El Imperio Español: Reinados de Carlos I y Felipe II

El Reinado de Carlos I (1516-1556)

La Herencia

Al morir Isabel I en 1504, su hija Juana fue proclamada reina de Castilla, mientras que Fernando el Católico continuó gobernando en Aragón. Felipe el Hermoso, marido de Juana, murió, y esta quedó inhabilitada por enfermedades mentales, por lo que Fernando, su padre, asumió la regencia de Castilla hasta su muerte en 1516. Entonces, dejó como regente de Aragón al arzobispo de Zaragoza, y como regente de Castilla al arzobispo Cisneros, hasta que les sustituyera el nieto de Fernando, Carlos I (hijo de Felipe y Juana), que tras ser proclamado rey en Bruselas llegó a España en 1517. Su herencia fue inmensa:

  • Por parte de su abuela paterna, María de Borgoña, heredó el ducado de Borgoña, en los Países Bajos, el Franco Condado y Luxemburgo.
  • Por parte de su abuelo paterno, Maximiliano I, los estados de Austria y el título de Emperador desde 1520.
  • Por parte de su abuela materna, Isabel la Católica, la corona de Castilla con los territorios conquistados en América y el norte de África.
  • Por parte de su abuelo materno, Fernando el Católico, la corona de Aragón con los dominios en el Mediterráneo (Nápoles, Sicilia y Cerdeña).

Carlos I llegó a España muy joven, rodeado de una corte de amigos, consejeros y eclesiásticos de Flandes, entre los que destaca Adriano de Utrecht, que no conocían el país ni hablaban el idioma, por lo que no eran bien recibidos.

Tras llegar a España, Carlos convocó las Cortes de Castilla, Aragón y Cataluña, en las que fue reconocido rey. Intentó atraer a los descontentos y, sobre todo, conseguir fondos para sus empresas europeas. Tras la muerte de su abuelo Maximiliano, fue proclamado emperador en 1520, recibiendo el nombre de Carlos V de Alemania. Entonces partió hacia el territorio alemán y prestó más atención a su función como emperador que como monarca español.

Política Interior

Los conflictos entre la monarquía y los grupos políticos y sociales se manifestaron desde el comienzo del reinado de Carlos I, destacando principalmente dos de ellos:

  • Las Comunidades (1520-1522): Surgieron en Castilla, donde las Cortes reclamaron a Carlos I más atención a los asuntos del reino, pues este solo convocó las Cortes para pedir dinero para su coronación como emperador. Por ello, algunas ciudades como Toledo, Ávila o Burgos se sublevaron contra la monarquía y ofrecieron la corona a la madre de Carlos, la reina Juana. Con su ayuda, el regente Adriano de Utrecht, en ausencia del rey Carlos, reunió un ejército que derrotó a los comuneros y sus principales dirigentes (Padilla, Bravo, Maldonado) fueron ajusticiados.

  • Las Germanías: Estallaron paralelamente y afectaron a casi todos los territorios de la corona de Aragón, y esencialmente a Valencia, donde en 1519 los agermanados se hicieron con el control de la ciudad aprovechando la huida de las autoridades por temor a la peste y a los ataques turcos. Tenían como objetivo la democratización de los cargos municipales, una mejora de los arrendamientos campesinos y la protección ofrecida por el monarca ante los abusos de los poderosos. Carlos I se alió con la nobleza y los agermanados fueron derrotados en 1521. Destacan entre los principales agermanados Joan Llorenç y Guillem Sorolla.

Hay que destacar el hecho de que Carlos I fue centrando poco a poco su gobierno en Castilla y el castellano se convirtió en una lengua cada vez más importante, es decir, el imperio tendía a la castellanización.

Política Exterior

Carlos I estuvo al mando de un inmenso imperio que intentó mantener unido y con una misma religión: la católica. Sin embargo, surgían conflictos que dificultaban esa unidad y a los que Carlos intentó poner fin. Son los siguientes:

  • Lucha contra los protestantes: Martín Lutero lideró la Reforma Protestante criticando algunas prácticas de la Iglesia. Para hacer frente al problema se obligó a Lutero a retractarse en la Dieta de Worms (1521), pero este se negó. Carlos I, como defensor de la Iglesia, debía combatir el protestantismo, preservando la unidad religiosa y defendiendo la autoridad del Papa. Se formó la Liga de Esmalcalda. El monarca derrotó a los príncipes protestantes en la batalla de Mühlberg (1547), pero no acabó con el problema.

