Origen y Principios
El liberalismo nace de los principios filosóficos surgidos en la Ilustración, de los políticos procedentes de las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa, de los económicos postulados por Adam Smith y del afán de la burguesía por acabar con el Antiguo Régimen.
Aspectos Políticos:
- La Constitución se convierte en el código que regula el funcionamiento del Estado.
- La monarquía está supeditada a la Constitución o se defiende el modelo de Estado Republicano, frente a la monarquía absoluta propia del Antiguo Régimen.
- La jurisdicción sobre tierras y gentes será competencia del Estado y se elimina el sistema señorial. Ya no hay vasallos, sino ciudadanos.
- Se proclaman los derechos del individuo y la soberanía nacional, frente al sometimiento vasallático y la soberanía real.
- Se establece la división de poderes donde el poder legislativo recae sobre un parlamento.
- Se defiende el sufragio universal masculino.
- Aboga por un Estado unitario y centralizado, frente al foralismo.
La Constitución de Cádiz formula la nación como el conjunto de todos los españoles, iguales en derecho y sobre los que reside la soberanía sobre el Estado.
Aspectos Sociales:
- Se establece una sociedad de clases, basada en la igualdad jurídica de todos los ciudadanos frente al sistema estamental, que defendía los privilegios de la nobleza y el clero.
Aspectos Económicos:
- La propiedad libre y plena frente a los bienes vinculados y pertenecientes a instituciones o comunales.
- La libertad de comercio e industria y la libertad de contratación de los trabajadores, frente al control estatal o gremial.
- La fiscalidad común frente a las aduanas interiores y la fiscalidad foral.
Ideológicamente no se rechaza la religión, pero se respeta la libertad de credo, se defiende la preeminencia del pensamiento científico, se lucha contra el control ideológico que ejerce la Iglesia sobre la población y se desamortizan sus bienes. Hay una clara tendencia hacia el anticlericalismo a causa de la identificación de la Iglesia con los intereses de los sectores más conservadores.
Corrientes Liberales en la Primera Mitad del Siglo XIX
Entre los liberales se pueden señalar dos posiciones a lo largo de la primera mitad del siglo XIX:
- Los partidarios de un sistema puramente liberal.
- Los que optan por un liberalismo más tibio.
Ejemplos de estas diferencias:
- Durante las Cortes de Cádiz se diferencian entre liberales y reformistas ilustrados.
- En el Trienio Liberal entre Radicales (exaltados) y Doceañistas (moderados).
- Durante el reinado de Isabel II entre Progresistas y Moderados.
Los Progresistas:
Representan el ideario más puro del liberalismo. Defienden la soberanía nacional, el poder de las Cortes frente a la Corona, el acceso progresivo al sufragio universal, la libertad de expresión, la Milicia Nacional, el anticlericalismo, el libre mercado y la desamortización de la tierra. Tienen sus apoyos entre la pequeña burguesía y algún sector de la alta burguesía industrial. Serán breves los periodos en los que acceden al poder, aunque provocarán cambios intensos que llevan al triunfo del liberalismo.
Los Moderados:
Toman su ideología del doctrinarismo político francés, que considera que la soberanía debe recaer en quienes poseen la propiedad económica del país. Allí está la alta burguesía latifundista, la aristocracia y aquellos sectores del absolutismo que necesitan adaptarse al nuevo modelo liberal imperante en Europa. Defienden una soberanía compartida entre el Rey y unas Cortes elegidas por sufragio censitario restringido, el poder de la Corona, el autoritarismo del gobierno, la restricción a las libertades individuales, el nombramiento de los poderes locales, la catolicidad del Estado y el proteccionismo económico. Tras el triunfo definitivo de la revolución liberal en 1839, accederán al poder ocupando casi todo el reinado de Isabel II y consolidando un modelo de estado liberal al servicio de una oligarquía agraria y de la Corona.
Reacción Conservadora
Frente al liberalismo se desarrolla una reacción por parte de aquellos sectores más conservadores que se ven amenazados por las transformaciones revolucionarias. La primera oposición a la revolución parte desde la misma monarquía tras el regreso a España de Fernando VII. Sintiéndose respaldado internacionalmente gracias al antiliberal Congreso de Viena (1815), no duda en dar un autogolpe que acabe y reprima toda la obra de las Cortes de Cádiz, persiga a liberales y afrancesados, y reinstaure el Antiguo Régimen.
Durante el breve paréntesis del Trienio Liberal (1820-1823), logrado gracias al pronunciamiento de Riego, los absolutistas comienzan su estrategia de creación de milicias rebeldes y enfrentadas al gobierno liberal, como en el caso de la Regencia de Urgell.
Tras la intervención de la Santa Alianza (Cien Mil Hijos de San Luis), que repone a Fernando VII como rey absoluto…