fueron la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía dinástica en Europa.

Gobernó desde España, donde en 1561 instaló una capital administrativa, Madrid, que se convirtió en el centro de decisiones de la monarquía. Para gobernar su enorme imperio, se valió de una compleja administración y de un poderoso ejército permanente.

Política Interior de Felipe II

En cuanto a la política interior, tuvo que hacer frente a varias rebeliones internas importantes, como:

  • La Rebelión morisca de las Alpujarras (1569), en la que los moriscos se levantaron contra el trato discriminatorio que recibían.
  • Las llamadas Alteraciones de Aragón (1591), a lo que se le añade el bandolerismo activo en esta región.

Durante su reinado, se agravaron los problemas que la Hacienda arrastraba a causa de la costosa política exterior. En 1557 se declaró la primera bancarrota y se transformó la deuda en títulos: los juros.

Política Exterior de Felipe II

El conflicto más grave fue la rebelión de Flandes, que fue solucionada enviando un potente ejército al mando del duque de Alba, que sometió duramente a los sublevados. Sin embargo, más tarde, los territorios rebeldes independientes se unieron llamándose las Provincias Unidas, que se convirtieron en una gran potencia y uno de los grandes rivales de España. A esto se le suma el empeoramiento de las relaciones con Inglaterra, que en más de una ocasión lanzó ataques corsarios contra los barcos españoles. Para solucionarlo, la monarquía hispana organizó una gran flota, la llamada Armada Invencible, con el objetivo de conquistar Inglaterra, pero la expedición acabó fracasando y no se logró solucionar el problema de Flandes. Por último, en 1570, el papado y Felipe II se aliaron con la llamada Liga Santa para frenar la expansión de los turcos, los cuales fueron derrotados en la batalla naval de Lepanto (1571).

El elemento más positivo de su reinado tal vez sea la unión con Portugal en 1580, de manera que se conformaría el mayor imperio territorial y marítimo que había existido hasta entonces.

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