  • La guerra contra los turcos: Los otomanos aspiraban a expandirse por el centro de Europa y el Mediterráneo occidental. Carlos I lanzó con éxito un ataque contra Túnez (1535), pero fracasó en la conquista de Argel (1541). Durante el reinado de Felipe II, que coincidió con el máximo esplendor turco bajo Solimán el Magnífico, los otomanos amenazaron todo el Mediterráneo al apoderarse de Chipre y Túnez. Ante ello, se unieron la monarquía hispánica, Venecia y el Papado y armaron una gran escuadra.

  • Enfrentamientos con Francia: Carlos I se enfrentó a Francisco I de Francia por el dominio de los reinos y ducados de Italia (Milanesado) y los territorios de Flandes y Borgoña. En la primera fase, Carlos I venció en la batalla de Pavía (1525). Finalmente, en 1529 la madre de Francisco y la tía de Carlos firmaron la Paz de las Damas, en la que Carlos I renunció al territorio de Borgoña y Francisco al de Milán. En 1552, Carlos fue derrotado por los franceses en la batalla de Metz, lo que, unido a la entrada de los protestantes, llevó a Carlos a abdicar.

A los 56 años, con graves problemas de salud, el monarca abdicó cediendo gran parte de los territorios heredados y algunas nuevas conquistas a su hijo Felipe II. Los dominios del archiducado de Austria y el título de emperador fueron cedidos a su hermano.

El Reinado de Felipe II (1556-1598)

La figura de Felipe II siempre ha estado asociada a la leyenda negra debido a dos causas: factores personales (era un personaje introvertido, pero más brillante que su padre). Aparte de esto, la España de Felipe II es la España de la Contrarreforma, la economía empezaba a mostrar signos de crisis, en una sociedad que despreciaba el trabajo y se obsesionaba por la limpieza de sangre.

La Leyenda Negra

Felipe II fue monarca de un gran imperio y titular de una corona que era la primera potencia en Europa. Fue un monarca que se dedicaba a las cuestiones de su reino, resolvía los asuntos con el auxilio de sus secretarios, y consolidó y reestructuró las instituciones de gobierno para ponerlos al servicio del poder real. Fijó una sede permanente para la corte, estableciendo la capitalidad en Madrid en 1561. Acabó retirándose al Monasterio de El Escorial, desde donde ejerció el gobierno hasta su muerte. Felipe II podría haberse centrado en los intereses de la monarquía hispánica y en su predominio en Europa, pero como monarca católico mantuvo el ideal de defensa del catolicismo.

Política Interior

La monarquía de Felipe II se convirtió en la más firme defensora del catolicismo y de los dogmas establecidos por el Papado frente al desacuerdo protestante. Para defender la ortodoxia católica e impedir la expansión de las nuevas ideas, se promulgó una ley que declaraba estos principios obligatorios en el territorio peninsular.

Los moriscos, dirigidos por Abén Humeya, protagonizaron una insurrección en 1568 por las Alpujarras, aunque no consiguieron tomar Granada. La revuelta fue sofocada casi dos años después por Juan de Austria, hijo natural de Carlos I.

Felipe II acusó de herejía a Antonio Pérez ante la Inquisición, pero el Justicia, apoyado por las autoridades de Zaragoza, se negó a entregarlo. Felipe II envió un ejército que puso fin a la sublevación y ajustició a Lanuza en 1591.

Esto puso de manifiesto el conflicto entre la voluntad de los territorios de la corona de Aragón de mantener sus leyes e instituciones, y los deseos de la monarquía de aumentar su poder, imponer una mayor centralización y someter las instituciones tradicionales al poder real.

Política Exterior

  • Durante el reinado de Felipe II, los conflictos con Francia continuaron hasta la victoria de los tercios españoles en San Quintín (1557) y la firma de la Paz de Cateau-Cambrésis (1559). En las guerras de religión que se produjeron en Francia, Felipe II apoyó a los católicos frente a los hugonotes, ante las pretensiones al trono de Enrique de Borbón. En 1593, Enrique se convirtió al catolicismo, subió al trono como Enrique IV, y España y Francia firmaron la Paz de Vervins (1598).

