El Liberalismo en España durante el Siglo XIX

De la Monarquía Absoluta al Liberalismo

En la España del siglo XIX se produjo la transición del sistema político absolutista al liberal. Este proceso, lleno de dificultades, avances y retrocesos, se vio agudizado por la división interna de los liberales en moderados, progresistas y demócratas. Sin embargo, esto no impidió que el liberalismo se impusiera de forma permanente. Fernando VII (1814-1833) representó el absolutismo, mientras que el liberalismo estuvo ligado al reinado de Isabel II (1833-1868). Figuras militares como Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano y Prim lideraron los principales partidos liberales.

El Reinado de Fernando VII (1814-1833): La Resistencia al Liberalismo

Con el regreso de Fernando VII, se suprimió la obra de las Cortes de Cádiz, como se evidencia en el Manifiesto de los Persas (1814), donde un grupo de diputados pedía la vuelta a las antiguas leyes. Su reinado fue un escenario de enfrentamiento entre absolutistas y liberales. Estos últimos, organizados en el exilio y en sociedades secretas, intentaron tomar el poder mediante pronunciamientos, la mayoría fracasados. Solo el éxito de la sublevación de Riego en 1820 permitió a los liberales implementar sus ideas durante el Trienio Liberal (1820-1823), período en el que se agruparon en dos sectores: moderados y progresistas.

Declive del Absolutismo

El absolutismo, sistema propio del Antiguo Régimen, estaba en descomposición tras el impacto de las revoluciones burguesas. El ejemplo de las revoluciones americana y francesa, difundidas también por los ejércitos napoleónicos, se extendió ampliamente. La monarquía absoluta se caracterizaba por la concentración de poderes en el monarca, quien residía la soberanía. El rey gobernaba personalmente o a través de un valido, como en el caso de Carlos IV y Godoy, ayudado por secretarios y algunos Consejos (como el Consejo de Castilla). Las Cortes perdieron su función y solo se convocaban para jurar al heredero. Este sistema coexistía con instituciones medievales, como los señoríos jurisdiccionales. Además, el absolutismo se asentaba sobre una sociedad estamental con diferentes regímenes legales para cada estamento, ejemplo de desigualdad ante la ley.

El Liberalismo durante la Guerra de la Independencia y el Reinado de Isabel II

La Constitución de Cádiz (1812)

Durante la Guerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz (1810-1812) redactaron la primera constitución española. La Constitución de Cádiz estableció las bases del liberalismo español: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino, declaración de derechos, ayuntamientos electivos y formación de la Milicia Nacional.

El Reinado de Isabel II (1833-1868): El Asentamiento del Liberalismo Moderado

Durante el reinado de Isabel II se estableció definitivamente el régimen liberal moderado, con su máxima expresión en la Constitución de 1845. El moderantismo, de corte doctrinario, se caracterizaba por un fuerte poder real: soberanía compartida (Cortes + Rey), división de poderes imperfecta (el rey con amplias atribuciones legislativas), sufragio restringido y libertades individuales limitadas (especialmente la de expresión y prensa). La confesionalidad del Estado completaba el carácter del régimen moderado. Los gobiernos moderados se extendieron desde 1843 hasta 1853, seguidos del Bienio Progresista (1854-1856) y la Unión Liberal durante la última etapa isabelina (1856-1868).

El Surgimiento del Partido Demócrata

A partir de 1848 surgió un nuevo grupo dentro del liberalismo: los demócratas, una escisión de los progresistas. Su principal reivindicación era el sufragio universal masculino.

Principios del Liberalismo

El liberalismo, basado en el pensamiento de John Locke, Montesquieu y Rousseau, defendía los derechos del hombre: libertad (personal, de conciencia, de expresión, de prensa, de domicilio…), igualdad ante la ley y propiedad. La soberanía, un concepto fundamental, pasaba de residir en el rey a la Nación (el conjunto de los ciudadanos). El sistema se basaba en la división de poderes: legislativo (Cortes), ejecutivo (Rey y ministros) y judicial (jueces independientes). El sufraxio permitía a los ciudadanos elegir a sus representantes. El sistema liberal se recogía en la Constitución, texto legal máximo.

La Crisis del Reinado de Isabel II y el Sexenio Democrático

La crisis política, económica y social del final del reinado de Isabel II llevó a progresistas, demócratas y la Unión Liberal a firmar el Pacto de Ostende (1866), donde acordaron poner fin a la monarquía isabelina y su régimen moderado. Estos serían los protagonistas de la Revolución Gloriosa de 1868, que provocó el exilio de Isabel II e inició el Sexenio Democrático, donde se implementaron los ideales democráticos recogidos en la Constitución de 1869.

Conclusión

A pesar del absolutismo de Fernando VII, el siglo XIX vio la implantación del liberalismo en España. El liberalismo isabelino, de carácter conservador, estuvo dominado por los moderados, lo que obligó a otras formaciones a recurrir a pronunciamientos. La crisis económica, la corrupción y el desprestigio de la reina contribuyeron al éxito de la Revolución de 1868, que dio paso al Sexenio Democrático.

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