  • Durante el reinado de Felipe II, los otomanos amenazaron el Mediterráneo al apoderarse de Chipre y Túnez. El enfrentamiento sucedió en el golfo de Lepanto (1571), victoria de los cristianos, que alejó el problema turco del Mediterráneo occidental durante años.

  • La guerra en los Países Bajos fue el mayor problema de Felipe II. La primera rebelión se produjo en Flandes (1566) y contó con el apoyo de Francia e Inglaterra, ya que querían dominar el poder de la corona española. Para combatirlos, Felipe II envió a los tercios con sus mejores generales al frente: el Duque de Alba, Juan de Austria, etc.

    Finalmente, el sur de los Países Bajos aceptó la obediencia a Felipe II, pero el norte continuó la lucha por la independencia. Felipe II acabó designando a su hija Isabel Clara Eugenia gobernadora con derecho a sucesión, pero al no tener esta descendencia, los Países Bajos revirtieron a la corona española en el siglo XVII y se reabrió el conflicto.

  • Inglaterra había sido aliada de la corona española frente a Francia. El primer matrimonio de Felipe II fue con María Tudor (hija de Enrique VIII), reina de Inglaterra y católica. Al morir, pasó su trono a su hermanastra, la reina Isabel I (1558), la cual apoyó a los protestantes de Flandes. Esta quería competir por el dominio del Atlántico y el control americano, protegió a los corsarios que atacaban los barcos españoles. Esto resultó un desastre y la Armada Invencible regresó vencida y diezmada (1588).

El Modelo Político de los Austrias

La monarquía de los Austrias nunca fue un estado unitario. La corona era el punto de unión de los diversos reinos, los cuales seguían conservando sus leyes, instituciones, usos y costumbres civiles. En este proceso hubo grandes diferencias entre la corona de Castilla y la de Aragón. En Castilla, el peso y el poder del monarca fue mayor que en Aragón, aunque en esta hubo más resistencia para mantener fueros, privilegios y exenciones.

El gobierno del imperio fue muy complejo: su base se asentó en las reformas introducidas por los Reyes Católicos, pero fue evolucionando conforme a las necesidades de manejar el imperio. Junto al monarca estaban sus secretarios y ayudantes más directos, quienes trataban las decisiones cuando el rey no lo hacía. Se reforzaron los Consejos para auxiliar al monarca en su tarea de gobierno. Había diferentes tipos de Consejos, algunos eran territoriales como Aragón, Italia, Flandes y el de Castilla, el cual tuvo un papel fundamental y acabó siendo la base del Estado. En la época de Carlos I se estableció el Consejo de Indias para ocuparse de los asuntos de los territorios de América y el Consejo de Italia.

Existían otros Consejos: el de Hacienda, el de Órdenes Militares y el de Guerra. Se creó el Consejo del Estado en el momento culminante de la monarquía. Por otro lado, como tribunal supremo de justicia funcionaría el Consejo de la Cámara de Castilla, nacido en el Consejo Real de Castilla. La nobleza y el clero dejaron de asistir a las Cortes, ya que no estaban obligados a pagar tributos. De esta manera, las Cortes quedaron recluidas a los representantes de las ciudades. El Consejo de Ciento en Barcelona y Valencia y el de Generalidad conservaron su vigencia. Navarra conservaba la institución de la Cámara de Cortes; las provincias de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y la corona de Aragón conservaron sus fueros.

El gobierno municipal siguió en los concejos, compuestos por alcaldes, concejales y otros cargos, además de los corregidores. Los gobiernos municipales fueron desempeñados por las propias oligarquías de las ciudades, que procuraron mantenerlos bajo su control. La justicia estaba formada por Audiencias y el Tribunal de la Inquisición. El virrey era el poder supremo fuera de Castilla, este era el representante del monarca y reunía poder civil, militar y judicial. Los virreinatos se extendieron por Europa y América, aunque hubo diversos cambios. En Flandes hubo gobernadores militares, no virreyes.

El poder real se completaba con el ejército (dependía del rey y de los nobles), el cual procedía de los distintos territorios y así estaba compuesto de soldados castellanos, alemanes, suizos, etc. Ellos integraban los tercios de infantería. El ejército se componía por lo común de mercenarios, aunque practicaban levas forzosas.

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